Lena (Asturias) www.lne.es 29/08/2010
César Augusto, enfermo y agotado, delegó en Publio Carisio, cuyas fuerzas los astures pretendían derrotar por sorpresa. Una traición de los brigecinos -astures asentados en lo que hoy es Benavente- puso sobre aviso a la fuerza romana, maquinaria en aquel tiempo invencible y que constituía la base del «estado de mayor éxito que este rincón del globo haya conocido jamás», en palabras del historiador Peter Heather. En su huida, los astures se refugiaron en Lancia, cercada por los romanos hasta la derrota y respetada por los vencedores en una decisión poco frecuente: lo habitual era arrasar el terreno tomado. Comenzaba así una ocupación que se prolongaría más de seis siglos.
El historiador Jorge Camino considera que esta derrota de los astures abre la puerta a la invasión romana de Asturias. El nombre de Publio Carisio se vincula con La Carisa, la vía elegida por los romanos para superar la cordillera Cantábrica y adentrarse en un territorio, en el que todavía encontrarían resistencia, hasta ganar la costa. En el monte Curriechos, en el límite entre Lena y Aller, queda constancia del campamento romano de altura que daba protección a esa vía.
Lancia guarda así estrecha relación con la historia asturiana. Los escasos restos astures localizados en la excavación muestran en algunos casos ciertas afinidades con piezas halladas en la Campa Torres, parecidos que el arqueólogo Jesús Celis Sánchez, director del Instituto Leonés de Cultura, dependiente de la Diputación Provincial de León, atribuye más a un efecto similar al de la moda que a uniformidades culturales. La importancia de Lancia en el mundo prerromano del noroeste español es incuestionable y quizá se trata del «poblado más grande de la zona astur», según el historiador, quien admite que «apenas conocemos lo que está por debajo del estrato romano de ocupación». Los asentamientos astures eran núcleos autónomos, cuyos pobladores carecían de vínculos políticos y «de estructura territorial como pueblo organizado». Fue la presencia romana la que los unió frente a un enemigo común y la que propició «una concentración de tropas importante», en palabras de Celis, para enfrentarse a las legiones imperiales que pasaban el invierno acampadas en las proximidades del Esla.
Jesús Celis excava en Lancia desde hace quince años junto con Jesús Liz Guiral, catedrático de Arqueología de la Universidad de Salamanca. En este tiempo han dejado al descubierto apenas una hectárea de un asentamiento cuyos límites están bien definidos -han localizado los basureros, que siempre son la última frontera urbana-, y la técnica de georadar y las fotos aéreas han revelado la envergadura del yacimiento. Así se sabe que el foro de la antigua ciudad romana está bajo un cebadal.
Las termas de la Lancia romana y el antiguo mercado son los elementos que más destacan en la parte del yacimiento que hoy es visitable y en la que este año sólo se realizan labores de consolidación y mantenimiento. La última campaña de excavaciones dejó al descubierto una construcción civil, probablemente un templo, en el corazón del entramado urbano. En conjunto, lo que los arqueólogos han puesto de nuevo al sol es apenas una hectárea de las 40 que abarcaría la zona elevada de este asentamiento. Celis reconoce que carecen de medios para más, pero tampoco está en sus previsiones «abrir una gran extensión». Además, la mayor parte del terreno es propiedad privada, en la que cualquier actuación arqueológica tendrá que ir precedida de una expropiación.
Hay trabajo para muchos años, aunque quizá no tantos como los que el tiempo y la historia han invertido en sepultar una ciudad que alcanzó en torno a 5.000 habitantes en su momento de mayor expansión, entre los siglos II y III de nuestra era. Era una población notable para la época, aunque sin excesiva presión demográfica, en un espacio esponjado por construcciones como los corrales propios de un poblamiento agropecuario.
Ese ritmo de recuperación lenta del pasado puede acelerarse por acontecimientos externos. En cada campaña de dos meses Liz y Celis pueden levantar unos 200 metros cuadrados. En el mismo plazo de tiempo la empresa de excavaciones arqueológicas Strato ha removido 35.000 metros cuadrados en la parte baja del yacimiento con la urgencia de localizar y documentar todo lo que haya de interés en la franja de terreno sobre la que ya se abre la caja de la autovía entre León y Valladolid. A un kilómetro de Mansilla de las Mulas, en las proximidades de una gasolinera, los arqueólogos rematan su trabajo a escasa distancia de donde camiones y excavadoras mantienen el ritmo de una obra que ha propiciado una intensa controversia.
Cuarenta peones y cinco arqueólogos bajo la dirección de Gregorio Marcos han trabajado a una velocidad inusual en los yacimientos arqueológicos. El resultado es el hallazgo de una necrópolis de incineración, en la que se sepultaban las urnas con las cenizas del fallecido, entre los siglos I y II, así como tumbas de los siglos III y IV, junto a otras medievales, además de dos hornos de cerámica, uno romano y otro posiblemente medieval, así como viviendas de trabajadores propias del arrabal de la antigua ciudad. Lo hallado «desborda incluso nuestras previsiones», apunta Jesús Celis. Los arqueólogos habían advertido ya del peligro potencial que para el yacimiento suponía llevar la autovía por el trazado elegido y «avisamos de que se podían encontrar» elementos de valor histórico en un lugar que está calificado como bien de interés cultural. Los trabajos en la zona afectada por la autovía se han realizado «porque hay una obra que resolver», pero sus «planteamientos nada tienen que ver con el proyecto de investigación que nosotros desarrollamos desde hace quince años», constata Celis Sánchez.
Las advertencias de quienes han delimitado Lancia no alteraron los planes del Ministerio de Fomento, que mantuvo el trazado elegido frente a otras dos opciones posibles. Tampoco la campaña ciudadana de la Plataforma Salvemos Lancia, que considera en peligro «el mayor y más valioso yacimiento arqueológico de la historia de León», ha frenado hasta ahora el avance de las excavadoras. Con las labores arqueológicas a punto de concluir, será la Comisión de Patrimonio de la Junta de Castilla y León la que tendrá la última palabra sobre la continuidad de la obra de la autovía en ese punto. Pero ésa ya no es una batalla de astures y romanos.