El
director
teatral
Alex
Rigola
presenta
a
partir
del
jueves,
día
21,
en
el
Teatre
Lliure
de
Gracia,
en
Barcelona,
una
nueva
versión
de
'Julio
César'
de
Shakespeare,
en
la
que
actualiza
la
obra
hasta
tal
punto
que
los
personajes
sustituyen
las
togas
por
el
esmoquin.
La
obra
muestra
la
fascinación
que
ejerce
el
poder
por
el
poder
en
el
ser
humano,
una
opción
que
"deja
abierta
la
puerta
a
permitir
cualquier
cosa
por
una
meta,
como
en
este
caso
aniquilar
al
adversario",
destacó
Rigola
en
la
presentación
del
montaje
el
viernes
pasado.
Shakespeare
escribió
su
obra
basándose
en
la
relación
de
los
hechos
que
hizo
Plutarco,
de
quien
destiló
la
esencia
de
su
drama
centrado
en
el
conflicto
entre
ética
y
política.
En
la
presentación
del
montaje,
Rigola
recordó
el
viernes
que
"Brutus
y
Cassius,
dos
personajes
tan
diferentes
y
movidos
por
intenciones
contradictorias,
llegan
a
creer
que
el
único
camino
es
el
asesinato
del
líder,
pero
los
asesinos
de
César
se
verán
superados
por
sus
propios
actos
al
no
tener
un
programa
que
ofrecer".
Tras
estos
"sentimientos
intemporales"
se
encuentra
la
fascinación
que
ejerce
el
poder
por
el
poder
en
el
ser
humano,
una
opción
que
"deja
abierta
la
puerta
a
permitir
cualquier
cosa
por
una
meta,
como
en
este
caso
aniquilar
al
adversario".
'Julio
César',
añadió
Rigola,
"también
habla
de
cómo
convencer
de
lo
que
uno
piensa
y
lo
que
la
gente
llega
a
malinterpretar
según
que
intenciones,
o
de
cómo
anteponemos
la
razón
a
los
sentimientos
propios
y
el
resultado
de
todo
es
una
tragedia".
La
compañía
de
actores
y
actrices
afronta
la
obra,
dijo
el
director,
"con
una
premisa
difícil
en
una
tragedia:
no
aburrir
al
público",
un
objetivo
al
que
Rigola
ha
llegado
tras
una
larga
reflexión:
"¿Qué
hemos
hecho
la
gente
del
teatro
para
liquidar
a
un
público,
muchas
veces
ocultándonos
detrás
de
la
palabra
cultura?".
La
única
respuesta
que
concibe
Rigola
es
que
"se
debe
hacer
un
teatro
culturalmente
rico
pensando
en
un
público
mayoritario".
Y
añadió
que
no
hay
que
perder
el
norte
de
"un
público
culto
que
sí
encontramos
en
la
literatura,
en
la
música
o
en
el
cine,
pero
que
hemos
hecho
desaparecer
en
el
teatro".
Para
llegar
al
público,
Rigola
propone
un
Shakespeare
con
"una
economía
escenográfica
y
de
actores,
ya
que
los
más
de
40
de
la
obra
original
han
quedado
reducidos
y
concentrados
en
doce
personajes".
La
escenografía
se
reduce
a
las
"históricas
paredes
del
viejo
Lliure"
y
el
vestuario
a
"una
especie
de
esmoquin,
pero
muy
informal",
que
confieren
a
la
obra
una
"ubicación
temporal
indeterminada,
tan
abierta
como
es
Shakespeare,
que
por
ello
es
un
autor
universal".
Con
la
experiencia
de
haber
dirigido
en
2000
el
'Titus
Andrónico'
de
Shakespeare
al
frente
del
mismo
grupo
de
actores,
Rigola
ha
incorporado
en
este
nuevo
Shakespeare
"el
movimiento,
la
danza,
el
cuerpo".
El
director
ha
dividido
la
obra
en
dos
partes,
una
primera,
'Word'(Palabra),
de
una
hora
y
media,
en
la
que
el
uso
que
hacen
los
personajes
de
la
palabra
lleva
a
la
segunda
parte,
'War'
(Guerra),
de
apenas
30
minutos.
Según
David
Selvas
(Brutus),
"en
la
obra
se
produce
un
choque
de
dos
conceptos
filosóficos,
el
estoicismo
de
Brutus,
para
el
que
la
razón
está
por
encima
de
los
sentimientos,
y
la
filosofía
epicúrea
de
Julio
César
o
Cassius,
para
los
que
el
motor
deben
ser
los
sentimientos".
Sin
embargo,
aseveró
el
director,
"se
rompen
los
estereotipos,
según
los
cuales
Brutus
es
el
malo,
Julio
César
el
bueno
y
Marco
Antonio
el
superbueno".
Para
arropar
la
historia,
Rigola
ha
seleccionado
una
música
también
ecléctica:
desde
Mozart
o
Underworld
en
la
primera
parte,
hasta
la
música
de
Las
Valquirias
de
Wagner
o
el
'The
End'
de
los
Doors
en
la
segunda,
concebida
como
un
homenaje
a
la
película
'Apocalypse
Now'.
|