Los investigadores localizan una pieza “sensacional con diadema” que “da un vuelco a muchas hipótesis sobre este tipo de monumentos”

Vicente G. Olaya www.elpais.com 22/09/2023

En 1898, el erudito Manuel Roso de Luna encontró en la pedanía de Solana de Cabañas (Cáceres) una piedra plana de pizarra ―130 cm de altura por 65 de ancho― en la que estaba grabada la figura esquemática de un personaje rodeado de las representaciones gráficas de un broche, un espejo, una espada, una lanza y un carro de cuatro ruedas. Entendió que se trataba de un monumento funerario, también conocido como estela, que homenajeaba a un gran personaje muerto hace miles de años. Era la primera vez que se hallaba una estela de la prehistoria reciente (Neolítico, Edad del Cobre, Edad del Bronce y Edad del Hierro), es decir, de hace unos 4.000 años, en la península Ibérica. Los expertos pronto comenzaron a hacerse preguntas sobre su significado. Desde entonces, se han localizado más de 300 en España y Portugal.

Ahora, las universidades de Sevilla, Durham, Southampton y Huelva han dado un espectacular paso en el conocimiento de estos elementos: han localizado “una gran necrópolis con monumentos funerarios tumulares, cistas de piedra y hoyos de cremación” en Cañaveral de León (Huelva), hallazgo que se ha completado hace unos días con el descubrimiento de una nueva estela del tipo “con diadema” (la tercera que se descubre en este sitio) y que “cuestiona anteriores interpretaciones sobre el género de los personajes representados, ya que las estelas con motivos alrededor de la cabeza habían sido tradicionalmente interpretadas como femeninas, mientras que la ahora localizada, aunque porta diadema, muestra claramente genitales masculinos”.

Leonardo García Sanjuán, catedrático de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla y que codirige las excavaciones del yacimiento de Las Capellanías, junto a Marta Díaz-Guardamino, David W. Wheatley Timoteo Rivera Jiménez, afirma que las estelas halladas “expresan de forma gráfica la fluidez y sutileza de los conceptos de género en los relatos, narraciones e historias a los que estaban asociadas, probablemente relativas a ancestros míticos, héroes y heroínas legendarios”.

La península Ibérica es una de las regiones de Europa más ricas en estos monumentos prehistóricos, tanto por la cantidad como por la diversidad de las piezas conocidas. Miden, por lo general, entre medio metro y varios metros de altura en los casos más monumentales. Están labradas o pintadas con motivos que representan objetos y escenas, pero también pueden incluir textos (las denominadas epigráficas). Las principales colecciones se encuentran en los museos arqueológicos de Badajoz, Sevilla y el Museo Arqueológico Nacional (MAN) de Madrid.

Las nuevas investigaciones corroboran ahora, y de forma inequívoca por primera vez después de más de 100 años, que las estelas funcionaron como marcadores y monumentos funerarios, erigidos en honor de personas de especial prominencia social. García Sanjuán detalla que “a pesar del importante catálogo de estas piezas, y de la belleza y valor científico que tienen, arrastraban un problema grave: la falta de información sobre su contexto de uso”.

La inmensa mayoría de las estelas ibéricas fueron descubiertas de forma casual, en el transcurso de trabajos agrícolas u obras rurales (caminos, desmontes, aterrazamientos, etc) y no como resultado de estudios arqueológicos. “Por eso, durante muchas décadas las teorías existentes sobre su emplazamiento, función y significado social han sido muy deficientes y estaban pendientes de comprobación o demostración”.

El catedrático añade: “Muchos de estos viejos debates se han resuelto ahora de un plumazo gracias a los ricos resultados obtenidos en Las Capellanías”. García Sanjuán se refiere a que en 2018, durante las obras de reparación de un camino, se halló en el lugar una estela del tipo “diademado” o “con tocado”. Representaba a un personaje con la cabeza rodeada de un objeto ornamental o aureola, acompañado de una serie de objetos de vestido y cuidado personal, como peines, espejos, broches y cinturones. Hasta ahora, se suponía que las estelas diademadas correspondían solo a mujeres.

A partir de su hallazgo comenzaron unas intensas excavaciones que desvelaron en junio de 2022 “una gran necrópolis” a la que pertenecía la pieza. De hecho, en uno de los túmulos funerarios, se localizó una segunda, en este caso del tipo “de guerrero”. En este caso, el personaje representado estaba rodeado de su panoplia de armas (escudo, lanza y espada) y de elementos propios del ideal de guerrero que circuló por Europa en la Edad del Bronce (2200 a 850 a. C.): carros de dos ruedas, caballos, perros (posiblemente de caza), espejos, peines, navajas de afeitar, pinzas, broches, pesas, arcos y flechas, entre otros elementos.

La ubicación de esta segunda estela en un montículo tumular no deja lugar a dudas al significado funerario de estos monolitos, a lo que se une su localización en una importante zona de paso, lo que añade un elemento más para desentrañar su uso: su función marcadora dentro de las redes camineras prehistóricas y antiguas.

El tercer monolito encontrado hace unos días es del tipo “con diadema, tocado de cabeza o aureola”. Se localizó, además, acompañado de huesos humanos cremados. “Este sensacional hallazgo no solo corrobora, de nuevo y de forma inequívoca, la asociación de estas estelas a lugares funerarios”, asevera García Sanjuán, “sino que aporta más indicios que pueden dar un vuelco a muchas hipótesis anteriormente planteadas en relación con este tipo particular de piezas de diadema. Se asumía que representaban solo a personajes femeninos, pero la ahora hallada dibuja a un hombre, como demuestran sus visibles genitales. Por otra parte, está rodeada también de una panoplia de armas, exactamente igual que las estelas de guerrero”, añade el catedrático.

La arqueóloga Marta Díaz-Guardamino, especialista en estos monumentos, corrobora, a su vez, que “el descubrimiento cuestiona, por tanto, anteriores interpretaciones sobre el género de los personajes representados, y confirma la relación conceptual y semántica entre unos y otros tipos de estela“. Es decir, son monumentos que cuentan historias complejas, conocidas por los personajes participantes de aquel contexto cultural.

La experta concluye: “Las Capellanías está demostrando que muchas de las suposiciones planteadas estaban equivocadas. Estas investigaciones marcan un antes y un después en la interpretación científica de estas bellas esculturas prehistóricas, ya que ofrecen información empírica valiosísima para la comprensión de aspectos clave en la organización social de las comunidades que habitaron el suroeste peninsular durante el segundo y el primer milenio antes de Cristo”.

FUENTE: www.el pais.com