Antonio Cantudo 08/09/2024
Una tragedia con final trágico
Si nos preguntamos cuál es el final más truculento de una tragedia, seguro que nos vienen a la cabeza las obras de Séneca en las que se cuentan abominaciones caníbales o las del joven Shakespeare en las que no queda vivo “ni el apuntador” después de la consiguiente retahíla de amputaciones, mutilaciones y otras lindezas por el estilo.
Pero no, ese no es peor final de una obra trágica. El peor de todos se produce cuando la obra queda inconclusa, cuando no sabes qué va a pasar porque las circunstancias impiden que puedas contemplar, oír, leer las últimas líneas de ese texto que te ha atrapado durante más de una hora de tu vida.
Eso mismo es lo que ha ocurrido esta noche. Cuando estábamos a punto de saber qué iba a pasar con Electra y su hermano Orestes, el viejo Zeus nos ha castigado con sus lágrimas en forma de lluvia. ¿Sería tal vez porque anoche su hija Hebe no lo trató bien en su conversación telefónica? Sí, esa que era de género fluido. Nunca lo sabremos.
Sea como fuere, la meteorología nos ha jugado una mala pasada y cuando solo quedaban solo veinte minutos para conocer el final de la impresionante Electra que nos ha presentado Pílades Teatro no nos ha quedado más remedio que quedarnos “in albis”.
Es una pena porque el trabajo de los chicos de Fernanda Orazi ha sido impresionante, porque su adaptación de la obra de Sófocles es tan moderna, tan contemporánea que todo el mundo se ha sentido aludido de una forma u otra. Con ese lenguaje actual, natural, sin una pizca de afectación. Ese que utilizamos todos, pero con el que también se pueden crear grandes tragedias. Una obra redonda a la que solo le han faltado esos últimos minutos.
El público, bajo los paraguas lo más previsores, y a la intemperie los más optimistas han aplaudido con rabia porque han sido víctimas del peor final posible de una tragedia.
Mañana llega el postre
Las Niñas de Cádiz triunfaron en la anterior edición del Sexi Firmum Iulium haciendo posible esa vieja ecuación de que comedia=tragedia+tiempo. Y este año atacan de nuevo con sus Bingueras de Eurípides. Llegan desde Colombia, cansadas, pero sin duda satisfechas, porque su trabajo ya empieza a ser reconocido fuera de nuestras fronteras.