E. Gancedo | León www.diariodeleon.es 14/06/2008
La organización llevó a varios países una exposición que el Ayuntamiento no quiso traer aquí. El profesor Ángel Morillo trabaja con expertos de Europa, Asia y África en un ambicioso proyecto.
Durante dos siglos, las tierras del sur del país de los ástures fueron laboratorio de experimentos para el Imperio Romano, en lucha contra los que oficialmente consideraba «bárbaros». Después de conquistar estos territorios, situó diversos campamentos militares (entre los que destacan las legiones VI y VII) y fundó ciudades como Asturica Augusta (Astorga) para fortalecer y organizar la convertida en «zona fronteriza». Ahora, dos mil años después, desde León se está trabajando activamente en un ambicioso proyecto para hacer de las antiguas fronteras del Imperio Romano Patrimonio de la Humanidad. Su gran valedor español es el profesor de Arqueología Ángel Morillo, que actualmente ejerce en la Universidad Complutense y trabaja en diversos trabajos de investigación en la capital leonesa. Morillo informa de que el proyecto cuenta con el respaldo de la Comisión Europea y que en él participan expertos de los países por los que discurrió el limes del Imperio en su apogeo. De hecho, España es el único país «interior» que ha sido invitado a participar en el proyecto, dada la importancia de las prolongadas guerras contra cántabros y ástures -en las que el territorio leonés fue pieza clave-. Países como Francia, Italia o Grecia están ausentes del mismo.
«No se trata de proteger un único yacimiento, sino de valorar todas las fronteras romanas, al estilo de la declaración del Camino de Santiago como Patrimonio Mundial», explica Ángel Morillo, para quien las zonas de frontera, tan abundantes en restos arqueológicos, suponen una extraordinaria «herencia cultural conjunta». La vida de frontera hizo posible, asegura, un «diálogo entre las poblaciones de uno y otro lado», se trataba de límites «permeables» mediante los que «formas y modos de vida propios de la civilización romana iban impregnando las comunidades del otro lado, y también viceversa».
El primer paso ya está dado con la elaboración de un amplísimo dossier diseñado por científicos de los países participantes con toda la base documental para lograr la ansiada declaración. Ese es el primer peldaño, ahora faltan unos tres años antes de que se presente oficialmente la candidatura. Se está haciendo despacio pero seguro.
El proyecto está siendo muy bien visto en las instituciones europeas y en la propia Unesco precisamente por desbordar el ámbito continental y abarcar países como Turquía, el próximo Oriente (Siria, Israel) y también el Norte de África: un elemento histórico y patrimonial que sirve de enlace a todas estas áreas con intereses comunes. «Es un proyecto transcontinental», confirma Morillo.
La primera fase se ha culminado con la edición de un libro y un deuvedé y con la organización de una gran exposición que, pese a haber sido ofrecida al Ayuntamiento de León, éste no creyó oportuno acogerla ni tampoco buscar una empresa patrocinadora o espónsor que hiciera frente a los gastos necesarios para albergarla.