Enrique Moreno Gimeranez | La Habana (Cuba) www.almamater.cu 15/04/2013
Caminaba pensativo de un lado a otro de la habitación. Despacio frotaba su barba blanca y avanzaba unos pasos adelante.
—¡No estoy muerto! Vivo en varias partes de este mundo a pesar de mi ancianidad, —exclamaba Don Latín en alta voz. Con el cuerpo encorvado y la ayuda de un bastón de madera aseguraba:
—Luego de tantos años de aventura, conquisto un espacio especial dentro de la Biología, el Derecho, la Medicina, la Religión y tantas otras esferas de la vida humana. Pero confieso algo: adoro a los estudiantes. ¡La Universidad ocupa un sitio distintivo en mi corazón!
Este ilustre abuelo expresaba sabias palabras. Desde que los romanos ocuparon la mayor parte de Europa, constituyó el lenguaje universal por más de 600 años. Tras la caída del Imperio Romano, conquistó gran influencia en la ciencia y la Educación Superior. En la Edad Media, con el surgimiento de las primeras universidades representó la lengua oficial en la enseñanza. Como estas instituciones pertenecían a la Iglesia por Bula Papal, empleaban el latín en las prácticas escolásticas. En la actualidad mantiene vigencia en las casas de Altos Estudios de todo el mundo de diferentes maneras.
La palabra universidad procede del latín universitas, formada sobre el adjetivo universus-a-um («todo», «entero», «universal»), derivado a la vez de unus-a-um («uno»). En el Medioevo esta locución latina se empleó en los primeros momentos para designar cualquier comunidad en su aspecto colectivo. Cuando denotaba una agrupación dedicada a la educación, las personas agregaban un complemento: universitas magistrorum et scholarium, que aproximadamente significa «comunidad de profesores y académicos».
La Academia recibió otro calificativo metafórico desde su surgimiento. La expresión alma máter procedente del latinismo alma mater, significa literalmente «madre nutricia» (que alimenta). Este término fue utilizado en Roma Antigua para describir a la Diosa Madre y, años después, a la Virgen María. Sin embargo, su significado actual deriva del lema Alma Mater Studiorum («madre nutricia de los estudios») de la Universidad de Bolonia fundada en 1088, la más antigua del mundo occidental. De esta forma se reafirma que la Institución, como una auténtica madre, alimenta de conocimientos y cuida de sus estudiantes.
Pero la lengua latina ocupó también otros escenarios dentro del Campus. Sus letras acompañan cada graduación y acto solemne con la interpretación de una melodía representativa para la Casa de Altos Estudios. El Gaudeamus igitur («Alegrémonos pues») constituye el himno distintivo de los universitarios a escala internacional. Se eligió en el año 1959 durante los primeros Juegos Universitarios o Universiadas celebrados en Turín, Italia.
Su título original De brevitate vitae («Sobre la brevedad de la vida») se escuchó por vez primera en institutos alemanes a mediados del siglo XVIII. Varios estudiosos presumen que la letra corresponda al siglo XIII, sobre la base de un manuscrito en latín encontrado en la Biblioteca Nacional de París con fecha de 1287. Aunque la expresión «gaudeaumus igitur» no aparece en ese texto, las palabras de algunos versos permanecen casi iguales.
La canción exhorta a la alegría desde el inicio: Gaudeamus igitur, iuvenes dum sumus («Alegrémonos pues, mientras seamos jóvenes»). Además reconoce a las Academias como baluartes en la instrucción de los seres humanos en varios momentos: las frases Vivat Academia, vivant professors («Viva la Universidad, vivan los profesores») y Alma Mater floreat quae nos educavit («Florezca la Universidad que nos ha educado») así lo confirman.
Más allá de la melodía musical, este lenguaje forma parte de la vida de la Institución. Los alumnos de las universidades más longevas utilizaban frases en latín en sus actividades cotidianas.
Resultaba común entre los jóvenes la expresión Carpe noctem («aprovecha la noche»), cuando estudiaban antes de un examen o asistían a una celebración. Utilizaban Magna cum laude («con honor») cuando obtenían excelentes calificaciones en los exámenes académicos y Summa cum laude («con máximo honor») como denominación para los graduados con Título de Oro.
El Claustro acuñaba también sus términos de acuerdo a sus actividades docentes. La expresión Lapsus clavis («error de clave») resultaba frecuente entre los profesores ante equivocaciones cometidas por estos en la revisión de evaluaciones.
