ARIADNE
AUF
NAXOS |
De
Richard
Strauss.
Intérpretes
principales:
Adrianne
Pieczonka,
Edita
Gruberova,
Heidi
Brunner,
John
Horton
Murray,
Wolfgang
Brendel,
Wojtek
Drabowitz,
Francisco
Vas,
Simón
Orfila.
Orquesta
del
Liceo.
Director
musical:
Friedrich
Haider.
Director
de
escena:
Uwe
Eric
Laufenberg.
Escenografía:
Tobias
Hoheisel.
Producción
del
Teatro
de
la
Monnaie
de
Bruselas.
Teatro
del
Liceo.
Barcelona,
19
de
octubre. |
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JAVIER
PÉREZ
SENZ
El
Liceo
va
bien.
Coincidiendo
con
la
producción
de Ariadne
auf
Naxos,
el
teatro
ha
estrenado
un
sistema
personalizado
de
subtítulado
del
texto
de
la
ópera
mediante
pequeñas
pantallas
instaladas
en
el
respaldo
de
las
butacas.
Ariadne
auf
Naxos,
la
tercera
ópera
surgida
de
la
fructífera
colaboración
entre
el
compositor
alemán
Richard
Strauss
y el
escritor
austriaco
Hugo
von
Hofmannsthal,
es
una
obra
que
esconde
emociones
vigorosas
bajo
un
sofisticado
engranaje
teatral
y
musical.
Hofmannsthal
era
un
devoto
del
arte
por
el
arte,
y en
su
teatro
los
personajes
parecen
ocultar
sus
sentimientos
bajo
una
máscara;
Strauss
era
un
burgués
feliz
que
pedía
a su
libretista
más
claridad
y
menos
simbolismo,
más
vitalidad
emocional
para
llenar
de
vida
musical
la
armadura
teatral.
Solventó
las
distancias
con
una
apabullante
maestría
orquestal,
haciendo
sonar
a 37
instrumentistas
con
la
opulencia
de
una
centuria
sinfónica.
La
orquesta
del
Liceo
mantuvo
el
tipo,
bien
dirigida
por
Friedrich
Haider.
La
producción,
firmada
por
el
director
de
escena
alemán
Uwe
Eric
Laufenberg,
es
brillante.
La
espléndida
escenografía,
obra
de
Tobias
Hoheisel,
reproduce
el
salón
de
una
mansión
art
déco
con
pinturas
de
Klimt,
y
nos
sitúa
en
la
Viena
de
principios
del
siglo
XX.
En
ese
mundo,
Laufenberg
propone
una
lectura
psicológica
y
sienta
en
el
diván
a
los
personajes,
y
con
ellos,
a
sus
creadores.
Un
minucioso
trabajo
de
actores,
buenas
dosis
de
humor,
y un
ritmo
calibrado
al
detalle
animan
un
estupendo
montaje
en
el
que
sólo
sobra
un
riesgo
innecesario:
Laufenberg
elimina
la
pausa
entre
el
prólogo
y el
único
acto,
y
sus
dos
horas
y
diez
minutos
consiguen
que
la
butaca
se
convierta
en
tu
peor
enemigo.
Edita
Gruberova
fue
la
gran
triunfadora
de
la
noche.
Su
Zerbinetta
ha
hecho
historia
y en
su
gran
aria
sigue
demostrando,
aunque
pasen
los
años,
que
es
un
fenómeno
vocal.
Triunfaron
Adrianne
Pieczonka
y
Heidi
Brunner
por
la
calidez
expresiva
y
exquisita
musicalidad
de
su
canto.
Sólo
falló
el
tenor,
John
Horton
Murray,
desbordado
por
el
peso
del
personaje.
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