Luis Alberto Carrión Martín www.revistaatlantida.com 18/07/2012

Salutem dico:

Hablamos en latín todos los días porque el castellano semilingua latina est. Todos somos medio latinos, medio «Cicerones» cuando hablamos en público, medio «Plautos» cuando nos reímos, medio «Sénecas» cuando reflexionamos, medio «Catulos» cuando nos enamoramos. Palabras con sentido, color en la boca y dulzura en el oído. Las lenguas son eso. Amor y odio. Amor por algo lejano, distante, enigmático; odio por algo ignoto, ¿descabellado?

Latín que está oxidado. Latín de ite missa est, latín que recuerda a rosario y misa rezada para aplacar nuestras miserias. Per saecula saeculorum para todo nuestro humilde saber y no se quede en eso, en siglos, sino en corazones llenos de conversaciones amenas y afables al socaire de la lengua de Escipión. Todo es memoria, todo es reminiscencia de nuestra voluntad de aprender, sapere aude, ¡atrévete a saber! No hay nada imposible para nuestro espíritu. Quid lingua latina est? ¿Es el recuerdo de la lengua primorosa de Virgilio? ¿Latín es un puñado de aforismos vacuos, pedantes entre tertulias, rimbombantes en ejemplos, atávicos en la épica del discurso?

Lengua franca en la Edad Media, al igual que la lengua «bárbara» del inglés de la época de «En Medio». Lengua tacitorelegada por la entrada al «hall». Todo es un «pack» reversible que se convertirá en un saccum que amanecerá en el vestibulum de nuestra concordia lingüística. No hay excusas, no hay pretensiones, sólo litterae para conocerse y no «christmas». El inglés queda «in» dentro de un «set» de modernidad decadente o devoradora de cifras económicas. Cuando uno tiene «denarios» es más aristócrata, más elegante y pertinaz en el buen estilo que el cochambroso y vulgar «money» que alude al mono. Todo es latín de ida y vuelta. Partimos del Lacio para regresar al Latium y juntarnos en Britania o en Hispania. No es la concordia ordinum o el consensus omnium bonorum sino la corcondia omnium linguarum para tener la humanitas y no ser barbarus en medio de la mediocridad reinante.

Somos unos «outsiders» del foro, de la lucha dialéctica, de las distancias cortas. Modificando la frase Graecum por Latinum est, non legitur, la lengua se habla y luego por cariño y hermanamiento se lee por ello. Cur latine loqueris? Sólo está en ti. Cuando hablas, callas. Silencio de lenguas y ruido de historias. Bajas a Virgilio y te acuerdas de Eneas para decirle Ut vales? Épicamente te responde: Optime tecum. Podrás ser el protagonista de la Eneida, ¡ah! el amante en los versos de Ovidio, el que disfruta de la vida en Horacio, el «pillo» en Plauto, el general en Tácito. Todos los autores te verán leyendo su lengua, todos los libros te esperarán para que les hables con tus ojos y tus manos. ¡No te defraudarán! Sigue sus consejos, critica sus ideas, emula las hazañas de sus héroes, disfruta con sus poemas de amor, pero sobre todo vive, en el buen sentido del término, goza de la vida con sus obras. Así es el latín, un enigma no resuelto, acróstico mal leído, palíndromo mal construido. Tendrás la llave, la clave de alguna casilla, con sermo latinus, las demás están abiertas.

Cura ut valeas.

FUENTE: http://www.revistaatlantida.com/index.php?option=com_content&view=article&id=305:-latine-loqueris-&catid=99:articulos&Itemid=497