MADRID.
ABC
Miguel
Zugaza,
director
del
Prado,
y
Rafael
Benjumea,
de
la
Fundación
Botín,
presentaron
ayer
la
restauración
de
la
estatua
«Apoteosis
de
Claudio»
La
limpieza
y
restauración
de
la
«Apoteosis
de
Claudio»,
escultura
que
Felipe
IV
tenía
en
su
despacho
y
que
llegó
al
Museo
del
Prado
en
1830,
ha
revelado
que
la
obra,
única
en
su
género,
fue
en
época
romana
no
de
exaltación
del
emperador,
como
aún
indica
su
nombre,
sino
funeraria,
informa
Efe.
Considerada
en
los
siglos
XVII
y
XVIII
como
la
pieza
más
valiosa
de
todas
las
colecciones
de
la
Corona,
puede
admirarse
de
nuevo
en
el
Prado
nada
más
traspasar
la
puerta
central
de
Velázquez.
Hasta
hoy
se
pensaba
que
había
sido
realizada
para
deificar
al
emperador
romano
Claudio.
Pero
los
estudios
llevados
a
cabo
durante
su
restauración,
patrocinada
por
la
Fundación
Marcelino
Botín,
de
Santander,
han
confirmado,
en
cambio,
que
este
conjunto
escultórico
marmóreo
es
un
pastiche
del
siglo
XVII
y
que
el
busto
de
Claudio
que
lo
coronaba
-y
que
ahora
ha
sido
retirado-
era
un
añadido
posterior.
Según
Stephan
Schroeder,
del
departamento
de
Escultura
del
Prado
y
autor
de
un
volumen
explicativo
de
los
trabajos
con
David
García
López
y
Carmen
Gómez
García,
la
escultura
original,
un
montón
de
armas
y
armaduras
sobre
las
que
se
posa
un
águila
con
las
alas
abiertas,
fue
en
realidad
«un
monumento
funerario
de
un
famoso
general
de
Augusto,
el
general
Marcus
Vallerius
Messalla
Corvinus
(64
a.C.-13
d.C.)»,
en
cuya
villa
de
Roma
fue
encontrada».
Lo
que
debió
de
ser
su
pedestal
rectangular
original,
dentro
del
cual
se
empotraba
la
urna
de
cenizas
del
difunto,
se
perdió,
y
en
la
época
barroca
le
fue
añadido
otro
realizado
por
el
escultor
Orfeo
Boselli
por
encargo
del
noble
italiano
Alberico
Cybo
Malaspina.
La
escultura,
que
el
cardenal
Girolamo
Colonna
regaló
a
Felipe
IV
en
1664,
la
culminaba
un
busto
esculpido
por
Valeriano
Salvatierra
hacia
1830,
pero
que
sólo
reproducía
otro
auténticamente
romano
perdido
en
el
XVIII.
La
restauración
ha
supuesto
desmontar
136
piezas
de
la
parte
superior
y
51
del
pedestal,
limpiarlas
con
agua
y
ultrasonido;
rellenar
los
huecos
con
estuco
y
darle
a
éste
el
color
del
mármol
con
acrílicos;
y
unir
de
nuevo
las
piezas
con
nuevas
resinas
y
con
pernos
de
acero
inoxidable.
Dirigidos
por
Silvano
Bertolin,
los
trabajos
de
la
parte
superior
duraron
dos
meses
y
se
realizaron
en
la
primavera
de
1998,
mientras
que
los
del
pedestal,
el
pasado
verano. |