Verónica Viñas | León www.diariodeleon.es 22/10/2013

Un ingeniero zamorano descubre, con moderna tecnología, errores en un 70% del trazado reconstruido por los historiadores de las vías XVIII, XIX y XX y localiza un nuevo campamento romano en Rabanal del Camino.

Tienen errores de bulto. Las vías romanas XVIII (conocida como Vía Nova), XIX y XX, que atraviesan la provincia leonesa, no son como las han ‘pintado’. El ingeniero zamorano José Luis Vicente González ha encontrado desviaciones de hasta un 70% en estas rutas que conectaban Asturica Augusta, Interamnio Flavio o Bergido con Roma. Sus investigaciones echan por tierra los itinerarios trazados el año pasado por el CSIC o el proyecto de que defiende el experto Isaac Moreno Gallo. La Junta destinó en 2008 al plan de calzadas romanas más de 482.000 euros en colaboración con la Universidad de Burgos, así como 900.000 a la Iter Plata (señalización de la Vía de la Plata).

Detrás de las revelaciones de Vicente González también hay una ‘trama’ para que sus hallazgos no vieran la luz, al más puro estilo de novela negra, aunque él tuvo la precaución de registrar sus descubrimientos ante notario.

Averiguar por dónde pasaban realmente estas calzadas de más de 2.000 años de antiguedad ha permitido a Vicente González localizar un nuevo campamento romano en Rabanal del Camino y una trinchera romana inédita de cinco metros de altura y más de 200 metros de longitud en la vía entre Interamnio Flavio y Bergido; concretamente, en Toral de Merayo.

El campamento romano estaría en plena Vía XIX y, según su descubridor, tendría como misión «controlar el paso por el puerto de Foncebadón».

Los hallazgos de Vicente González, ingeniero Forestal, no han sentado bien en algunos sectores académicos. Explica que ha utilizado una nueva metodología científica, basada en un sistema de información geográfica (conocido como SIG), que básicamente consiste en ‘cruzar’ abundante información en unas coordenadas precisas. Decenas de ‘capas’ con miles de datos y un factor de corrección: utilizar la medida romana, la milla (1.480 metros). El resultado ha arrojado tres itinerarios que no coinciden con los que hasta ahora han descrito los historiadores. «No es cierto que las vías XIX y XX pasaran por el puerto del Manzanal. Y la XVIII, que sí lo atraviesa, sería posterior y diferente a las rutas XIX y XX, que discurrirían por un mismo corredor en sus 50 millas finales».

Explica Vicente González que «los emperadores flavios tenían numerosos motivos para abrir una nueva ruta en el año 79 que enlazara Astorga con el Bierzo: poner en explotación nuevas áreas de extracción aurífera (subcuencas del Argañoso, Boeza, Tremor…), mejorar la comunicación con las ciudades de Interamnio y Bergido, situadas algo a trasmano de la calzada de conquista, y facilitar el paso invernal a través de los Montes de León, poniendo en servicio un puerto afectado por una climatología menos adversa que la existente en Foncebadón».

Historia de un error
El investigador zamorano también tiene argumentos para esclarecer por qué se han producido tantos errorres en las citadas rutas romanas. El esquema general de la red viaria desplegada por Roma en Hispania se mantuvo sobre el terreno, sin cambios demasiado significativos, durante siglos. La gran debacle sobrevino en el siglo XX, como consecuencia de la concentración parcelaria, la ampliación de los cascos urbanos de ciudades y localidades de mediano tamaño, la red de carreteras, autopistas y autovías, líneas férreas, embalses y canalizaciones.

Sin embargo, los mejores aliados para reconstruir las calzadas reseñadas en el Itinerario de Antonino han sido los propios romanos y su exactitud en las mediciones. «Los romanos medían con extraordinaria y pasmosa precisión sus calzadas, y hacían, por regla general, coincidir los pasos de los cursos de agua, la ubicación de mansiones y mvtationes, y los desvíos de caminos secundarios que confluyen con las calzadas con millas exactas».

Vicente González estima que los errores en las calzadas romanas obedecen en parte a «las mansiones que se denominan igual que civitates en el Itinerario de Antonino no se corresponden con la ubicación concreta de dichas poblaciones, sino con yacimientos próximos, que pueden estar situados a varios kilómetros de las mismas, pero siempre en importantes nudos viarios». Pero sobre todo, el ingeniero zamorano apela a la precisión de los Sistemas de Información Geográfica (SIG) y la moderna cartografía digital generada durante la última década, frente a otras herramientas utilizadas hasta la fecha.

FUENTE: http://www.diariodeleon.es/noticias/cultura/los-caminos-que-no-llevan-a-roma_837103.html