Ana Teruel | Madrid www.elpais.com 08/11/2009
Entrevista a Jean-Louis Martinelli, Director del Teatro Nanterre-Amendiers.
Tras pasar por los teatros de Lyon y de Estrasburgo, Jean-Louis Martinelli tomó hace siete años la dirección del Teatro de Nanterre-Amendiers, anclado en la avenida de Pablo Picasso de este antiguo barrio obrero de las afueras de París, pegado al distrito financiero de la ciudad. «Aquí me esfuerzo por dialogar en una relación norte-sur trabajando con autores de orígenes cosmopolitas, que son propios a la región parisina», explica. «Un espacio y un lugar de teatro es de alguna forma el arte de conjugar lo cercano con lo lejano».
Así lo hace con Medea, de Max Rouquette, que este fin de semana se muestra en el marco del Festival de Otoño de Madrid y que el director teatral imagina en un campo de refugiados africano. El espectáculo cuenta con una compañía de actores en su mayoría burkineses, liderada por Odile Sankara y Moussa Sanou. La escenografía es de Gilles Taschet y el vestuario de Patrick Dutertre, realizado en gran parte con técnicas tradicionales en Burkina Faso.
Pregunta. ¿Cómo surgió esta Medea africana?
Respuesta. El proyecto se remonta a hace tiempo. Me invitaron a ir a Bobo-Dioulasso, en Burkina Faso, para hacer una formación con jóvenes actores africanos. Fui con dos tipos de materiales para trabajar, unos textos sobre África y la Medea de Max Rouquette, que acababa de leer, recordando lo que habían dicho, entre otros, Pasolini, sobre el tratamiento hoy de la tragedia griega: que probablemente África era el único continente en el que se podía tener todavía acceso al sentido y al sentimiento de lo trágico. Y quería verificarlo con el texto de Medea.
P. ¿Y qué le ha convencido?
R. Hay varias cosas. En Europa occidental vivimos cada vez más bajo un cielo sin Dios. En África están animados por un verdadero sentimiento de religiosidad, cercano a la superstición. En el caso de Medea, está también la relación con la brujería, el poder oculto, y allí hay una creencia absoluta en aquello. Por otra parte, Medea se desarrolla con el telón de fondo de la guerra, del exilio de población, y África está atravesada por esos desplazamientos. La historia de Medea y Jasón es la de un exilio continuo. Y luego una razón, quizás más válida, es que tratar la cuestión del coro, esa asamblea colectiva, ahora mismo, en Europa, es casi imposible.
P. ¿A qué se refiere?
R. Estamos en sociedades totalmente individualizadas y el grupo no existe. Pero basta con ir a África para ver que la asamblea de las mujeres significa algo. Los hijos no están educados sólo por la madre y el padre, sino que se ocupa de ellos el conjunto de la comunidad. Entonces sí es posible representar el coro y hacer que a Medea le acompañe ese grupo de mujeres que cantan los salmos compuestos por el músico de origen congolés Ray Lema.
P. Justamente, Max Rouquette escribía en su prólogo que deseaba que un día un músico le diera forma a los salmos. ¿Es lo que ha hecho Ray Lema?
R. Sí, un poco. Lo que no imaginó Rouquette es que lo haría una compañía africana. Al principio se sorprendió, pero le gustó. Es decir, lo propio del teatro es ritualizar las relaciones humanas, transformar lo real en signos, y aquí muchos de estos signos vienen de la cultura africana. Pero más allá de esto, lo que me interesa no es hacer un espectáculo exótico sobre África. Es hablar sobre nuestra condición de occidentales, sobre las suertes que les reservamos a estas poblaciones en desplazamiento. El espacio aquí es casi un campo de retención, como se puede ver en el norte de África, en Melilla, por ejemplo. Medea es una mujer en tránsito, que vive en los confines de la gran ciudad.
P. ¿Por qué ha escogido el texto de Rouquette?
R. Es un poco una casualidad. Leí ese texto poco tiempo antes y tenía ganas de hacer algo con él. Y puede que me hablara bastante porque Rouquette le da algo más de humanidad. Es un mundo más rural, que conozco bien, porque nací ahí, en el sur de Francia. Me habla de esa infancia perdida, esos paisajes no alterados por la intervención del hombre. Pero podría haber sido perfectamente el texto de Eurípides.
P. ¿Y cuál fue su primera Medea?
R. La de Pier Paolo Pasolini, aunque sea del cine. No tengo grandes recuerdos del personaje de Medea en el teatro. Quizás luego, más tarde, la versión que hizo Deborah Warner. Pero la verdad es que no he visto muchas.