Sydney | ANSA 02/06/2006
Las orgías sexuales de los antiguos griegos y romanos, que la cultura contemporánea acepta como históricamente verdaderas, son sólo un mito, según nuevos estudios del profesor australiano Alastair Blanshard, de la Escuela de Investigaciones Filosóficas e Históricas de la Universidad de Sydney.
Sydney | ANSA 02/06/2006
Las orgías sexuales de los antiguos griegos y romanos, que la cultura contemporánea acepta como históricamente verdaderas, son sólo un mito, según nuevos estudios del profesor australiano Alastair Blanshard, de la Escuela de Investigaciones Filosóficas e Históricas de la Universidad de Sydney.
Pese a la difundida exposición de genitales y la ubicuidad del falo en el material arqueológico, los encuentros sexuales en Grecia y Roma antiguas eran asuntos privados, no los eventos orgiásticos que se supone actualmente, subraya el investigador.
«Lo lamento por los ‘swinger’ de los suburbios, pero sus actividades de entretenimiento con parejas múltiples el sábado por la noche no puede vanagloriarse de tener raíces clásicas», escribió Blanshard en la revista de la Universidad.
Su campo de investigación es el modo en que la cultura moderna imagina la Antig?edad, y cómo tiende a perpetuar historias fantasiosas de vida sexual en las civilizaciones del pasado.
El estudioso reunió todas las pruebas posibles sobre relaciones ilícitas, encuentros eróticos y sexo grupal en la Grecia clásica y la Roma imperial. La investigación fue interesante pero decepcionante, afirmó, sin huellas de orgías. Según Blanshard, los orígenes del mito de las orgías griegas y romanas se basan en buena parte en la manera en que el cristianismo se opuso a las «incorrecciones sexuales» de los antiguos dioses, en la difundida exposición de genitales y las frecuentes representaciones fálicas en los restos antiguos.
«En aquellos tiempos no tenían valor erótico, pero en los contextos modernos son percibidos como intensamente sexuales», escribió.
Una buena parte de culpa la tienen también los libertinos modernos, que usaron el mito de las orgías griegas y romanas para convalidar sus prácticas.
Oscar Wilde, por ejemplo, daba un «barniz clásico» a sus encuentros con muchachos: «Pensaba hacer como hacía Sócrates, daba a su grupo de practicantes del amor libre una imagen clásica», concluyó el historiador.