Luis Alemany www.elmundo.es 07/10/2016

¿Cómo se contaban los romanos a sí mismos el significado de ser romanos? ¿Cómo de ancho era el mundo en el que vivían? ¿Cómo amaban? ¿De qué se reían? Todas esas preguntas caben en S.P.Q.R (Crítica), el libro que sintetiza la carrera de la Premio Princesa de Asturias en la categoría de Humanidades.

P. Hay un momento de S.P.Q.R. (Crítica) en el que cuenta que los romanos se reían de sí mismos.

R. Sí. Estamos ante una cultura que es capaz de imaginarse vista desde fuera y de encontrarle la gracia. Es algo nuevo en la Historia y ocurre porque los romanos viajan por todo el mundo, se encuentran con perspectivas diferentes. Tenemos muchas buenas razones para desaprobar al Imperio que conquista y somete, pero una de las cosas que ennoblecen a Roma es su capacidad para entender cómo pensaban los otros. Esto se puede ver en la comedia desde muy temprano. No hablamos del siglo II d.C.; hay un sentido de la autoironía ya desde el siglo III a.C.

P. ¿Y se gustaban en los ojos de los otros?

R. Les gustaba tener esa perspectiva ajena para tener un manera con la que responder a la pregunta de qué significa ser romano. Diría que los romanos se gustaban a sí mismos y se odiaban a sí mismos. En el siglo II, Tácito puso en la boca de los británicos una frase tremenda: «Ellos», refiriéndose a los romanos, «crean un desierto y lo llaman paz».

P. Ahora cuénteme del amor romántico.

R. Ese tema tiene truco. Hay dos visiones que tenemos que hacer compatibles, aunque no sea fácil. Si nos ponemos foucaltianos, diríamos lo que había eran relaciones de poder expresadas a través del sexo. Poder masculino, poder de fuertes sobre débiles… El matrimonio romano empieza con una violación, la historia de Roma está llena de violaciones con valor simbólico. El problema es que eso no encaja con la literatura romana que conocemos, que va de chico conoce a chica. Se parece mucho a nuestro amor romántico. Puede ser que estemos aplicando nuestra visión contemporánea, masculina y occidental del amor romántico a la literatura romana, puede ser… Pero ésa no es toda la explicación. En la universidad nuestra nos enseñaron que el romanticismo era algo había que descartar, que no tenía nada que ver el trabajo que teníamos que hacer como investigadores. Pero intente ver teatro romano sin pensar en lo que hoy entendemos por impulso romántico… No entenderá nada.

P. Le pregunto por el humor y por el amor, porque tendemos a pensar en los romanos como gente muy cercana. Es fácil verlos como semejantes.

R. Sí, lo son. Nos enseñaron a admirar a Atenas, a tenerla en un pedestal. Sócrates, los filósofos, la democracia… Ésa no era la realidad de Atenas, claro, pero es la imagen que tenemos. En cambio, con los romanos seguimos conviviendo. Hay construcciones romanas en nuestras ciudades, en el colegio nos llevaban a ver villas romanas, tenemos una noción de su vida domestica… En vez de la democracia, ves el lavabo. Y eso nos queda un poco para siempre. Los romanos nos parecen reales: son divertidos y pomposos… Son terrenales.

P. También es porque pensamos en Roma como un nación de clase media… ¿Lo era?

R. Depende de lo que entendamos por clase media. La gente de las ciudades que no estaba en la pequeña élite pero que tampoco era pobre ni esclava, ¿era clase media? Sobre eso también se debate. Bueno: llamémosle gente normal. Si uno investiga en las ruinas de Pompeya o de Herculano, pero también en los pueblos de España, es muy difícil no ver que había mucha gente normal. Hay muchas tumbas con lápidas, y si hay lápida, el que descansa ahí no era pobre. Yo sí diría que había una clase media.Familias con sus apartamentos de dos habitaciones, sus pequeños negocios… Y, sobre todo, eran muchas.

P. ¿Clase media educada?

R. De nuevo, vuelvo a Pompeya, que era una ciudad de provincias muy normal, Vamos a buscar en los burdeles. Los burdeles no estaban hechos para los ricos, porque los ricos tenían sus esclavos sexuales. Se dirigían a la gente normal. Bien, pues estos burdeles tienen las paredes llenas de inscripciones, donde los clientes dejaban sus experiencias.

P. ¡Como Trip advisor!

R. Exacto. Ponían cosas como Hic ego puellas multas futui, «aquí me lo monté con muchas chicas»… Cualquiera que busque en Pompeya sabrá que las habilidades básicas de lectura y escritura, y no estoy hablando de leer a Virgilio, estaban muy extendidas.

