Ramón Ventura | www.elperiodicodearagon.com 16/09/2007

Algunas de las virtudes de ‘Imperium’ ya emergieron discretamente en la obra anterior de Harris, ‘Pompeya’, pero aquí son la norma.

Imperium es la mejor de las novelas escritas hasta hoy por el británico Robert Harris (Nottingham, 1957). Es un relato magnífico ambientado en la antigua Roma y un libro sugerente y lleno de ritmo. Más allá de la narración histórica tan de moda, Imperium es un verdadero thriller político donde coexisten el orgullo y la perspicacia, la ambición y el heroísmo, la vanidad y el homicidio. Harris huye de la divulgación popular y del midcult (literatura de masas con pretensiones cultas) y no cae en la tentación del folletín para abordar los temas capitales de la cultura grecorromana. Es una novela al servicio de la historia con un desarrollo ágil, un texto inteligente y la rabiosa y vigente actualidad de la política de hace 2.000 años.

Harris documenta los convulsos y apasionantes años de transición entre la República romana y el Imperio tomando como narrador al esclavo Tiro, amanuense de la casa de Marco Tulio Cicerón, a quien acompañará en su carrera como político y abogado. La novela se devora con auténtico placer: Imperium está a medio camino entre la perspicacia y la pasión de los casos de Perry Mason (obra de Stanley Gardner) y la tensión y fidelidad de la reconstrucción novelada de Robert Graves en Yo, Claudio.

Muy superior a los libros que Harris había publicado hasta hoy, Imperium se aparta de los decorados y la atmósfera de la segunda mitad del siglo XX –como en Enigma (1995), El hijo de Stalin (1998) y Patria (1992)– mientras retoma el atractivo y carismático engaste romano de Pompeya (2003). El libro arranca con Cicerón en Grecia (entre el 79 y el 77 a. de C.) y su etapa de formación, así como su estancia posterior en Sicilia ejerciendo como Questor. El núcleo central de la obra comprende las conspiraciones políticas del periodo: como senador y abogado, Cicerón se convierte en testimonio y protagonista de los grandes pleitos donde planean nombres como Verres, Pompeyo, Catilina, Craso y César. Sus victorias lo elevaron a la categoría de Pretor el año 66 a. de C. y fue encumbrado a Cónsul de Roma en el 63 a. de C., cuando culmina el libro.

Algunas de las virtudes de la novela ya emergieron discretamente en su obra anterior, Pompeya, pero aquí son la norma: un tempo narrativo de primera cualidad, una propuesta llena de aciertos (cada vez menos abundantes en la narrativa histórica) y donde destacan el ritmo, la visión de conjunto y una acertada síntesis entre estrategia y simplicidad. Así, Imperium no solo es una ficticia biografía de uno de los grandes oradores romanos: muestra los conflictos entre la metrópoli y la periferia, el debate y la representación del poder senatorial, el laberinto de la compleja administración y el cumplimiento de sus leyes y, en medio de ello, a Cicerón, un abogado combativo, un filósofo aún por descubrir y un estadista de vanguardia fiel a la República, esclavo de su ambición, pero comprometido con una ética que muchos deberían aprender. Una aventura imprescindible.

Harris documenta los convulsos y apasionantes años de transición entre la República romana y el Imperio tomando como narrador al esclavo Tiro, un simple amanuense.

‘IMPERIUM’
AUTOR Robert Harris
EDITORIAL Grijalbo

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