Pedro Cabecera | Badajoz www.lacronicabadajoz.com 03/06/2012
La localidad pacense vive ilusionada por el beneficio que puede suponer contar con un monumento que es Patrimonio de la Humanidad, pero los vecinos y el dueño del balneario se preguntan qué ha pasado para tardar 19 años en saberlo.
Más vale tarde que nunca. Este dicho popular español expresa el sentir del pueblo de Alange y de los propietarios del balneario ubicado en esta localidad pacense, después de que tras casi 19 años han conocido que las termas romanas de este enclave están consideradas como Patrimonio de la Humanidad. Todo se atribuye a un lapsus burocrático ocurrido entonces y que ahora conduce a dos preguntas: ¿Qué pasó en 1993? y ¿qué va a pasar para aprovechar este título? Lo cierto es que mientras se resuelven estas cuestiones la humanidad se ha perdido unas verdaderas joyas arquitectónicas y sanitarias en torno al agua, existentes ya en la época de los emperadores Trajano y Adriano, y las únicas dos termas romanas aún hoy en uso. La sensación en Alange (su nombre procede de la cultura árabe y significa Agua de Alá) es agridulce; ya que siente que se ha perdido una oportunidad para crecer por lo que conlleva un reconocimiento como ese; pero sabe que, si se hacen bien las cosas, a partir de ahora todos tienen mucho que ganar.
Dedicadas a Juno, diosa de la fertilidad, por parte del patricio romano Licinio Sereniano en agradecimiento por la salud de su hija Varinia Serena, la recuperación del balneario y sus termas se produce en el siglo XIX tras siglos de abandono. Gran parte de culpa de esa mejora se debe al médico local Abdón Berbén y a su familia, que en 1860 lo compra y rehabilita las termas romanas construyendo nuevas instalaciones que se integran en la estructura primitiva. Ya el siglo pasado, en la década de los setenta, toman el testigo Luis Miguel Fernández-Chiralt; y su mujer, María Dolores Navarro, la cuarta generación de la familia, que las actualizan y habilitan técnicas avanzadas para las aguas termales, además de levantar dos hoteles a su alrededor: Varinia Serena (1989) y Aqua Alange (2006). En la actualidad, la quinta generación de esta familia es la que dirige los designios de estas instalaciones, por las que cada año pasan en torno a 10.000 personas para conocer la bondad de sus aguas.
Volvemos aquí a una de las preguntas del principio. ¿Qué pasó hace diecinueve años para que nadie del pueblo haya tenido constancia de que las termas son Patrimonio de la Humanidad desde 1993? La respuesta la da Juliana Marín, alcaldesa de Alange entonces. Asegura que le llamaron del Ayuntamiento de Mérida para comentarle que iban a incluir a las termas romanas de Alange como Patrimonio de la Humanidad formando parte del conjunto arqueológico de Mérida, ya que Alange era una villa termal de descanso para los romanos de Augusta Emérita. Sin embargo, tras consultarlo, contestó que «Alange no es una pedanía de Mérida, sino un municipio propio, y además, las termas son de una entidad privada, no del ayuntamiento», por lo que instó al comunicante emeritense a ponerse en contacto con los dueños del balneario para que ellos decidieran. «Posiblemente los dueños del balneario le hubiesen dicho que sí, porque el prestigio que se le da al pueblo es grande, pero no eran públicas y les dijimos que hablasen con ellos», insiste.