Ángeles Lucas 23/05/2018 www.elpais.com

Se trata del llamado Arco de Jano Augusto, que ha sido localizado en la localidad jiennense de Mengíbar.

Sepultados bajo la tierra de la campiña de Jaén han aparecido en forma de piedra los restos de un pasado que redimensionan la Historia y marcan dos hitos clave: uno geográfico y otro histórico. Son las dos bases del Arco de Jano Augustus, cada una de cuatro metros de ancho, construidas alrededor del siglo I, con estructura de piedra arenisca de la zona, y levantadas con el hormigón llamado opus caementicium. En la época del emperador Augusto, esta imponente infraestructura de 15 metros de frente y unos siete de alto señalaría el punto cero de las calzadas romanas en el territorio de la Bética, y en este 2018 hace historia por permitir conocer 21 siglos después los pasos que los ancestros forjaron bajo ese arco, en los 1.500 kilómetros de Via Augusta, desde la actual localidad de Mengíbar.

“Gracias a este hallazgo se puede puede situar con una precisión centimétrica dónde estabas situado en la Via Augusta (principal calzada de comunicación de Hispania). Hasta Roma de un lado, y hasta el Océano Atlántico en Cádiz hacia el otro. Era un punto de medida y de referencia”, matiza Juan Pedro Bellón, investigador y responsable del proyecto Iliturgi, conflicto, culto y territorio de la Universidad de Jaén (UJA), en el que se enmarca este hallazgo, para el que los miembros del equipo ya han comenzado los trámites para solicitar que se declare Bien de Interés Cultural. “Esto no es solo de trascendencia local, es importante en el ámbito internacional. Son los restos de una vía romana que se ha conservado durante 2.000 años, y queremos conciencia a la población de que esto es importante, y si no se protege en una mañana un tractor se lo puede llevar”, apunta.

Esta excavación permite redimensionar distancias, momentos históricos, templos, rutas y cuantas otras lecturas históricas requieran los investigadores para levantar los testimonios del pasado con esta construcción que denota la importancia que el Alto Guadalquivir representaba para Roma, similar al de otras zonas como Iliturgi y Cástulo.“Apenas se disponían de mapas ni fuentes bibliográficas para situar este enclave, y la última referencia se remonta a la época islámica, donde había establecido un campamento que se llamaba del Arco”, contextualiza el experto, que destaca que la relevancia de estos basamentos traspasa también hacia lo simbólico como punto de tránsito fronterizo y como muestra de la monumentalidad con la que el emperador Augusto alardeaba con sus obras para imponerse como poderoso en su apropiación y dominio del territorio. "Es muy interesante también pensar que en ese punto las personas realizaban rituales para el paso de una frontera. Ese arco marcaba una zona de límite sacralizado, había una conciencia de tránsito", resalta el investigador.

Queda trabajo que hacer en el proyecto. Tras pasar la fase de excavación, todavía queda otra de estudio de materiales y una tercera de puesta en valor. "Todavía tenemos expectativas de encontrar un templo en la zona e inscripciones del arco. De momento hemos localizado restos ornamentales y molduras de decoración vegetal", apunta Bellón, que señala como hipótesis que los elementos del arco se pudieron extraer para construir con posterioridad la Torre de Mengíbar, vestigio de una antigua fortaleza árabe y construida en el siglo XIII.

El Instituto Arqueológico Alemán hizo en los años ochenta una serie de prospecciones muy cerca de donde se ha encontrado, pero no lo halló. "Su localización disipará muchas incógnitas sobre el pasado romano de Andalucía y ayudará, como punto de referencia, a resolver aspectos más o menos oscuros de la geografía antigua, entre otros campos", declaró ayer en la presentación de este hallazgo la vicerrectora de Promoción de la Cultura y Deportes, María Dolores Rincón. "Está llamado a ser uno de los descubrimientos más importantes de las últimas décadas, en relación con el final del mundo íbero y el comienzo de la presencia romana”, considera el director del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica de la UJA, Manuel Molinos.

FUENTE: https://elpais.com/cultura/2018/05/23/actualidad/1527075997_311298.html