Carmen Álvarez | Cádiz www.diariodecadiz.com 10/03/2006
"Y que se abandone al placer del filete de pescado de Bizancio y que se introduzca furtivamente garum de Gadir". Con esta frase de Nicóstratos, fechada en el siglo IV antes de Cristo, la factoría de salazones de Cádiz recibe a los visitantes. Unos visitantes que cada día son menos, desde su apertura el pasado mes de septiembre. Por este motivo, la Delegación Provincial de Cultura de la Junta de Andalucía se ha propuesto dar a conocer este ejemplo de la industria romana a los ciudadanos y turistas y prepara varias actuaciones. Para empezar, están programando más visitas didácticas de grupos de escolares y, según adelantan, diseñan nuevas vías de difusión para que los ciudadanos se acerquen hasta este rincón arqueológico.
Levantada en el siglo I a.C., abandonada en el IV de nuestra era y descubierta en 1995, la factoría de salazones es una muestra del esplendor económico que vivió la ciudad en la época de los Balbo. Fue declarada Bien de Interés Cultural en 1998 y el pasado mes de septiembre la consejera de Cultura, Rosa Torres, acudió a su inauguración, tras años de trabajos para su puesta en valor. No hay duda de que la acogida fue buena, ya que en septiembre recibió 430 visitas (pese a abrirse a finales de mes) y en octubre alcanzó la cifra de 1.671 personas. Desde entonces, el índice de afluencia ha caído y ni sumando los últimos tres meses consigue reunir el mismo número de visitantes que en octubre. Desde la Delegación de Cultura, achacan esta bajada a la época del año, pero ya proyectan varias actuaciones para subir estos índices.
La factoría de salazones está situada en la calle Sacramento y abre de miércoles a domingo en horario de diez de la mañana a dos de la tarde. A su lado, un bingo reclama todas las miradas, mientras la pequeña placa que indica la entrada de este yacimiento pasa desapercibida para los transeúntes. Esto, unido a su reciente inauguración, da alguna pista sobre cuáles pueden ser las causas de baja afluencia. Mientras, su carácter gratuito difícilmente puede constituir una traba para los interesados.
Lo que puede contemplarse es tan sólo un fragmento de lo que en su día fue este recinto en el que se realizaba la limpieza del pescado, su corte y posterior salazón. A él se accede por unas escaleras y todo el conjunto puede contemplarse desde unas pasarelas de suelo transparente, para que nada interrumpe la visión de estas piletas construidas en mampostería de cantos rodados, piedra irregular y sillares de ostionera. La visita se completa con unos paneles explicativos aclaran la importancia de estos restos arqueológicos, las labores que se realizaban en la factoría e incluso la apariencia de Cádiz en esa época. Sin duda, un destino imprescindible.