J. S. González | Madrid www.elpais.com 21/11/2010
El Canal de Isabel II prepara una exposición sobre el conquistador macedonio.
Un grupo de operarios trabaja a destajo en el interior de uno de los depósitos de agua del Canal de Isabel II bajo la plaza de Castilla. Lo hacen con cuidado artesano entre una sucesión de arcos de ladrillos rojos sostenidos por 144 columnas. Mientras algunos terminan de enmoquetar el antiguo aljibe y de colocar paneles y vitrinas, otro grupo de técnicos se arremolina en torno a unas maletas, que acaban de recibir. Desembalan con precisión quirúrgica objetos milenarios envueltos en material acolchado. Entre ellos, un casco frigio de bronce con un pequeño saliente a modo de visera perteneciente a Alejandro Magno, el gran conquistador macedonio que en el siglo IV antes de Cristo colonizó el imperio persa y extendió su influencia hasta Oriente.
El recinto que ocupó el cuarto depósito de agua del Canal, de 2.000 metros cuadrados, convertido en sala de exposiciones se prepara para recobrar la memoria del héroe legendario Alejandro Magno. El encuentro de Oriente. Una muestra organizada por el Canal de Isabel II que contará con más de 300 piezas «de la máxima personalidad de la historia», según el comisario de la exposición Martín Almagro, que lo define como «el Bill Gates de la antigüedad».
Un recorrido por las entrañas de la sala días antes de que se inaugure la exposición, el próximo 3 de diciembre, muestra una actividad frenética, pero perfectamente calculada. Las piezas van llegando de forma escalonada para que los técnicos las cataloguen, las preparen y las coloquen con mimo reverencial en las vitrinas correspondientes. «Intentamos trasladarnos fuera del tiempo y el espacio para ver lo que hizo Alejandro en su tiempo», desliza Almagro mientras explica cómo se organiza la exposición, que contará con objetos cedidos por más de 30 museos internacionales. Entre ellos, los últimos hallazgos prestados por museos de Afganistán o Tayikistán.
La muestra estará formada por 10 salas que ofrecerán diferentes aspectos de la personalidad de Alejandro. Desde su juventud, cuando fue discípulo de Aristóteles y bebió de las enseñanzas de Heródoto; pasando por su carácter militar, sus tácticas y técnicas militares fueron usadas siglos más tarde por los romanos; hasta la influencia del imperio persa. El comisario de la exposición revela la desconocida influencia de Alejandro en España. Cuenta una historia de Julio César que al ver una estatua del conquistador macedonio en Cádiz se echó a llorar porque no podría alcanzar la grandeza del héroe griego.
«Fue un personaje histórico, un modelo de hombre emprendedor, explorador y descubridor de tierras muy remotas y desconocidas», señala Ignacio González, vicepresidente regional, que acompaña a un reducido grupo de periodistas en la visita al montaje de la exposición. «Intentamos imprimir un carácter singular a las exposiciones que traemos para que sean referencia internacional», dice el político para dejar su impronta. Mientras observa con curiosidad casi infantil algunas piezas se fija en unos protectores militares para las piernas, una pareja de grebas de bronce modeladas con tal precisión que se marcan los músculos. «Parecen las espinilleras de los futbolistas, de Cristiano Ronaldo», dice alguien de la comitiva. Mientras González sostiene uno de los delicados objetos para apreciar los detalles, una de las técnicos responsables del museo que cede la pieza le comenta en inglés: «Tenga cuidado que tienen 2.000 años».
Además de una gran colección de piezas históricas, la exposición ofrecerá un vídeo en tres dimensiones elaborado con escenas de la película Ágora de Alejandro Amenábar, donde se aprecian imágenes de la ciudad de Alejandría. Ahora los secretos del conquistador se podrán descubrir bajo las aguas de Madrid.