El Cairo | EFE 24/10/2008
La peculiaridad de estas piezas, al igual que ocurre con la que se encuentra en la capital inglesa, es que contienen textos escritos en tres idiomas -jeroglífico, demótico y griego-, aspecto que convirtió a la piedra Rosetta en un artefacto fundamental en la historia de la egiptología.
Una sala apenas transitada del Museo Egipcio acoge desde hace años a dos «hermanas» de la famosa piedra Rosetta. Ahora, un investigador egipcio intenta reivindicar el valor de ambas estelas y darlas a conocer al gran público.
La clave
Descubierta en el Delta del Nilo en 1799, la pieza permitió al francés Jean François Champollion descifrar por primera vez el significado de los jeroglíficos entre 1822 y 1824.
Shamma asegura que su principal deseo, como egipcio, es que esta piedra regrese algún día a su país, aunque, en su opinión, los ingleses «nunca la devolverán». «Pero no es el fin del mundo», afirma.
Su iniciativa contempla mover las otras dos estelas, ubicadas en la sala grecorromana del Museo Egipcio, «para colocarlas en un buen sitio, frente a la entrada», un lugar que a día de hoy ocupa una pobre réplica de la piedra que se muestra en Londres.
En mejor estado
«Antes creía que aquella era muy importante», reconoce. Sin embargo ahora considera que no es tan importante como las que están en Egipto, ya que éstas se encuentran íntegras y en mejor estado de conservación.
Subraya también que el contenido de los textos es «similar». Al respecto, el recuadro que acompaña a los expositores en el museo cairota concreta que se trata de una inscripción trilingüe equivalente a la de la piedra Rosetta.
Shamma, que trabaja como guía turístico, es también un polémico investigador, autor de controvertidas teorías sobre el antiguo Egipto y, además, un asiduo de los programas de televisión.
En el candelero
Hace un año ya acaparó la atención de los medios al denunciar que la Esfinge de Giza estaba amenazada por aguas subterráneas, declaración por la que algunos llegaron a tacharle de demente. Sin embargo, las autoridades finalmente pusieron en marcha una operación para proteger la famosa estatua, aunque insistiendo constantemente en que su integridad nunca ha corrido peligro.
Ahora, Shamma vuelve a las portadas con esta nueva iniciativa. Según los datos que manejan los museos Egipcio y Británico, las inscripciones de las estelas corresponden a diferentes decretos emitidos durante el periodo ptolomaico, que se extiende entre los años 350 a.C. y 30 a.C.
La que permanece en Londres pertenece al reinado de Ptolomeo V (204-180 a.C), mientras que las piezas mostradas en El Cairo, ambas con el mismo texto, fueron emitidas bajo la autoridad de uno de sus antecesores, Ptolomeo III (282 a.C.-221 a.C.).
Poco famosas
Actualmente se exponen en el interior de la sala grecorromana, apenas visitada en comparación con otras áreas del Museo Egipcio. Shamma lamenta que a pocos metros, en la entrada principal, los guías se apiñen ante la minúscula copia de la piedra Rosetta para explicar a los turistas su historia e importancia.
Pero no todos están de acuerdo con él. Una de las conservadoras del Museo Egipcio, Saha Abdel Razik, defiende, por un lado, que «no es el mismo texto» que contiene la piedra Rosetta. Pero además recuerda que, aunque las tres piezas arqueológicas son importantes, el valor del ejemplar que está en Londres radica en que sirvió para desvelar, por primera vez, la escritura de los antiguos faraones.
La historia se ha encargado de relevar a las dos «hermanas» de la piedra Roseta, encontradas en 1866 y 1881, a un segundo plano. Pero quizás, en unos años, el esfuerzo de Shamma logre rescatarlas del anonimato y el caos que domina el Museo Egipcio de El Cairo.