Francisco Rodríguez AdradosFrancisco Rodríguez Adrados, La Tercera de ABC www.abc.es 25/07/2005

Con los socialistas de antaño se podía negociar: sobre la Cultura Clásica en la ESO, sobre Latín y Griego en el Bachillerato, donde eran materias de modalidad. Rectificaban, Solana, Rubalcaba, Marchesi y los demás, eran sensibles…

No tengo más remedio que cambiar de tercio y volver a este tema. Aunque quizá sea el mismo tercio. Y aunque aburra al lector. Pero no tiro la toalla. Es una cosa desgraciada, pero cada vez que viene el socialismo, el tema de las Humanidades Clásicas se remueve. Lo que a duras penas se había, no gran cosa, conseguido, queda en suspenso. Hay que empezar de nuevo, como en el juego de la oca. No había sido nuestro dorado, ni muchísimo menos, la ley General de Educación de 1970. ¡Época por lo menos en una cosa áurea, cuando logramos que las Cortes hicieran retirar al Gobierno sus propuestas y salvamos un año de Latín obligatorio! Pero en el 84 vinieron los socialistas más iluminados y quisieron echarlo todo abajo. Luego, con otros socialistas menos iluminados, pero más tratables, logramos en alguna medida restablecer la situación.

Con el PP, desde el 96, apenas avanzamos, porque todo quedó, absurdamente, frustrado por enfrentamientos políticos. Pero algo se ganó en el siguiente período del PP, desde el 2000, con la ley de Mínimos y la de Calidad. Pero, con los socialistas, la tal Ley de Calidad, la LOCE, o la parte de ella que nos afectaba, no fue puesta en práctica. Vendrá otra ley, la LOE. Vuelta a empezar. Los lectores tienen derecho a que yo los sitúe, uno se pierde en esa jungla. Y no entiende. Quizá se trató de razones políticas: el PSOE necesitaba en un cierto momento carne en el asador (luego le llegó mucha: el «Prestige», Irak). Podía haber retirado, entonces, la patata caliente, ya innecesaria. Pero no. Como en la enseñanza universitaria, ya que echó para abajo tantas cosas del PP, podía haber echado abajo su propuesta, en trámite entonces, procedente de los acuerdos de Bolonia: menos cursos, menos especialidades, menos gasto (menos Ciencia). No lo hizo. Pero aquí, por lo menos, en este momento parece que se está en el buen camino: se acepta que haya Filología Clásica y haya una titulación de Español. Enhorabuena.

En cambio, de la enseñanza secundaria nada oficial sabemos. En el anteproyecto, publicado en internet, en el Bachillerato las palabras Griego y Latín no aparecen. En la ESO, se habla de Latín y de Cultura Clásica, pero como optativas dentro de una jungla: exactamente, lo que no queríamos, lo que se había superado. La ministra, me dicen, da buenas palabras. Estupendo. Pero necesitamos el Boletín Oficial. Y en reuniones del Consejo Escolar, de que hablan los periódicos, sacan a flote la Filosofía, a nosotros ni se nos menciona. Todo esto es lamentable.

Créanme mis lectores: negociamos a la baja, creo que lo correcto sería anular la LOGSE, madre de todas las desgracias de la enseñanza secundaria, y empezar desde el punto anterior. Pero, en fin, negociamos a la baja. Y nos quedamos, o me quedo, estupefacto, por estas sucesivas agresiones del partido socialista cuando llega al poder. Saber algo del mundo clásico es necesario para tener algo de cultura, un mínimo. Un poco de Cultura Clásica para todos, en la ESO, un año de latín, también en la ESO, para los que fueran a Humanidades, era lo mínimo. Dos cursos de Griego y Latín, en el Bachillerato, en Humanidades y con posibilidad de acceso para otros, no debería ser discutido. No lo harían los viejos socialistas, que eran gente culta, en España y fuera. Sabían que libertad, igualdad, democracia eran cosa de los griegos. Hasta socialismo, si me apuran: socialdemocracia llaman algunos a la Atenas de Pericles. En todo caso, el ideal socialista, como el democrático, es un derivado del Humanismo de los griegos, latinos y renacientes. Lean, si no, a Fernando de los Ríos, que tanto ayudó a las lenguas clásicas en la época de la Segunda República. O a Jules Marouzeau, en Francia.

