Roma www.planetasapiens.com 18/05/2011
Desde 1977, cada 18 de mayo –tal día como hoy–, se celebra en todo el mundo el Día Internacional del Museo. El tema de este año es Museo y Memoria pues, tal y como recuerdan en la web del Ministerio de Cultura, “los museos guardan la memoria y cuentan historias. Conservan en sus colecciones objetos fundamentales para la memoria de las comunidades en las que vivimos”. Aprovechando esta efeméride, en Planeta Sapiens queríamos recuperar la historia del que es considerado el primer museo público del mundo.
En la segunda mitad del siglo XV, las “excavaciones” en busca de antigüedades por parte de saqueadores que buscaban enriquecerse a costa de la venta de las mismas estaba diezmando la ciudad de Roma de piezas arqueológicas y obras de arte de gran valor. Por esta razón, el papa Sixto IV decidió emitir en 1471 un edicto en el que prohibía tajantemente la explotación y la exportación de antigüedades. De forma paralela, el pontífice decidió fundar el primer museo público en el Palazzo dei Conservatori –ubicado en la colina capitolina–, para preservar las mejores piezas descubiertas en Roma, y destacar así la importancia del patrimonio de la ciudad.
Entre las piezas que se trasladaron entonces al Palazzo se encontraban varias esculturas que se habían descubierto en el solar de la basílica de San Juan de Letrán en tiempos del emperador Constantino y otras posteriores, y que todavía pueden contemplarse hoy en los actuales Museos Capitolinos, como la célebre Loba capitolina (de época etrusca), el Spinario, el Camillus (joven responsable de un culto) o los fragmentos de bronce representando al emperador Constantino. Además de estas bellas obras de estatuaria, Sixto IV añadió también a la colección una escultura de bronce descubierta en aquella época, y que representaba al héroe Hércules, y otras piezas valiosas.
Aquella iniciativa del pontífice reunió la mejor colección de antigüedades romanas en su tiempo y, puesto que era una muestra abierta al público, consiguió atraer a un numeroso grupo de visitantes, tanto locales como extranjeros que acudían a la ciudad de las siete colinas. Con el paso del tiempo, aquella reducida colección se fue ampliando, hasta convertirse en lo que hoy constituyen los Museos Capitolinos. Éstos siguen estando ubicados en la colina capitolina, cuya plaza fue remodelada por el genial Miguel Ángel, siendo hoy uno de los conjuntos museísticos más importantes de la ciudad –junto con los Museos Vaticanos–, y sin duda uno de los más destacados del mundo en lo que se refiere a piezas de la antigüedad clásica.