Víctor – M. Amela www.lavanguardia.com 04/06/2012
Jaume Pòrtulas, filólogo especialista en la antigua Grecia.
Ancestral sabiduría
Somos hijos de los sabios griegos de la antigüedad. Hoy sabemos que aquellos sabios anteriores a Sócrates eran una mezcla de poeta y profeta, de religioso y científico, de chamán y entrenador personal. Y lo sabemos gracias a estudios como los de Jaume Pòrtulas y Sergi Grau, dos eruditos admirables que acaban de traducir directamente desde su griego arcaico al catalán los fragmentos originales de aquellos sabios casi legendarios, para reunirlos en un libro extraordinario: Saviesa grega arcaica (Adesiara). Leer estos pensamientos enseña que la filosofía nace del asombro ante el misterio del mundo. Y que la razón es una hija de la poesía, un modo más de abordar el enigma…
De dónde proviene la sabiduría griega?
De los puertos: amalgamaban ideas de Oriente Medio, Egipto, Persia, Babilonia…
¿Fue Sócrates el primer filósofo?
Sócrates (s.V a.C.) fue un tipo muy carismático y ágrafo… con algún seguidor grafómano.
Se refiere a Platón, ¿no?
Sí: Platón se considerará ya a sí mismo filósofo, es decir, amante (filo) del saber (sofós).
¿Y Sócrates no?
Sócrates era sofós a secas: sabio.
¿Y a qué se dedicaba Sócrates?
Iba por ahí incordiando a la gente.
¿Cómo?
Les preguntaba cosas. Por ejemplo, sobre la belleza, como concepto. ¡Y por eso fue acusado de inventar «dioses nuevos»! Y de corromper a los jóvenes.
¿Y eso era cierto?
Según el poeta cómico Aristófanes, Sócrates incitaba a los hijos a rebatir a sus padres, ¡contraviniendo la tradición griega de que los hijos deben parecerse a sus padres!
¿Y por eso le juzgaron y condenaron?
Le condenaron a muerte. Por un tribunal democrático. Y Sócrates, pudiendo huir… ¡escogerá morir!
¿Por qué hizo eso?
Por coherencia. ¡No había virtud mayor, para los antiguos! Y él opto por ser coherente.
¿Coherente con qué?
«Es mejor sufrir una injusticia que cometerla», había predicado. Y que el alma es inmortal. Así que… ¡tocaba morir en consonancia!
De haber huido, ¿conoceríamos hoy a Sócrates?
No creo… ¡Su muerte le hizo inmortal! Esa coherencia entre vida y muerte… impactó.
Parece prefigurar a Jesucristo, ¿no?
Pues sí.
¿A qué otros sabios griegos arcaicos conocemos hoy?
Una veintena, por fragmentos o referencias.
Cíteme algunos de sus nombres.
Tales, Heráclito, Parménides, Anaximandro, Anaxímenes, Ferécides, Epiménides, Bías, Solón, Periandro, Eubulo, Anacarsis, Epicarmo, Jenófanes…
¡Eufónicos!
Eran personas con gran ascendiente sobre la gente de su tiempo, el siglo VI a.C.
¿Por qué?
Porque predecían eclipses, vientos, terremotos…, toda suerte de fenómenos naturales.
¿Como unos chamanes?
Sí. A la vez, son los primeros físicos de Occidente: ordenaban y sistematizaban explicaciones para los fenómenos de la naturaleza.
¿Hoy insostenibles?
Proponían su relato ¡como nosotros el nuestro! Uno decía que el origen de todo era el agua, otro que era el aire, el fuego otro… Buscaban la raíz de las cosas del mundo.
¿Eran muy fantasiosos?
¡Eran muy prácticos! Eran muy apreciados precisamente por sus consejos prácticos.
Dígame uno.
Tales: «Endéudate… y ¡desastre total!».
¡Qué rápido olvidamos los consejos!
Otro, similar: «Restituye los depósitos».
Merkel parece muy presocrática…
Otro: «Conoce la ocasión». El éxito pasa por acertar el momento idóneo para actuar.
Seguro.
«Lo que tú hagas por tus padres, tal harán tus hijos por ti». «Funesta es la pereza». «La ignorancia lastra». «Lo que pienses hacer, ¡cállatelo!». «Evita hacer lo que te disgusta del necio».
Muy razonables.
Sabiduría tradicional, expresada a veces con estilo paradójico o enigmático. Poético.
¿Qué sabio fue el más enigmático?
Heráclito, que decía que la realidad gusta de fluctuar y de esconderse.
Ah, sí: todo cambia, nada permanece…
Se fija en la mutación. Hubo quien se aprovechó: «Ayer te debía 10 monedas, pero como hoy tú y yo somos otros, ¡nada te debo!».
¿Y Parménides?
Al contrario, se fija en la inmovilidad esencial detrás de la mutación aparente: «Si todo cambiase», dice, «¡no podríamos conocer!».
Muy especulativos.
O nada: algún pitagórico, al descubrir los números irracionales, ¡llegó a suicidarse! Era una hecatombe de la armonía cósmica…
¿Con qué sabio le gustaría dialogar?
No habría diálogo: su lenguaje y el mío nos separan. Nosotros, más analíticos, nos preguntamos «esto… ¿qué es?». Ellos, más empáticos, «esto… ¿qué sentido tiene?».
¿Y por eso no nos entenderíamos?
Aristotélicos, nosotros nos explicamos la realidad. Ellos se implicaban en la realidad.
Su misión como sabios era mostrar a la gente «cómo vivir», ¿verdad?
Sí, ayudar a vivir bien: mostrar el arte de vivir… y dar ejemplo con sus propias vidas.
Despidámoslos con una vida exótica.
De Tiresias se contaba que separó a dos serpientes mientras copulaban, por lo que los dioses le castigaron: le convirtieron en mujer durante siete años. Un día discutían Zeus y Hera sobre quién extrae más placer del acto sexual, el hombre o la mujer…
¡Ah, qué insondable cuestión!
Y preguntaron a Tiresias, puesto que había vivido ambos placeres, y él respondió así: «Del placer sexual, una sola de entre diez partes es para el hombre».
¡Toma! Lo sospechaba…
La respuesta enfureció a Hera… y dejó ciego a Tiresias. Para compensarle, Zeus le hizo adivino, una de las formas antiguas de ser sabio.
Tengo 62 años. Nací y vivo en Barcelona. Soy catedrático de Filología Griega en la Universitat de Barcelona. Fui antifranquista y no me arrepiento, pese a esta seudodemocracia que tenemos. Soy un agnóstico fascinado por el fenómeno religioso. Sócrates se dedicaba a incordiar.