[Excavaciones en Troya en 1917 / foto dominio público en Wikimedia Commons]
Guillermo Carvajal La brújula verde 12/01/2021
A día de hoy nadie puede decir con absoluta certeza si el yacimiento de Hisarlik en la costa norte de Anatolia es la Troya homérica o por el contrario se trata de otra ciudad, quizá la Wilusa hitita (el único documento escrito encontrado en el lugar es un cilindro con una inscripción en luvita). En cualquier caso, cuando Heinrich Schliemann empezó a excavarla en 1873 estaba convencido de que allí iba a encontrar los restos de la ciudad descrita por Homero en la Ilíada.
Sin embargo no fue el primero al que se le ocurrió la idea. De hecho siete años antes de la llegada de Schliemann otro arqueólogo había realizado excavaciones, a una escala mucho menor, en aquella colina. Se llamaba Frank Calvert y, a pesar de que su trabajo fue esencial en el descubrimiento de la Troya de Schliemann, hoy ha quedado relegado casi al olvido.
Había nacido en Malta en 1828, en una familia británica donde era el menor de siete hermanos. Uno de ellos, Federico, que era funcionario consular en Anatolia, compró en 1847 una enorme granja de más de 8 kilómetros cuadrados de extensión en el lugar denominado Akca Koy, y que además incluía parte de la colina de Hisarlik.
No debió ser coincidencia porque ya hacía unos 25 años que el geólogo Charles Maclaren había publicado su Disertación sobre la topografía de la planicie de Troya, en la cual señalaba que la colina de Hisarlik debía ser el lugar de la Troya homérica.
Frank ayudaba a su hermano Federico en las labores consulares, sustituyéndole en ocasiones como cónsul británico en funciones. Desde 1874 también ocupó el puesto que había dejado vacante otro de sus hermanos, James, como agente consular de los Estados Unidos.
Mientras cumplía con sus obligaciones diplomáticas, Calvert realizaba excavaciones en la propiedad familiar, en busca de la Troya de Homero. Cuando Schliemann llegó a Anatolia en 1870 creía inicialmente, que la mítica ciudad estaba en una colina al sur de Hisarlik llamada Pinarbasi. Pero no encontró nada, y ya estaba a punto de abandonar cuando Calvert le sugirió en 1873 que probase en un montículo de su finca familiar, la colina de Hisarlik.
Calvert ya había realizado excavaciones allí, pero nunca había profundizado lo suficiente como para llegar a las capas de la Edad de Bronce. Schliemann aceptó la sugerencia, y el resto ya es historia.
[Heinrich Schliemann / foto Universitätsbibliothek Heidelberg en Wikimedia Commons]
Frank Calvert murió en 1908 sin que nunca se le asociase oficialmente con el descubrimiento de Troya. El propio Schliemann en sus escritos minimizaría su papel quitándole todo protagonismo. Es más, dado que la propiedad del montículo estaba dividida, la mitad occidental pertenecía al gobierno otomano y la mitad oriental a la familia Calvert, algunos de los descubrimientos de Schliemann se produjeron en esta última parte.
Por ello desde 1996 los descendientes de los Calvert vienen reclamando, sin éxito, que se les devuelva lo que consideran suyo. Se sabe, por ejemplo, que unas hachas ceremoniales que Schliemann ocultó y envió a Berlín, fueron descubiertas en la zona de los Calvert en 1890. En 1994 esas hachas, a las que se daba por perdidas, aparecieron en el Museo Pushkin de Moscú, a donde llegaron probablemente tras la Segunda Guerra Mundial.
Según las reclamaciones, Frank Calvert no estaba al tanto de todos los hallazgos y sus ubicaciones, y como la documentación de Schliemann era a veces sospechosa, tienen derecho a reclamar otros tesoros que, creen, no se dividieron a partes iguales con Frank.
Fuentes: A dissertation on the topography of the plain of Troy (Charles Maclaren) / Calvert’s Heirs Claim Schliemann Treasure / The Consular Calverts / Finding the Walls of Troy: Frank Calvert and Heinrich Schliemann at Hisarlik (Susan Heuck Allen) / Wikipedia
FUENTE: La brújula verde