Carmen del Vando | Milán www.elmundo.es 31/07/2015

El Palacio Real de Milán acoge hasta enero del año que viene una muestra con más de 200 obras características de lo que es la raíz histórica de la cultura occidental.

En su conjunto, la mitología constituye una masa de narraciones legendarias de todo orden y época. La primera distinción resulta del origen del texto: ciertas leyendas son romanas y la mayor parte helénicas. Lo cierto es que las dos mitologías se enlazan en muchos puntos de contacto, aunque siguieron caminos distintos y de diferente extensión antes de encontrarse. Y no cabe duda de que el pensamiento mítico griego es sobremanera el más rico, el que impondría sus formas al siguiente.

Las más recientes investigaciones han revelado que las estratificaciones más profundas de la mitología romana se remontan a la prehistoria de la 'estirpe' latina. De hecho, son las fábulas clásicas de la mitología latina -a menudo variantes banales de narraciones helénicas que dejan entrever un elemento nacional-, a las que la leyenda da una explicación: aparentemente Minerva en Roma no representa más que otra denominación de Atenas, si bien sus aventuras se comprenden única y justamente dentro de la mitología latina.

Prácticamente la división entre ambos pensamientos es bastante difícil, aunque no imposible y se sabe a ciencia cierta que la cultura romana, receptora de una primera influencia griega, supo mantener cierta originalidad por las diversas aportaciones: substrato latino, disciplina etrusca e impregnación sabélica permitieron al pensamiento romano encanalar en cierto sentido la evolución incomparablemente más copiosa que la de la mitología helénica. En lo que respecta a las leyendas funcionó como en la escultura, pintura o arquitectura desarrolladas en Roma gracias a técnicos helénicos, cuya trayectoria no fue insignificante, alcanzando su máximo relieve bajo el imperio.

Mitología y naturaleza
La cita milanesa penetra en los hogares, en los templos, en los ritos sociales y religiosos, en los campos para ofrecer los testimonios de esta vasta cultura mediterránea, griega y romana, la raíz histórica de la civilización occidental. Lucen las figuraciones más fascinantes de la naturaleza, con más de doscientas obras de arte griego, magnogriego y romano: vasijas, terracotas votivas, estatuas, frescos y objetos de lujo de oro y de plata, ordenados cronológicamente del siglo VIII a.C. al II d.C., en seis secciones temáticas, enfocando la producción artística de la Italia sureña helenística y romana, en especial modo los hallazgos arqueológicos de la zona vesubiana y la pintura mural pompeyana.

'El espacio de la naturaleza' muestra las primeras figuraciones de la edad arcaica que representan una naturaleza salvaje y sobre todo las repetidas escenas marinas como el naufragio, reproducido de forma grandiosa e inquietante en la escena de la vasija del siglo VIII a.C. del Museo de Ischia. 'El mar y su fauna' inmortalados en las monedas del siglo V y en las célebres pinturas funerarias de Paestum, se expanden en las grandes vasijas de figuras rojas de la Magna Grecia del V y IV a.C. 'La naturaleza como señal y metáfora', es decir la relación del hombre con el ambiente, se desarrolla en sentido simbólico como demuestra la excepcional lastra funeraria,'la zambullida', de Paestum.

Sobresale el valor metafórico de plantas o animales en la decoración ceramista griega y magnogriega de los siglos V y IV a.C. El arte figurativo elabora las historias de Dionisio centradas en el vino, las de Demetra en el trigo así como las de Triptólemo, que enseñó a sembrar al hombre. En cuanto a 'La naturaleza cultivada don de los dioses', la estatua de Triptólemo de Santa María Capua Vetere y las lastras votivas de Locri, espléndidos ejemplos de bajorrelieves en terracota de los siglos V y IV a.C. muestran unas magníficas ilustraciones de las divinidades de la vid y el trigo.

Se prosigue con 'El jardín encantado' a través de la decoración de una naturaleza exuberante que evoca jardines mágicos de la vida beata tras la muerte donde la naturaleza está figurada como adorno, no realística. Los motivos naturalísticos que aparecen en los recipientes de figuras rojas del siglo IV a.C. se transmiten hasta la época romana a través de vasijas, pinturas, elementos arquitectónicos y decorativos, en objetos de plata y en relieves marmóreos.

Las obras de 'El Paisaje' hacen su entrada en el arte de época helenística y llegan a Roma a inicios del siglo I a.C a las viviendas aristocráticas y burguesas de la edad imperial. Por otro lado, 'El verde real y el verde pintado' reúne espectaculares ilusiones pictóricas de jardines en las 'domus' romanas y campanas. Mientras 'El Mediterráneo a los piés de los Alpes' se concentra en los modelos que las lujosas villas marítimas difundieron en las grandiosas residencias lacustres durante la romanización de la Italia norteña.

FUENTE: www.elmundo.es/la-aventura-de-la-historia/2015/07/31/55bb1cf446163fe8658b456c.html