Javier Celorrio 09/09/2018 www.costadigital.es
¿Volcán o vagina? En el montaje de Fedra ideado por el tándem Luque/Bezerra parece ser lo mismo. El amor desatado de la Reina de la Isla es a su vez las mismas oquedades: fuego y carnalidad a partes iguales que fluye sobre el escenario tanto en lava como en deseo. Ambos contenidos escenográficamente al principio, pero que ira convirtiendo sus latidos sonoros en magma después y en erupción violenta final a la par que la historia del amor imposible de Fedra (Lolita Flores) por su hijastro Hipólito (Críspulo Cabezas) se va contando sobre el escenario. Una escenografía de Mónica Bromello que ideada por Luque hace visual y sonora la tragedia desatada del texto.
Ayer Almuñécar fue espectadora de un magnífico montaje de la Fedra de Eurípides, en la versión de Paco Bezerra, ganador del Premio Nacional de Literatura Dramática, y que ha sido también el éxito de la temporada de este verano en el Festival de Mérida. dirigida por Luis Luque. Un largo aplauso con el público puesto en pie ovacionó el final de una obra redonda en texto, dirección de actores, interpretación, sonido y escenografía.
La lluvia impidió que el montaje se hiciese en el marco del acueducto, lugar habitual del Festival de Teatro Grecolatino de Almuñécar, pero a juicio de quien esto escribe, y en concreto para esta obra, no desmereció el escenario sexitano del teatro Martín Recuerda que concentraba la atención en la obra sin las habituales interferencias acústicas exteriores del recinto histórico.
Al igual que ya ocurrió en Mérida, y sucederá en Madrid próximamente, había mucha expectación por ver a Lolita Flores bajo la piel del personaje, pero como ya se anunció desde su exitoso estreno no defraudó en absoluto en un papel difícil que exige mucha contención en la interpretación.
La versión de Paco Bezerra desarrolla un personaje enfermo por amor, que se contiene a desear a su hijastro, Hipólito, pero que terminará por entregarse a su propio deseo y cuya visibilidad será el desencadenante final de la tragedia de amante perdida en un conflicto de amado que no quiere serlo y devorada por clausulas sociales muy contrarias a admitir que los deseos volcánicos humanos interrumpan el orden de lo establecido como norma: la apariencia por encima de la cruda verdad.
"El amor debería estar prohibido. Te da muy poco y te lo quita todo, como el ladrón que te seduce mientras te roba, o esa fruta prohibida que, al mismo tiempo que te provoca placer, te va matando lentamente", dice Lolita herida de muerte en su epílogo final.
El elenco tampoco desmerece el resultado con Juan Fernández como el rey Teseo, la veterana Tina Sáinz, como Eone, la intrigante cuidadora de Fedra, Eneko Sagardoy, como Acamante hijo de Fedra y Teseo, premio Goya de este año por Handía, y que destaca en la escena donde la madre confiesa el amor que siente por su hermanastro y Críspulo Cabezas como el hijastro Hipólito y detonante de la tragedia y espectacular en ese momento, casi lorquiano, del pasaje de las olas del cielo y las nubes del mar.
En definitiva, un encuentro teatral de primera para el colofón de este X Festival de Teatro clásico de Almuñécar que sigue vital por el empeño de su director, Antonio Cantudo, y como el mismo reconoció por el apoyo de la concejal de Cultura, Olga Ruano que supo apostar a su llegada a la Concejalía hace casi ocho años por estos encuentros teatrales que habían sido olvidados tras la celebración de dos ediciones a principio del siglo.
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