Rosario Fontova | Barcelona www.elperiodico.com 07/02/2009
El pequeño recinto expondrá el humilde ajuar de los esclavos y libertos de la antigua Barcino. La colonia de gatos que vive entre las ruinas deberá mudarse a otro sitio antes del otoño.
Los ciudadanos más pobres de la pequeña colonia romana de Barcino eran inhumados a orillas de la vía Sepulcral en una zona musgosa donde crecían avellanos y sauces. Celebraban banquetes junto a las tumbas en honor de su deudo y eran tan humildes que en su último viaje solo llevaban la moneda para pagar a Caronte, el barquero que les llevaba al otro mundo. Estas escenas tenían lugar en la actual plaza de la Vila de Madrid, donde se trabaja en la instalación de un centro de interpretación junto a los sepulcros que quedan.
La instalación del pequeño museo ha empezado ya en una zona subterránea bajo la plaza y está previsto que se complete en otoño. Un problema de filtración de aguas que no se resolvía ha retrasado varios años el proyecto, que ha ido mientras tanto completándose con una investigación arqueológica del Museu d’Història de Barcelona (Muhba).
DISCURSO SOBRE MUERTOS Y VIVOS
Joan Roca, su director, señala que en el nuevo centro «se presentará un discurso sobre el mundo funerario en la ciudad antigua con incorporaciones tanto del centro como de la periferia de Barcino hasta la Tarraconense». «Explicaremos el mundo de los muertos como espejo de los vivos», añade.
Y antes de que se inaugure el centro, la colonia de gatos que allí se refugia desde hace mucho tiempo deberá marcharse. Los técnicos que restauran los sepulcros y mantienen la zona llevan años insistiendo sin éxito en que no son convenientes para la conservación de la necrópolis, que deterioran. Y además los gatos son incompatibles, a causa de las interferencias que provocan sus movimientos, con el sistema de seguridad por sensores que va a instalarse en el nuevo centro.
La actual plaza de la Vila de Madrid con el fragmento de necrópolis romana se creó en 1954 cuando de manera fortuita se hallaron las primeras tumbas. Bajo la dirección de Duran i Sanpere se excavó la zona y se preservó un fragmento considerable salvando la necrópolis de la destrucción total. En el año 2002, con motivo de la remodelación de la plaza volvió a excavarse el subsuelo y después se elaboró una investigación pluridisciplinar que incluyó estudios de paleoantropología, epigrafía, arqueobotánicos y análisis de estudios orgánicos.
LA LEY ROMANA
Julia Beltrán de Heredia, conservadora del museo, explica que las obras tienen como finalidad pavimentar el camino o vía entre la que discurrían las mejores tumbas de la la necrópolis. La ley romana, cuenta, estipulaba que los enterramientos se efectuaran fuera del núcleo urbano por razones de salubridad y sobre todo a causa de las humaredas de las piras. La gente paseaba entonces por las afueras, en el jardín funerario, más o menos como en la Via Appia de Roma.
Además, se están restaurando las cupas o tumbas reintegrándose las pérdidas producidas por la climatología. En su origen estuvieron decoradas con cenefas verdes y rojas, pero los pigmentos prácticamente se han perdido. Las placas que hay en los mejores sepulcros son reproducciones ya que los originales se conservan en el museo.
Cuando se abra el nuevo centro, se habrá mejorado la iluminación y el público podrá pasar por un fragmento de la antigua vía Sepulcral para entrar en el nuevo centro de interpretación, cuyo funcionamiento quedará vinculado al del museo.
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