Francisco García Pérez www.lne.es 03/12/2013
Carl Vossen y la defensa de nuestros orígenes lingüísticos
Una mañana de 1944, el general nazi Heinrich Kreipe observó desde lo alto de una montaña el paisaje primaveral cretense que se desplegaba a su alrededor. Un comando dirigido por el gran Patrick Leigh Fermor lo había secuestrado y planeaba (y lo consiguió) sacarlo por mar de la isla. Un golpe de mano audaz en grado sumo. Kreipe se sintió inspirado por lo que veía y comenzó a recitar, acaso para demostrar la superioridad aria ante la que suponía barbarie de sus captores: «Vides ut alta stet niue candidum / Soracte?» (es decir, la «Oda IX», primer libro, de Horacio: «Ad Thaliarcum»). Se debió de quedar de piedra cuando escuchó al mayor Fermor continuarla: «? nec iam sustineant onus / siluae laborantes geluque / flumina constiterint acuto?». No sabía Kreipe que el héroe británico había recorrido a pie Europa con una pequeña mochila de ropa, cuatro cuartos pero, eso sí, las Odas horacianas. Muchos años después, en los 70 del XX, un militante de mucha izquierda se subió a la mesa de oradores de una asamblea de la Facultad donde estudiábamos, con el fin de demostrar la superioridad revolucionaria sobre las asignaturas obsoletas, a su entender, que cursábamos: «¿Para qué se necesita aprender latín habiendo buenas traducciones?», citó sin citarlo a un clásico.
Los planes ministeriales de ahora mismo y los no muy lejanos también parecen estar más de acuerdo con el vociferante asambleario que con el enorme «Paddy». Y con el «más gimnasia y menos latín» que clamaba el ministro franquista José Solís Ruiz tras preguntarse para qué servía la enseñanza de aquella lengua muerta y que tan brillante contestación obtuvo del catedrático Muñoz Alonso: «Por de pronto, señor ministro, para que a Su Señoría, que ha nacido en Cabra, le llamen egabrense y no otra cosa».
Pues bien, tanta polémica absurda sobre la «utilidad» del estudio del latín debería quedar para siempre arrinconada si se leyera el estimulante, agradabilísimo, erudito pero nada aburrido, variado y curioso Madre Latín y sus hijas, del profesor alemán Carl Vossen (Düsseldorf, 1915), editado en Asturias por los profesores Lorda y Recio. Tan ameno libro recorre desde el nacimiento del latín hasta (pongo por caso) su presencia actual en Hungría o Polonia, pasando, claro está, por todo lo relacionado con las hijas predilectas de la lengua de Roma: el español, el portugués? o unas sorprendentes páginas sobre el retorromano, del que ignorábamos tanto. Y lo que podría haber sido un peñazo de lectura abstrusa, lleno de fonología y gramática histórica se torna un a modo de aventura viva, de relato con un protagonista que es una lengua de importancia angular, sea cual sea la maldita «utilidad» que los neoliberales o quienes digan tonterías analfabetas le vean. Si bien, por ponerle alguna pega y que no parezca ésta una reseña propagandística pagada, los capítulos finales parecen un añadido complementario, sí, pero un tanto deshilachado, no puede uno apartar la vista de sus páginas cuando se topa con conceptos etimológicos como la voz alemana «Kandidat» (cito un caso entre cientos): «del latín «candidus» significa «blanco». Este término designa en la antigua Roma a la persona que aspira a un cargo público, motivo por el cual viste con una resplandeciente toga blanca («toga candida») durante la campaña electoral».
Aun en el convencimiento de que tantos quienes dicen respetar y cuidar los estudios humanísticos no le pondrán jamás la vista encima a este libro, sirva, al menos, como consuelo de profesores de clásicas en las sufridas enseñanzas medias y como material jugoso para tener a mano cualquiera, repasar y entender algo de por qué decimos lo que decimos del modo en que lo decimos. Recordemos: «Quien pierde sus orígenes pierde identidad».
Madre Latín y sus hijas. Carl Vossen.
Trad. Fernando Lorda Pérez y Santiago Recio Muñiz.
Notas y actualización: Santiago Recio Muñiz.
Editorial KRK, 2013. 525 páginas
FUENTE: http://www.lne.es/cultura/2013/12/02/util-latin/1508820.html