Madrid | EUROPA PRESS 14/11/2006
El ensayista, filósofo, autor teatral y traductor Agustín García Calvo, recibió hoy el Premio Nacional al Mejor Traductor, que distingue el conjunto de su labor de traducción a lo largo de su vida. García Calvo, que fue Premio Nacional de Ensayo en 1990 y Premio Nacional de Literatura Dramática en 1999, decidió aceptar este tercero porque estos galardones tienen «jurados muy numerosos donde siempre se cuela alguien honrado».
Madrid | EUROPA PRESS 14/11/2006
El ensayista, filósofo, autor teatral y traductor Agustín García Calvo, recibió hoy el Premio Nacional al Mejor Traductor, que distingue el conjunto de su labor de traducción a lo largo de su vida. García Calvo, que fue Premio Nacional de Ensayo en 1990 y Premio Nacional de Literatura Dramática en 1999, decidió aceptar este tercero porque estos galardones tienen «jurados muy numerosos donde siempre se cuela alguien honrado».
Así se mostró el traductor en
declaraciones a Europa Press, donde afirmó estar convencido de que «la cultura está vendida al poder». En esa cultura descrita por García Calvo se incluye la ciencia, la literatura, la poesía, el entretenimiento y «ya no digamos los medios de comunicación» y acusó al poder de «dedicarse a matar las posibilidades de vida y el pensamiento de la gente». Ante esta situación, el escritor explicó que su lugar está «al lado de un pueblo que no existe ni para el poder y ni para la cultura».
García Calvo explicó que el poder posee un «interés enorme» en que cada individuo tenga su personalidad, se posicione y se recononozca, de este modo, ese «lugar perfecto que parece la democracia, donde su primer artículo es la fe en el individuo, se resquebraja cuando se intenta saber donde va cada uno, qué vota y qué compra».
García Calvo nació en Zamora en 1926. Poeta, ensayista, autor teatral y traductor, fue catedrático de Filología Latina en Sevilla y posteriormente en Madrid, de cuya universidad fue expulsado en 1965, junto con Enrique Tierno Galván y José Luis Aranguren. A raíz de este hecho se exilió en París. En 1976, finalizada la dictadura, fue repuesto en su cátedra.
ANTEPASADOS TOMADOS
García Calvo ha realizado durante toda su vida la edición crítica de autores clásicos griegos y latinos. Una aportación por la que ha sido premiado hoy. A pesar de su labor de acercar al público hispano hablante las obras de autores como Jenofonte, Plauto, Platón, Virgilio, Aristófanes, Heráclito, Erasmus, Homero o Lucrecia, García Calvo apuntó que estos «antepasados también están tomados por el poder».
Sin embargo, aún existen para el filósofo «imperfecciones y resquebrajamientos», tanto en la cultura como en las personas, a través de los que «se puede respirar de verdad». Unos respiraderos que García Calvo encuentra «de vez en cuando» y sobre todo, «cuando me acerco a los escritores muertos», concretamente, cuando «intento traducir y recrear cosas».
El traductor explicó que su acercamiento a la cultura lo realiza como «cualquier individuo». Con sus grietas y «con calamidad como es natural». También se definió a sí mismo como «un esclavo y un vendido del poder» que encuentra su salvación en las causas de una naturaleza humana «mal hecha». Como conclusión, el premiado reconoció su «contribución con la mitad del mal entendimiento entre la cultura y yo».