Juan Vicente Boo / Roma www.abc.es 12/11/2005
La versión arqueológica del «Rapto de Europa» tuvo ayer un final feliz cuando el ministro de Cultura italiano, Rocco Buttiglione, presentó el magnifico vaso griego del siglo IV antes de Cristo devuelto «voluntariamente» por el Museo Getty junto con una estela funeraria griega del siglo VI a. de C. y un candelabro etrusco del siglo V a. de C.
Juan Vicente Boo / Roma www.abc.es 12/11/2005
La versión arqueológica del «Rapto de Europa» tuvo ayer un final feliz cuando el ministro de Cultura italiano, Rocco Buttiglione, presentó el magnifico vaso griego del siglo IV antes de Cristo devuelto «voluntariamente» por el Museo Getty junto con una estela funeraria griega del siglo VI a. de C. y un candelabro etrusco del siglo V a. de C.
La «generosidad» del museo fundado por el magnate petrolero no es espontánea: el Gobierno italiano reclama 42 de las 104 piezas que exhibe en Malibú como «obras maestras» de las culturas griega, etrusca y romana. Proceden todas de saqueos arqueológicos, y el Getty lo sabía. El famoso petrolero con pocos escrúpulos solía bromear con una de las bienaventuranzas: «Los pobres heredarán la tierra y los ricos heredaremos los derechos para extraer la fortuna petrolera que yace bajo tierra». Quizá pensaba también en la fortuna cultural bajo la tierra italiana.
Un cáncer contra el Patrimonio
Italia comienza a ganar la batalla contra un cáncer que minaba su patrimonio cultural bajo la agresión conjunta de la mafia —que controla y organiza a los saqueadores de tumbas—, los intermediarios internacionales de piezas robadas y los museos sin escrúpulos —incluyendo algunos de gran prestigio— que las adquieren fingiendo ignorar su procedencia ilegal.
El viento, por fin, está ya cambiando. El Getty devolvió las primeras cinco piezas en 1999, y con las de ayer llega a ocho, pero Italia reclama un total de 82. Se trata de las 42 «obras maestras» y de otras 40 de menor entidad, cuyo expolio e itinerario delictivo desde el yacimiento a los almacenes en Suiza y al museo en California está perfectamente documentado.
Mirando al esplendido vaso pintado y firmado por Asteas el año 340 a. de C., el ministro Rocco Buttiglione afirmó que «estamos ante un documento sobre los orígenes de la cultura europea. Esa mujer sentada en la grupa es precisamente Europa, que cabalga por el mar desde Asia Menor a Creta a lomos del toro que es Zeus». El saqueo arqueológico promovido por los grandes museos americanos en las ultimas cuatro décadas ha sido un segundo «Rapto de Europa», que ahora llega a su fin.
Con las armas de la ley
Italia combate con las armas de la ley y el llamamiento a la decencia, apoyada en un montón de trabajo investigativo y probatorio a cargo de los «Carabinieri» y del fiscal romano Pier Giorgio Ferri, quien comenzó la batalla en terreno americano con una querella contra el Museo Getty ante un tribunal de Los Ángeles. Ferri contaba con las fotografías y la documentación intervenida en el almacén suizo de Giacomo Medici, un traficante de saqueos arqueológicos, condenado ya por el Tribunal de Roma a diez años de cárcel.
Con esas mismas pruebas ha denunciado ante el Tribunal de Roma a Marion True, la conservadora del Getty, y el primer juicio contra un conservador de otro país comienza la próxima semana. La perspectiva provoca ya escalofríos a los responsables de otros grandes museos, que ahora empiezan a colaborar.
El vaso de Asteas, el gran pintor de Paestum —la colonia griega de Poseidonia a unos cien kilómetros de Nápoles—, fue descubierto en los años setenta por un campesino, quien lo vendió por un cerdo a un traficante. El vaso fue sacado de contrabando hasta Suiza, donde Giacomo Medici lo «legalizó» con una falsa historia respecto a sus orígenes.
Prohibir el tráfico de piezas
El Museo Getty afirma que lo restituye «voluntariamente y sin admitir culpabilidad» pero, según el fiscal americano John Lee, que presentó la querella, «al margen de admitir o no la culpa, el hecho de devolverlo habla por sí solo».
Además de la Justicia, el Departamento de Aduanas ha cambiado también de actitud y ahora contribuye a hacer respetar una ley que antes ignoraba: la convención de la UNESCO de 1970, ratificada por Washington en 1983, que prohíbe importar e incluso adquirir obras de arte sin permiso del país de origen. Ayer, en Roma, un oficial de Aduanas de la embajada americana, Robert Stiriti, acudió a la conferencia de prensa para reiterar, junto a las tres piezas devueltas, que «aplicaremos con vigor los tratados que prohíben este tráfico y estamos ya colaborando habitualmente con los Carabinieri».