Francisco Apaolaza | Cádiz www.lavozdecadiz.com 11/03/2006
Un estudio técnico demuestra la existencia de hasta seis kilómetros de subterráneos de supuesto origen romano bajo la ciudad que serán visitables en el verano de 2007.
Francisco Apaolaza | Cádiz www.lavozdecadiz.com 11/03/2006
Un estudio técnico demuestra la existencia de hasta seis kilómetros de subterráneos de supuesto origen romano bajo la ciudad que serán visitables en el verano de 2007.
La leyenda mil veces susurrada a los niños boquiabiertos de Cádiz -«Si entras por la plaza de Mina puedes cruzar por debajo del suelo toda la ciudad, que está hueca como un queso gruyere»- se ha confirmado de una vez por todas. Los avances tecnológicos y el empleo del GEO-Radar han puesto en pie de una manera científica una de las creencias más misteriosas del imaginario gaditano. Al margen de los dragaminas y túneles de las fortificaciones de las Puertas de Tierra, conocidos como Cuevas de Mariamoco, entre 5 y 6 kilómetros de pasadizos de supuesto origen romano y de entre1,8 y 3,5 metros de altura se extienden desde Puerta Tierra hasta la Alameda, como hipotética conexión entre las zonas nobles del núcleo de Gades. La empresa Monumentos a la Vista y su gerente, Germán Garbarino han dedicado más de cinco años a investigar los secretos de los túneles gaditanos y respaldan esta tésis. Hoy se disponen a la puesta en valor de un tramo y a la creación de un centro histórico para visitantes de una importancia «comparable a la de las catacumbas de Roma».
La historia del descubrimiento no desmerece el planteamiento, nudo y desenlace de los best-sellers de novela histórica de la actualidad. En el colegio, Germán Garbarino escuchó de boca de un profesor la leyenda de Los 12 moros jugando a las cartas. Según el relato, un niño perdido por las cuevas de Cádiz, hambriento y exhausto tras horas de caminata, creyó ver, aterrado y a la luz de un farol, las figuras de doce moros jugando a las cartas en una sala.
Hace cinco años, Garbarino recibió el testimonio de un gaditano que aseguraba que esa sala se encontraba debajo de la calle San Juan y decidió investigarlo. Llegó a escuchar hasta 200 testimonios de personas mayores y miembros del la Iglesia, trasmitidos por tradición oral, «de los cuales más o menos 180 eran falsos». Historias de huidas en casos de asedio, niños perdidos, contrabandos, lupanares, batallas dieciochescas, refugiados escondidos durante la Guerra Civil…
Una vez contrastadas las pistas reales, configuró una hipótesis nueva: bajo el suelo de Cádiz existe una red de subterráneos situada dentro del recinto amurallado y distinta a las minas y contraminas de los glacis de las Puertas de Tierra.
Los investigadores siguieron uno de los testimonios que los llevó hasta la Iglesia de Santiago, en cuya cripta se encuentra «una gran puerta cegada por mortero, ladrillos y piedra ostionera. ¿Hacia dónde se dirigía? una habitación clausurada, o una entrada hacia los subterráneos investigados?».
En 2004, Garbarino recibió un plano confeccionado en 1837 por Serafín Manzano -aparejador del conocido ingeniero y arquitecto Torcuato Cañón- en el que se retrataba una red de túneles con información detallada de situación, estado y tamaño por tramos. El itinerario sugerido -y por fin comprobado- discurre desde las Puertas de Tierra hacia el Castillo de la Villa (en el entorno actual del Arco de los Blancos). En este lugar se desprende un ramal hacia el puerto (anegado según el mapa) y otro discurre hacia la Iglesia de Santiago y el Convento de San Francisco, terminando en la Caletilla de Rota, «un lugar que pudiera corresponder con los alrededores de la Plaza Argüelles».
El turno de la tecnología
Finalmente, el pasado verano los investigadores decidieron realizar una prospección tecnológica y contratar los servicios de Geytex, una empresa especializada en estudiar subterráneos, descubridora de los túneles del Baluarte de los Mártires de Ceuta. Para ello utilizaron un GEO-Radar, equipo que, mediante emisión de ondas hacia el subsuelo detecta, por cambio de densidades, la presencia de diferentes estructuras. Otra técnica utilizada fue la gavimetría, que al parecer detecta espacios huecos en el subsuelo. Las pruebas fueron realizadas en la Plaza de la Catedral, la Plaza de San Francisco, Candelaria y la Calle San Juan con resultados positivos.
Los resultados coinciden en cada lugar con el tamaño y situación de los planos de Serafín Manzano. Según Garbarino, que ha visitado restos de algunas entradas reutilizadas en sótanos, el Ayuntamiento y la Delegación provincial de Cultura reconocieron el descubrimiento en febrero y concedieron los derechos a los investigadores. La etapa inminente consiste en realizar «una microperforación en la plaza de la Catedral que traspase la bóveda del túnel por la que se introduciría una cámara de infrarrojos» para desvelar las entrañas del criptopórtico, una vez se expidan los permisos necesarios.
El subsuelo de Gades
Una vez hallados los túneles, quedaba saber quién los había construido. Según Garbarino, la red, o al menos una parte posteriormente ampliada, corresponde a la unión de los principales edificios del Gades romano. Los subterráneos conectarían las zonas nobles de la neápolis ideada por Balbo el Menor. El recorrido, utilizado según su teoría «para que los nobles evitaran transitar las peligrosas calles de la época», arrancaba en las cercanías del anfiteatro romano, bajo las actuales Puertas de Tierra. De ahí, los túneles transitaban «con pequeñas desviaciones de 30 grados» bajo la zona de templos (Campo del Sur) hasta los bajos del teatro romano, el Castillo de la Villa, y de ahí hasta la supuesta zona de edificios nobles, a los pies de la Iglesia de Santiago, entorno al que pertenece la construcción de la Casa del Obispo.
«No sabemos aún a quién corresponde la factura del resto de los pasadizos, ya que seguramente la red se fue ampliando», se reserva el investigador.
Puesta en valor
La intención de Garbarino, gerente de la em-presa que gestiona la puesta en valor y explotación turística de la Casa del Obispo, es abrir al público uno de los tramos de los subterráneos, concretamente los 500 me-tros que van desde el Castillo de la Villa hasta la Iglesia de Santiago. Una entrada se abriría en el Arco de los Blancos y otra en la Plaza de la Catedral.
Garbarino espera que «si todo marcha bien», los primeros visitantes puedan acceder al subsuelo en el verano de 2007. «Primero tendremos que ver qué nos encontramos ahí abajo», dice.
En un principio, según el plano y las prospecciones tecnológicas, el tramo se encuentra «en un buen estado». Dos cuestiones respaldan esta hipótesis. La primera es que «desde el siglo XVIII no se construye en la zona», un hecho que descarta el bloqueo del criptopórtico por los cimientos de viviendas posteriores al plano de Manzano. Por otra parte, «si se hubiese derrumbado el techo del túnel, lo hubiéramos sabido porque habría originado un gran socavón», dadas las dimensiones de los pasadizos.
Potencial turístico
«Esta iniciativa se puede convertir en un atractivo turístico de primer orden, porque aprovecha un bien histórico increíble», adelanta Garbarino. «En su visita se podría descubrir gran parte de nuestra historia, de cara al Bicentenario de la Constitución de 1812».
A la espera del estudio y el proyecto de puesta en valor del tramo, las cuevas se mantendrán apartadas del ojo humano, aunque sea por unos días, guardando celosas sus misterios y leyendas de patricios, asedios, niños perdidos y moros jugando a las cartas.