Berlín | AFP 03/06/2006
La canciller alemana, Angela Merkel, inauguró el viernes en Berlín una gran exposición de 2.000 años de historia alemana, representados en 8.000 objetos que demuestran que esta historia es a la vez fragmentada y europea, tanto en las buenas épocas como en las malas.

Berlín | AFP 03/06/2006
La canciller alemana, Angela Merkel, inauguró el viernes en Berlín una gran exposición de 2.000 años de historia alemana, representados en 8.000 objetos que demuestran que esta historia es a la vez fragmentada y europea, tanto en las buenas épocas como en las malas.
«Nuestra historia es asimismo la de nuestros vecinos», insistió Hans Ottomeyer, director general del Museo Histórico de Berlín, al presentar a la prensa el jueves esta muestra permanente.
La muestra, inaugurada el viernes por Merkel en el antiguo arsenal real de Berlín (Berliner Zeughaus), palacio barroco situado sobre el bulevar Unter den Linden, podrá verse durante 10 años.
Se necesitan más de dos horas para recorrer visualmente una historia que comienza con la batalla de Teutoburgerwald (Westfalia, oeste del país) entre romanos y tribus germánicas en el año IX antes de Cristo, y concluye con la partida de las tropas de ocupación aliadas de Alemania en 1994 (tras la caída del Muro de Berlín, en 1989, y la reunificación alemana, en 1990).
La ocupación romana, el Santo Imperio, la época Gótica, el Renacimiento, las guerras religiosas y la Guerra de los Treinta Años, la Ilustración, la ocupación napoleónica, las guerras europeas de 1870 a 1945, la Guerra Fría, no son sólo acontecimientos o la historia fragmentada de los alemanes (prusianos, bávaros, sajones y otros) -cuya identidad nacional se consuma en 1871- sino una historia europea.
Los objetos, explica Hans Ottomeyer, van «de la carta enviada desde un campo de concentración hasta las imágenes de la representación» del poder político a lo largo de los siglos, mostrando todos los aspectos, «los rostros del odio», en los momentos de creación.
«El museo debe ser el lugar de apropiación de la identidad. Esta se presenta a nuestra memoria visual, con objetos sobre los que se cristalizó la historia», dijo el director del Museo Histórico al semanario alemán Der Spiegel.
Como el bicornio de Napoléon, abandonado en su carroza después de la derrota de Waterloo o el globo terráqueo de Adolf Hitler, recuperado después de que fuera traspasado de un balazo por un soldado ruso y que inspirara a Charles Chaplin en su filme ‘El dictador’.
Una parte importante de la muestra está consagrada al período nacionalsocialista (1933-1945) y a los campos de exterminio y de concentración.
El Museo de Historia alemana, apodado el ‘Museo Kohl’ por sus detractores, responde a un proyecto lanzado en 1987, dos años antes de la caída del Muro de Berlín, por el entonces canciller demócrata-cristiano Helmut Kohl, decidido a romper con el rechazo de la historia por generaciones traumatizadas de postguerra.
Fue un proyecto vivamente criticado en la época por considerarlo portador de tendencias nacionalistas.
Finalmente se instaló en el palacio que albergaba al Museo de Historia alemana de la extinta República Democrática Alemana y sus abundantes colecciones. Desde 2001, el Museo Histórico alemán organizó varias exposiciones temáticas (Holocausto, Primera Guerra Mundial, o la derrota de 1945 tras la Segunda Guerra Mundial) que fueron ejercicios preparatorios para esta gigantesca exposición.