Pues así estamos: con propuestas de menos materias serias, más «marías», mucha cháchara pedagógica, mínima mención de las lenguas clásicas en el anteproyecto, ninguna después. El famoso informe PISA, que descalificaba hasta el máximo la educación española, da en el clavo. Querríamos asignaturas pocas y serias, obligatorias para todos, con las menos optativas y «marías» y flexibilidades y discrecionalidades y autoridades varias que se pueda. Se nos abren las carnes pensando que si va a haber algo de Latín y Griego y Cultura Clásica (y lo demás) va a depender de autoridades autonómicas o locales o de los propios centros. La descentralización de la enseñanza ha sido una de las desgracias de nuestro país en los últimos tiempos. Y parece que es un compromiso. No querríamos que lo fuera a nuestras expensas (ni a las de nadie).

Vuelvo al anteproyecto, perdonen la insistencia. En sus 128 páginas la palabra Griego no aparece, la palabra Latín aparece una sola vez, página 32, en la que es, en la ESO, en el cuarto curso, una de las tres materias opcionales que los alumnos podrán escoger dentro de una lista de ocho. Total: una caída en picado. Esto el Latín. La Cultura Clásica, materia que los socialistas introdujeron para paliar de algún modo la desaparición del latín obligatorio, aparece en la página 31: «Los alumnos cursarán alguna materia optativa. La oferta deberá incluir una segunda lengua extranjera y Cultura Clásica». De ser obligatoria, la Cultura Clásica pasa a ser una optativa en una competencia imposible. Esto en la ESO, todo optativo y en condiciones de inferioridad, repito. Y en el Bachillerato nada de Latín ni de Griego: ninguna mención. Habrá que esperar a que la «Administración educativa» (¿el ministerio? ¿Las autonomías?) ordene las materias optativas, a que algún centro haga la oferta de estas materias (si nos incluye en ella). Eso es quedarse a la intemperie, con la mano extendida por si algo cae en la reglamentación.

¿Qué hemos hecho para merecer esto? ¿Qué pecado? Los viejos socialistas, ya digo, no lo comprenderían. O sea: muchísimo menos que en la ley de Educación del 70, mucho menos que en la LOGSE de 1990. ¡Yo que la combatí, ahora la echo de menos! Nos dejan en la calle. Con los socialistas de antaño se podía negociar: sobre la Cultura Clásica en la ESO, sobre Latín y Griego en el Bachillerato, donde eran materias de modalidad. Rectificaban, Solana, Rubalcaba, Marchesi y los demás, eran sensibles a ciertos argumentos. Decían, yo se lo he oído, que no querían pasar a la historia como verdugos de las Clásicas. A ver si ahora encuentran eco. Antes, ya dije, a las Cortes de Franco les habíamos ganado la misma batalla. Luego, con el PP, la Cultura Clásica tenía un curso en 3º de ESO, en un itinerario científico-humanístico, el Latín uno en 4º, en el humanístico. En el Bachillerato de Humanidades y Ciencias Sociales, Latín y Griego eran materias de modalidad, con dos cursos cada. Un paraíso. Claro que un paraíso que no llegó a estrenarse. Pues nos quejábamos. Yo le propuse personalmente a Aznar separar el Bachillerato Humanístico del de Ciencias Sociales, a fin de hacerlo humanístico de verdad, descargándolo de intrusiones. Nadie me hizo caso. Pero esto es peor. La verdad, no lo entendemos. En Europa nos mirarán de arriba a abajo, como a meros incultos de un país innombrable. Porque, después de todo, nuestras lenguas derivan del latín, nuestro léxico culto y científico es griego y latino. Y hay mil influjos en nuestra literatura, en nuestro arte. Cervantes o Unamuno u Ortega no se comprenderían sin esto. Ni nuestros pintores ni nuestros monumentos. Ni Europa, una creación de griegos, de latinos, de cristianos, de hombres ilustrados.

Esto es lo que tenía que decir. Igual que la Sociedad Española de Estudios Clásicos. Y los dos mil quinientos firmantes de su manifiesto. Ahora, esperamos.