Otras expresiones como Baccalaurei in Scientiis («Bachiller en Ciencias») o Magister in Scientiis («Maestro en Ciencias») constituyen títulos universitarios empleados en la actualidad. El más ilustre reconocimiento otorgado por la Academia a personas eminentes en ciertos ámbitos profesionales proviene también de un latinismo: el Título Honorífico Doctor Honoris Causa («Doctor por causa de honor»).
Esta lengua se utiliza en logotipos de varias universidades del Planeta como exponente de la tradición y el prestigio de las mismas. En Latinoamérica, las instituciones más antiguas exhiben emblemas y consignas en latín. El escrito Argentum virtus robur et studium («La virtud argentina es la fuerza y el estudio») figura en el lema y logo de la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Mientras que Se lumen proferre («Proyectarse a la luz») y Universitas Carabobensis («Universidad de Carabobo») rodean los escudos de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, México y la Universidad de Carabobo, Venezuela, respectivamente.
Pero ¿cuánta huella latina existe en las academias cubanas? ¿Influyó esta lengua en la Mayor de las Antillas?
Desde finales del siglo XVII los sacerdotes Dominicos, con una larga tradición educativa y docente, realizaban gestiones para la apertura de un centro con rango de Universidad en la ciudad de La Habana. No obstante, hasta el día 5 de enero de 1728 no consiguieron la fundación oficial de la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana, ubicada en el Convento de San Juan de Letrán.
El latín figuró entre las primeras materias impartidas a los estudiantes, debido al control de la Iglesia sobre la enseñanza. Posteriormente, se limitó principalmente a los matriculados en las carreras de Filología y Derecho.
En varios sitios del recinto habanero se evidencia el empleo de esta lengua como símbolo de tradición y cultura. El Aula Magna de la Universidad, edificio de notable belleza arquitectónica y artística quedó inaugurada en octubre de 1911. Con más de cien años, mantiene una decoración inspirada en el estilo neoclásico y barroco.
Algunos lemas en latín, destacan en la decoración del Aula Magna: «No se encuentra la venerable ciencia en cómodo lecho sino que sólo a través de arduo esfuerzo es que se le domina». «Frágil y breve es la vida que nos da la naturaleza la cual puede hacerse inmortal por nuestras obras». «Es muy propio el errar, pero solo los torpes perseveran en el yerro». Y, «Unos días en la vida de un hombre erudito valen más que muchos años en la vida de un ignorante».
Otra de las manifestaciones del latín en esta Casa de Altos Estudios constituye el símbolo por excelencia de la Universidad de La Habana: la estatua Alma Mater. Esta obra del escultor checo Mario Korvel recibe con los brazos abiertos a los estudiantes en la entrada del edificio del Rectorado desde 1920. Reafirma el significado atribuido a la Universidad producto del latinismo alma mater.
El estrecho vínculo de la lengua latina con las universidades cubanas resulta visible también en otros aspectos. Esta relación sobresale en emblemas de otros centros de Enseñanza Superior de la nación.
La Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas (UCLV) reflejó en su insignia el estrecho lazo con el latín desde su inauguración el 30 de noviembre de 1952. El escudo de la UCLV presenta en su anillo exterior el nombre de la institución y en el anillo interior, la frase Veritate sola nobis imponetur virilis toga («Solo la verdad nos impondrá la toga viril») junto a 1948, año en que se propuso la fundación del recinto. En el centro del emblema sobresale la isla de Cuba en el medio del mar y, sobre esta, una antorcha iluminada. Así simboliza el lugar en que se encuentra situada geográficamente la Casa de Altos Estudios. Por su parte, la antorcha representa la luz que aportan los conocimientos.
El latín se impartió como una asignatura más en algunas carreras durante los primeros cursos académicos de la institución. Con el paso del tiempo, solo los alumnos de la carrera de Filología reciben dicha materia en el centro, aunque los de Derecho pueden cursarla como una optativa en vinculación con su rama.
El nombre actual de la revista de los universitarios cubanos también tiene su origen en el latinismo alma mater. Desde su surgimiento en noviembre de 1922 bajo el nombre de Nuestro Credo, su editorial refleja los intereses de los jóvenes de todo el país.
Don Latín tenía razón con sus planteamientos: él no estaba muerto. Su presencia se manifiesta aún en este mundo, especialmente en las universidades. Este multifacético abuelo acompañó a la Casa de Altos Estudios desde su surgimiento, como un verdadero amigo. Aunque camina encorvado con un bastón de madera, aún recorre los pasillos de la Academia. Ya escuchamos sus pasos. ¡Silencio! Don Latín avanza…
(Enrique Moreno Gimeranez es estudiante de Periodismo)
FUENTE: http://www.almamater.cu/sitio%20nuevo/paginas/universidad/2013/abril/latin.html