Sardes. Foto: http://www.htrturkeytours.com/
 
Mario Agudo Villanueva  www.mediterraneoantiguo.com  06/02/2016

"Herodoto fue un sabio que alcanzó esta condición por su insaciable curiosidad y su respeto hacia lo foráneo".

Herodoto es una figura clave para el estudio del mundo antiguo. Su ingente obra nos ha permitido acercarnos a la confrontación entre griegos y persas, proporcionándonos una gran cantidad de información sobre la sociedad y los acontecimientos del momento. Antonio Penadés se ha acercado a su figura y al recorrido que se desliza en su obra en Tras las huellas de Herodoto, editado por Almuzara. Mediterráneo Antiguo ha querido acercarse a este maravilloso viaje al pasado de la mano de su autor.

Pregunta – Su libro Tras las huellas de Herodoto recrea el recorrido del ejército de Jerjes en su camino hacia Grecia ¿qué lugares destacaría a lo largo de este periplo por su importancia histórica?
Respuesta – Uno de ellos sería Sardes, la capital del antiguo reino de Lidia, donde el rey persa Jerjes reunió en 480 a.C. al mayor ejército hasta la fecha: tropas procedentes de todos los rincones de Asia que rondarían los 200.000 efectivos. La ascensión a la acrópolis de Sardes es una experiencia peligrosa pero inolvidable. También destacaría Focea y Assos, preciosos pueblos de pescadores donde se respira una paz muy especial y donde las piedras exhalan historia, y, cómo no, Troya y el estrecho de los Dardanelos, de inmenso valor geoestratégico en la Antigüedad y en nuestros días.
 
Pregunta – ¿Y por su estado actual de conservación?
Respuesta – Lamentablemente muchas iglesias de la zona se construyeron utilizando piedra de los templos griegos. Pero me impresionó sobre todo el estado de excavación de muchos de los recintos arqueológicos: ciudades antiguas como Mileto o Afrodisias tienen gran parte de su superficie pendiente de descubrir. Los turcos sienten muy poco interés por los restos de la civilización griega antigua –sólo cuando forman parte de circuitos turísticos- y haría falta una mayor inversión extranjera para recuperarlos.
 
Panorámica de Afrodisias. Foto: Wikimedia Commons
Pregunta – Si tuviera que definir a Herodoto ¿cómo lo haría?
Respuesta – Fue un sabio que alcanzó esta condición por su insaciable curiosidad y por su respeto hacia lo foráneo, un hombre que ejerció su oficio hace 2.500 años de una manera íntegra y honesta. Creó la primera gran obra historiográfica, estructurada sobre los enfrentamientos entre Oriente y Occidente, pero quiso que el lector contemplara esos conflictos desde las dos partes intervinientes en el conflicto. Su capacidad para utilizar y fomentar la empatía resulta impresionante incluso en nuestros días.
 
Pregunta – ¿Cómo fue su vida?
Respuesta – A los 17 años tuvo que huir de Halicarnaso, su ciudad natal, ya que un tío suyo protagonizó una rebelión fracasada contra el tirano pro-persa. Por tanto Heródoto fue un apátrida, una de las peores cosas que le podía ocurrir a un griego de la época. Después de refugiarse durante unos años en ciudades jonias y en la isla de Samos se dedicó a viajar, probablemente enrolándose en barcos mercantes y en caravanas, y visitó un gran número de ciudades y naciones que formaban parte del Imperio persa para contar con la amplitud de miras y los conocimientos necesarios como para impartir conferencias y acometer la escritura de la Historia, su gran obra, cuya primera mitad es una crónica de viajes y la segunda una obra historiográfica.
 
Portada del libro
 
Pregunta – En Asia Menor se forjó una buena parte de nuestra cultura occidental ¿aborda esta cuestión en su libro? 
Respuesta – Continuamente. Grecia antigua constituye el origen de las sociedades occidentales, pero además fue en Jonia donde surgieron por primera vez, en época arcaica, individuos que comenzaron a explicarse el mundo utilizando la razón y desplazando por lo tanto a los dioses y a las antiguas leyendas mitológicas. Este paso del mito al logos, protagonizado por librepensadores jonios como Heráclito, Tales, Anaxímenes, Anaximandro o Pitágoras, supone el inicio de esa epopeya tan apasionante y crucial que conocemos como humanismo.