Mónica Arribas | Sagunt www.levante-emv.com 09/07/2006
Las piezas íberas y romanas se expondrán en una casa del siglo XIV que ha rehabilitado la Conselleria.
El museo arqueológico de Sagunt se prepara para abrir sus puertas el próximo mes de agosto, después de 16 largos años sin una sede propia para exponer una colección considerada monumento nacional.
Las piezas más representativas del periodo íbero y romano volverán a ver la luz en una casa señorial del siglo XIV que ha sido rehabilitada por la Conselleria de Cultura y podrá visitarse en horario nocturno durante el festival Sagunt a Escena.Los operarios están dando los últimos retoques a este edificio medieval, donde la Generalitat ha invertido más de dos millones de euros en unas obras que se han prolongado varios años.
Situado en plena subida del castillo, el nuevo museo permitirá conocer cómo era la vida cotidiana, el comercio y la industria de hace unos 2.000 años. Las esculturas de varios togados romanos ejercerán como auténtico reclamo desde los dos grandes arcos ojivales de la fachada que se han acristalado.
Algunas piezas descubiertas recientemente se exhibirán por primera vez, junto al amplio legado que acabó en cajas tras el derrumbe del antiguo edificio en 1990: Una colección con espectaculares mosaicos y significativas esculturas, joyas o cerámicas.
Nuevas maquetas
El toro ibérico del siglo IV antes de Cristo dará la bienvenida a los visitantes nada más atravesar el umbral. A continuación, los turistas podrán apreciar la magnitud del patrimonio saguntino en una maqueta de 4,50 metros de ancho donde se han recogido sus principales enclaves: Desde el casco antiguo al puerto romano del Grau Vell. Esta visión se completará con imágenes actuales de las zonas que se proyectarán con un acompañamiento musical.
La majestuosidad del antiguo foro romano también será reproducida en otra maqueta realizada para la ocasión que conducirá al lucernario; un espacio que se ha cubierto, en contra de lo contemplado en el proyecto inicial, para evitar molestias los días de lluvia y ganar espacio musealizable.
El recorrido continuará por la parte superior del edificio, donde se han respetado las tres habitaciones existentes y un bonito arco conoidal de época medieval. Además, se han rehabilitado pinturas murales de diferentes épocas, algunas con raíces medievales.
Este mimo con los elementos propios de la casa se ha mantenido en todo el edificio. En la planta baja, las vigas se han reproducido y se ha dejado visible parte de la roca donde se asienta la casa, así como unas pinturas decorativas del siglo XIX. La cisterna y la bóveda que se hallaron durante las obras también son ahora visibles en los modernos lavabos.
La antigua costumbre de pintar la piedra es otro de los aspectos que se ha querido reflejar en los arcos exteriores del edificio. Esta medida provocó cierta sorpresa en la ciudad, lo que hizo que el color blanco se acabara rebajando, como pidió el consistorio.