Maite Nácher / Cullera www.levante-emv.com 23/10/2005
Los restos confirman la intensa actividad comercial del municipio en los siglos V y VI.
Cada vez que se inicia una campaña de excavaciones en el solar de la calle Agustí Olivert de Cullera, el Servicio Municipal de Arqueología saca a la luz nuevos datos sobre la vida portuaria durante los siglos V y VI en las tierras que ahora ocupa el municipio.
En las actuaciones del año pasado, los arqueólogos ya constataron que con anterioridad a la construcción de la fábrica de salazones, el mismo terreno fue ocupado por un almacén portuario de ánforas. Los restos hallados en esta zona del solar, estructuras y materiales, evidencian las huellas de una intensa actividad comercial durante esa época en Cullera.
La campaña arqueológica llevada a cabo en los últimos meses ha vuelto a deparar interesantes hallazgos. La excavación ha descubierto en un extremo del solar -precisamente el último que quedaba por estudiar- unas estructuras junto al antiguo almacén de ánforas que pertenecerían a una taberna romana.
Infraestructura portuaria
Según explica el arqueólogo municipal del Ayuntamiento de Cullera, Miquel Rosselló, esta taberna sería una infraestructura más del puerto existente en la época romana: «La palabra taberna tiene un sentido más amplio en esa época, no era sólo un lugar donde tomar un vaso de vino, también se comía y se descansaba en este ambiente portuario», indica Rosselló.
Además de los restos de las estructuras que se han descubierto, los arqueólogos han recopilado y estudiado todos los materiales encontrados en la diversas excavaciones realizadas en este solar a lo largo de la última década.
Restos de cerámica
«Nos hemos dado cuenta que aparecían grandes cantidades de restos de cerámica que no era normal, así como restos de huesos que apuntan a la existencia de esta taberna», explica el arqueólogo Miquel Rosselló.
El antiguo puerto pudo albergar termas
Justo enfrente del solar en el que se encuentran los restos de la taberna, el almacén de ánforas y, en un nivel superior, la antigua fábrica de salazones, los arqueólogos estiman que es probable que existieran unas termas romanas. El material aparecido antes de la construcción del edificio actual lleva a los arqueólogos a mantener esta hipótesis. Los trabajos que se llevaron a cabo entonces sacaron a la luz restos de ladrillos de suspensurae, un tipo de ladrillo circular, agujereado, que junto con otros forma una especie de columnas por donde circulaba el aire caliente. «Estas termas eran habituales en una hospedería, en un puerto donde se dejaban las mercancías y había un zona de ocio y descanso», detalla el arqueólogo municipal.