MADRID. Con la presencia de Andrés Amorós,
director general de Inaem; de Francisco Muñoz, consejero de Cultura de la
Junta de Extremadura; el alcalde de Mérida, Pedro Acedo, y Jorge Márquez,
director del certamen, ayer se presentó en la sede de la Sociedad General de
Autores y Editores la programación de la XLVIII edición del Festival
Internacional de Teatro Clásico de Mérida que apuesta, este año, por la
fusión de estilos.
Un programa que, según Jorge Márquez,
apuesta porque el festival, además de mero programador, se convierta en
productor y coproductor de algunos de los montajes que se podrán ver en los
escenarios del teatro y el anfiteatro romanos de Mérida, del 11 de julio
hasta el 16 de agosto, además de contar con importantes nombres de la escena
internacional. «Un festival -dijo Márquez- que ni puede ni quiere estar al
margen de lo que está ocurriendo en el mundo, puesto que la mayoría de los
montajes son un reflejo de la realidad cotidiana».
Danza, teatro, música...
El programa incluye danza-teatro,
como «Troya, siglo XXI», bajo la dirección del propio Jorge Márquez, que
mezcla el drama teatral con Ángela Molina, y el baile, de la mano de María
Giménez, Rafael Amargo y Matteo Levaggi, con dramaturgia y vestuario de
Gerardo Vera; danza, con «El sueño del minotauro», en un montaje de Blanca
Li, que se presentará en el marco emeritense exclusivamente para España; ópera,
con «Medea», en una coreografía de Luo Jin Lin; teatro con «Edipo XXI» -«la
tragedia griega más poética», según el responsable del festival-, una
coproducción del Festival de Mérida y el Grec de Barcelona, dirigida por
Lluis Pasqual, en una recopilación de textos de Eurípides, Sófocles o
Esquilo, pero basándose en los acontecimientos del 11-S, e interpretada por
Alfredo Alcón y Vicky Peña; «Pentesilea», una apuesta escénica de Peter
Stein, y «Agripina», una mezcla de textos clásicos y contemporáneos
supervisados por Fermín Cabal, que dirige, con actores extremeños, Eugenio
Amaya; y música, con un concierto de la pianista portuguesa María Joâo
Pires con el maestro Caio Pagano, para clausurar con otro en el que la
Orquesta de la Ópera Nacional de Sofía interpretará una selección de la música
de diversas películas «de romanos», desde «Espartaco» a «Gladiator»,
pasando por «La caída del imperio romano» o «Ben-Hur».
Todos los que intervinieron en la presentación
destacaron la calidad de los montajes que confluyen en la puesta sobre la
escena de las pasiones y los conflictos humanos, y en la apuesta por tratar la
situación política que vive la escena internacional, sobre todo a partir de
los acontecimientos del 11 de septiembre.
Así, Andrés Amorós subrayó que las
apuestas escénicas que se presentan en esta edición son «muy arriesgadas. Año
tras año, se pone de manifiesto que los clásicos, para bien o para mal, son
nuestros contemporáneos. No son arqueología, ni historia. Están vivos. El público
que pueda presenciar estos espectáculos en el marco del Teatro Romano de Mérida
se puede considerar como un privilegiado».
Por su parte, el director del Festival, que
este año se programa desde el Consorcio que ha sustituido a la Fundación, ha
querido presentar un programa «buscando el difícil equilibrio entre la
calidad y la popularidad de los espectáculos.y que sin despreciar la
popularidad aúna calidad y rigor. Estamos trabajando felizmente en arenas
pantanosas, y ello nos obliga a trabajar con más intensidad».
La presente edición también ofrecerá una
serie de conferencias sobre temas relacionados con los montajes, así como un
festival «off» o alternativo, «más gamberro», con presencia callejera de
teatro y atracciones musicales.