Begoña Castiella | Atenas www.abc.es 23/08/2015

Aumenta la venta de detectores de metales en un país repleto de tesoros escondidos. La necesidad obliga a los griegos a rebuscar entre sus tesoros.

Con la crisis ha aumentado notablemente la venta de los detectores de metales en Grecia y el arresto de personas sin antecedentes penales acusados de saqueo y robo de objetos de la antigüedad. Esto es una consecuencia más de la crisis económica. El oficial de la Policía griega, Evgenios Monevasios, de la Dirección General de Ática, lo confirmó recientemente a la revista «Nacional Geographic». Y también lo hace Yorgos Polatidis, dueño de la empresa Polatidis Group en Edesa, al norte de Grecia, a ABC: «Hemos visto un aumento progresivo de las ventas de detectores de metales, casi un 30 por ciento. Y muchas compradoras son mujeres».

Porque los griegos buscan hasta las monedas y las joyas perdidas en la playa. Otros persiguen el mito de los tesoros de monedas de oro enterradas no solo en la época clásica, sino durante la Segunda Guerra Mundial. Los detectores también pueden utilizarse para encontrar de forma ilegal monedas antiguas y objetos de cobre en enterramientos y yacimientos arqueológicos.

En el caso de los detectores de metales, nada más adquirirlos el establecimiento que los vende entrega al comprador una solicitud que debe rellenar con sus datos personales y enviar al Ministerio de Cultura. En dos semanas recibe el número que le identifica como dueño de un detector. Si quiere utilizarlos en una zona en concreto, debe ponerse en contacto con el departamento arqueológico competente de su zona y detallar dónde quiere efectuar su búsqueda. De ser autorizado, todo lo que encuentre deberá ser entregado al departamento, y en algunos casos se le pagará por ello. Si ya existen muchos objetos parecidos, se le permitirá conservarlos. Si no, pasarán a las colecciones del patrimonio griego que se encuentran en los museos arqueológicos de todo el país.

Robos y saqueos

Tradicionalmente, el saqueo de yacimientos arqueológicos y el robo de antigüedades era un negocio ilegal, muy perseguido por las autoridades y en manos de profesionales debido a sus altísimos beneficios. Siempre ha habido «encargos» de mediadores entre quienes buscaban o encontraban casualmente las antigüedades y quienes las querían para su colección privada. Con frecuencia los robos se hacían a la medida de los encargos. Lo más corriente era conseguir interesar a los agricultores de zonas de Macedonia y del centro de Grecia para que vendieran, dinero (negro) en mano, las antigüedades que encontraran en sus campos. Por poco dinero, los mediadores conseguían monedas, vasijas, lámparas de aceite… y en algunos casos esculturas de distintos tamaños. Los mediadores pagaban una modesta cantidad, pero era dinero en mano y los descubridores no corrían peligro alguno. La persona que conseguía las piezas se encargaba de revenderla y en muchos casos de exportarla ilegalmente. «Tiempo después, las piezas aparecen en anticuarios o casas de subastas extranjeras. Hay griegos que las compran y las importan de nuevo, declarándolas ante el Ministerio de Cultura y solicitando permiso para venderlas», relata una fuente del Ministerio que quiere permanecer en el anonimato. Y no existe denuncia anterior del robo de estas piezas, ya que nunca han sido encontradas e identificadas .

Coleccionistas autorizados

El Estado griego es muy estricto con las antigüedades: todo objeto de arte declarado anterior a 1453 y encontrado en el país le pertenece, aunque hay una lista de coleccionistas autorizados y otra de personas que han declarado lo que han encontrado que tienen permiso para conservarlas en sus casas, con la obligación de protegerlas y permitir controles de los servicios arqueológicos competentes.

La Policía, con una fuerza de sesenta personas, trabaja para evitar robos y saqueos de sitios arqueológicos y museos y recuperar patrimonio robado. Y lo hace colaborando estrechamente con el Ministerio de Cultura griego y la Interpol. En los últimos años han recuperado muchos objetos robados, como los del atraco al Museo de los Juegos Olímpicos de Olimpia, ocurrido en febrero del 2012 y ejecutado por ladrones armados. Robaron estatuillas de bronce, cerámica y anillos de oro. Fueron recuperados tras meses de trabajo y una peligrosa operación policial ese mismo noviembre. El entonces ministro de Protección del Ciudadano y Orden Público, Níkos Déndias, alabó la eficacia de la Policía griega: «A pesar de la difícil situación económica no hacemos concesiones en temas de seguridad ni en la protección de nuestro patrimonio cultural».

Este año, y a pesar de los recortes de personal y presupuesto, se han producido varios arrestos de ladrones de antigüedades. Este mes de mayo se apresaron a cuatro personas que intentaban vender una valiosa estatuilla de bronce con restos de pan de oro de 30 centímetros de altura del Periodo Minoico Medio (siglos XVI-XV antes de Cristo) representando un «kúro» (atleta). Los autores fueron dos agricultores, un apicultor y el dueño de un establecimiento de lavado de coches. Ninguno tenía antecedentes penales. Pedían un millón de euros. La estatua fue entregada al departamento arqueológico competente, pero los arrestados no quisieron describir dónde habían encontrado la estatua. En junio se detuvo a un matrimonio anciano y sus dos hijos en Katerini (en el norte de Grecia). Se encontraron en su casa objetos de bronce y cerámica pertenecientes a los siglos VI y IV antes de Cristo.

Peligro en el mar

Pero con la legislación vigente es imposible impedir que se efectúen robos en los naufragios submarinos identificados y, debido a la situación geográfica del país, resulta muy fácil «exportarlos» ilegalmente en una embarcación, especialmente por la noche. Lo afirma Katerina Delaporta, la arqueóloga que dirige el Museo Bizantino de Atenas y durante muchos años encargada de la arqueología submarina. «Hay que efectuar más controles estrictos por parte tanto de los guadacostas como del Ministerio», afirma. Algo muy difícil de conseguir ahora que la Policía y los guardacostas griegos intentan controlar la llegada de millares de inmigrantes cada semana.

El caso del anciano desaparecido

Uno de los casos mas curiosos fue el descubrimiento de 9.500 monedas antiguas y otros objetos robado en 2012. Comenzó con la desaparición de un anciano en el pueblo de Políyiro, situado en la Península de Jalkidiki (norte de Grecia). Después de varios meses lo encontró la policía en su propio coche. Había fallecido de muerte natural, pero en su maletero se encontró un detector de metales. Con los números de su móvil se comenzó una investigación que llevó a la detención de varias personas y de un botín de nada menos que 9.500 monedas antiguas del siglo V antes de Cristo de distintos valores procedentes de distintas excavaciones y enterramientos del norte de Grecia. Además, se llegó a descubrir otras 3.000 monedas más que habían llegado en un maletín y por autobús hasta Munich, donde por un soplo se arrestó al griego que las trasladaba para su posterior venta tras haber sido limpiadas literalmente por técnicos búlgaros. Fueron entregadas al Museo Numismático de Atenas.

FUENTE: www.abc.es/cultura/20150823/abci-busca-griego-201508222108.html