Úrsula Moreno Junglewitz | Berlín | EFE 26/11/2008
Los dioses griegos han vuelto a casa, el histórico Museo de Pérgamo, donde ven desde hoy la luz en todo su esplendor bajo el lema «El Olimpo oculto de Berlín», una muestra que rescata fondos del olvido y que es fruto de la globalización museística.
Si la Fundación Armando Alaeres Penteado (FAAP) de Sao Paulo no se hubiera encargado de restaurar más de un centenar de esculturas de deidades griegas, ánforas, escudos, relieves y joyas arqueológicas de más de 2000 años de antigüedad, éstas hubieran seguido condenadas «sine die» a dormir en las entrañas del Pérgamo.
De un «éxito al cien por cien» calificó Andreas Scholl, director de la Colección Antigua, este acuerdo germano-brasileño, que permitió a Brasil ser pionera hace dos años y mostrar parte de estos objetos en sendas exposiciones en Sao Paulo y en Río de Janeiro.
Casi 300.000 visitantes se hicieron entonces una idea de lo que era el Altar de Pérgamo que fue reconstruido sólo para esta muestra, y se contagiaron del «misticismo» griego, explicó hoy la dierctora de la FAAP, Maria Izabel Branco Ribeiro.
Como si quisiera asegurarse de que los dioses, que restauraron por valor de casi medio millón de euros, encuentran en el Pérgamo la paz que les corresponde, Branco Ribeiro recordó hoy con nostalgia como acarrearon «22 toneladas de mármol y piedra hasta Sao Paulo». Quisieron «sacarlas del habitual contexto didáctico», al que de otra forma hubieran sido constreñidas, apuntaron hoy, tanto los representantes brasileños como alemanes.
Scholl explicó que se concibió una muestra capaz de reproducir el contexto en el que esas obras de arte fueron admiradas por sus coetáneos y así, la Sala del Jardín, por ejemplo, reproduce una villa romana en la que las esculturas dionisíacas se reflejan en el agua.
En la segunda planta del museo y hasta el próximo 5 de julio nos dan la bienvenida las divinidades supremas del Olimpo: Zeus, Poseidón y Hades, y sus contrapartidas femeninas, Deméter y Hera, para dar paso a Atenas, la más inteligente de las hijas de Zeus, flanqueada por ánforas y jarrones con motivos mitológicos.
De las casi 200 piezas que pueden verse en salas, pintadas en elegantes tonos que contrastan con la blancura de estatuas, frisos, ánforas y figuras, «dos tercios no habían visto aún la luz», explicó Scholl a Efe, quien citó la falta de espacio y el mal estado de conservación, entre los motivos para haber quedado relegadas. Desde 1945, cuando fueron devueltas por el gobierno soviético, no habían salido de las bodegas del museo.
Armas, cascos o escudos que arrebataban al enemigo y que ofrecían a los dioses se alternan con relieves que estaban en los lugares sagrados y que presentan escenas de mortales (más pequeños) adorando a sus deidades (de mayor tamaño).
«Las mujeres no podían asumir funciones políticas pero sí religiosas, y como sacerdotisas tenían un papel destacado», explicó Scholl al hablar de un friso que representa a Atena en el templo del Partenón. Claro que pese a tratarse de «la mayor muestra de Arte Antiguo jamás vista en Berlín» y por supuesto en Latinoamérica, Scholl recordó que no es más que «la punta del iceberg», porque los fondos del Pérgamo son inmensos.
Sin embargo no es de esperar que «El regreso de los dioses: el Olimpo oculto de Berlín» convoque a las mismas masas que con su marcha a Brasil, donde los arcaicos eran unos exóticos. Aquí sin embargo están demasiado mal acostumbrados.
Y no será la última empresa germano-brasileña. Ya están preparando exposiciones sobre la Bauhaus en Brasil para el año próximo, cuando se cumplan noventa años de la fundación de esta escuela en Weimar que sentó las bases de diseño, arte y arquitectura.