Barcelona | EFE www.ideal.es 09/02/2012

Una exposición recupera desde hoy en el Museo Diocesano de Barcelona los dibujos de las ruinas de Pompeya y Herculano realizadas a mediados del siglo XIX por el pintor zaragozano Bernardino Montañés.

Producida por la Obra Social de Ibercaja, entidad que adquirió en 1999 el «Álbum Pompeya», la exposición reúne por orden cronológico las 71 láminas de acuarelas que el propio Bernardino Montañés seleccionó de entre sus trabajos en 1849 y que regaló a su maestro Federico Madrazo.

La comisaria de la exposición, Magdalena Lasala Pérez, responsable además del Programa de Educación y Cultura de Ibercaja, ha recordado que estas láminas no se habían exhibido desde las dos exposiciones de corte científico que se organizaron en 1999 en Zaragoza y Nápoles, y tras su paso por el Diocesano de Barcelona, donde se mostrarán hasta el 6 de mayo, se expondrán en la capital aragonesa.

Lejos del carácter científico de las muestras de 1999, en esta ocasión, apunta Lasala, «la intención es meramente artística, y el objetivo primordial es ofrecer aquel testimonio al gran público».

Bernardino Montañés (1825-1893) fue uno de los artistas viajeros del siglo XIX y en 1849, pensionado en la Escuela de Roma, realizó su itinerario por la ciudad de Pompeya, que un siglo antes había sido excavada por primera vez por el ingeniero español Roque Joaquín de Alcubierre, destinado en Nápoles y que descubrió también las ruinas de Herculano.

El hallazgo de Pompeya obligó a un cambio radical en el concepto que hasta entonces se tenía de la excavación arqueológica, en la que, según la comisaria, «sólo interesaba conseguir piezas artísticas ricas».

En Pompeya, continúa Lasala, se podía contemplar la vida romana tal y como fue en su tiempo, «tal como quedó sepultada por la erupción volcánica del Vesubio en agosto del año 79».

El artista zaragozano inmortalizó en sus cuadernos de viajes los hallazgos arqueológicos y sus dibujos, según Lasal, sirvieron a los especialistas en Arqueología e Historia del Arte, para profundos análisis académicos sobre las ruinas pompeyanas.

Quizá no suficientemente reconocido hoy en su mérito artístico, Montañés, «un artista novel pero brillante», fue muy solicitado y apreciado por la sociedad zaragozana de su tiempo y tras ser profesor en la Escuela de Bellas Artes de Madrid hasta 1859, regresó a Zaragoza como profesor y secretario de su Escuela de Bellas Artes.
Montañés dejó una abundante obra artística, sobre todo especializada en el género religioso y en este ámbito destacó, por su carácter monumental, la decoración de la cúpula central de la basílica del Pilar.

El director del Museo Diocesano, Josep María Martí Bonet, ha comentado que en el origen del viaje de Bernardino Montañés a Pompeya está la situación que vivía Roma a mediados del siglo XIX: «era el lugar más inseguro de todo el continente, pues allí se forjaban todos los movimientos políticos y sociales de la unificación italiana».

En ese clima de inseguridad el gobierno de Isabel II comunicó al entonces director de los artistas españoles en Roma, el escultor Antoni Solà, la real orden según la cual los artistas pensionados «tendrán que abandonar Roma y dirigirse a Nápoles hasta el fin del conflicto», pues el ataque de Francia, Austria, las Dos Sicilias y España para restituir en el poder al Papa Pío IX era inminente tras la proclamación de la República por Garibaldi.

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