P. Siempre pensamos que Roma era una nación con una determinación especial para competir y para vencer. Pero…

R. La gente ve Roma como una cultura militar. Bueno sí, lo era, pero no hay señales que indiquen que más que sus vecinos. Todas las culturas del Mediterráneo antiguo estaban altamente militarizadas. No es que estallasen las guerras; estallaban las paces. La paz era la anomalía La cuestión, entonces, es otra: ¿por qué ganaron los romanos, si todos estaban igual de militarizados? Porque es verdad que ganaron muchísimo, tuvieron mucho éxito. ¿Cuál era su ventaja? La única respuesta plausible era el poder demográfico. Tenía más soldados. Las batallas no se ganaban por estrategias, disciplinas o tecnología… Las guerras las ganaba quien tuviera más soldados. Y Roma, al extender su ciudadanía, conseguía tener cada vez más soldados. En la época de Aníbal era objetivamente invencible porque sus recursos eran enormes gracias a sus conquistas y a la ciudadanía.

P. Leí un libro sobre la relación del III Reich con los países que estaban en su órbita. Decía que los nazis tenían la lógica mercantil de un pirata: llegar, llevarse toda la riqueza que pudieran y marcharse.

R. Pero es que la política de los nazis ha sido la normal a lo largo de la historia. Llegas, tiras la muralla, violas a algunas mujeres, llenas tu saco y te vas, «muchas gracias, encantado». Roma aseguró su éxito al seguir un modelo opuesto. ¿Cómo se les ocurrió? Es un misterio. ¿Había una pequeña élite de gente muy inteligente que entendía qué era lo que estaba pasando? Puede ser, pero no hay pruebas.

P. Para el hispano, el galo o el isrelita… ¿era un buen negocio tener a Roma?

R. Para la élite sí. Los romanos atraían a la élite de sus conquistados porque les ofrecían la ciudadanía y, apartir de ahí, un camino quizá hasta la gloria, como Adriano. En realidad, los romanos reconocieron ese mecanismo en la historia de su fundación. Rómulo ofreció Roma como una ciudad de acogida a los criminales de otras ciudades.

P. ¿Y para los que no eran élite?

R. Depende del recaudador que tuvieran. En el Inglaterra, por ejemplo, la vida del campesino no cambió entre el 500 d.C. y el 500 a.C.

P. Ahora, hábleme del lujo.

R. El lujo es uno de los temas más interesantes en Roma. Tenía un sentido moral. Si tuviésemos aquí a un romano del siglo I a.C., y le preguntáramos ¿cuál es el problema del imperio? seguramente nos contestaría que el lujo. El lujo es elpremio que viene del imperio pero el lujo es lo que erosiona al Imperio. A algunos romanos les encantaba el lujo pero la mayoría sentía que dañaba la virtus romana. Fíjese que Tácito dijo que los británicos eran los que representaban las verdaderas virtudes romanas porque Roma estaba contaminada por el lujo.

P. La tentación es ver el final de Roma como una crisis postmoderna: gente que ha dejado de tener deseo e ímpetu porque vive demasiado cómodamente…

R. No es una visión justa. Desconfío siempre en ese discurso del «final de una era». Si estuviéramos en el final de una era, no nos daríamos cuenta. Piense que siempre ha existido la tentación de pensar que estamos asistiendo a una nueva decadencia de Roma.

P. La pregunta no es si nos parecemos a los últimos romanos sino si los últimos romanos se parecían a nosotros.

R. Se parecían pero en otro sentido: el imperio se hizo demasiado grande y la burocacia invadió todo. ¡El papel gobernaba! Y Roma perdió su capacidad de adaptarse.

P. Todos estamos tentados a hacer paralelos entre la actualidad y el mundo grecolatino. Para cualquier noticia, el Brexit o Trump o el Estado Islámico, podemos encontrar algo en la Antigüedad.

R. A veces me divierten estos juegos y otras veces me irritan. Me preguntan: ¿qué hubieran hecho los romanos con el Brexit? Amablemente les explico que esa pregunta no procede. Mire, hay muchos motivos para mirar a la Antigüedad, hay temas como la ciudadanía y la libertad que son comunes, y estudiarlos nos puede ayudar. Pero no esperen respuestas. La historia enseña a mirar con profundidad, pero no te da respuestas. Dicen: «No deberíamos haber invadido Irak; mirad lo que le pasó a Trajano». Pues no. Nunca debimos invadir Irak pero no por Trajano.

FUENTE: www.elmundo.es/cultura/2016/10/07/57f632cd468aeb31148b464d.html