En el siglo IV, un noble romano decidió hacerse en el pequeño pueblo de Noheda (hoy, 12 habitantes) una lujosa casa de campo, que decoró con los más ricos mármoles de Carrara y Oriente y pavimentó con un mosaico espectacular. Esta lujosa villa es una de las sorpresas de la Alcarria conquense, pero no la única.

 

Al volante por las bellísimas soledades de la Alcarria conquense, yendo de Cuenca a Guadalajara por la N-320, se rebasa la minúscula aldea de Noheda y, medio kilómetro después, al otro lado de un trigal, aparece como un espejismo un flamante edificio de aluminio, madera y cristal que cobija los restos de una opulenta villa romana, pavimentada con el mayor mosaico figurativo del Imperio. Del que fue dominus (señor) de la villapoco se sabe, salvo que pertenecía a la alta aristocracia y que lo suyo era puro capricho y ostentación, pues han aparecido más de 30 tipos de mármoles. E incluso que se hacía traer el vino de Siria, a casi 5000 kilómetros de aquí.

Este inmenso tesoro es la enésima maravilla romana de Cuenca, provincia donde también deslumbran las ruinas de tres civitates: Segóbriga, Ercávica y Valeria. Esta es la España vacía, sí, pero en otro fue la Hispania abarrotada. De gente y de denarios.

En 1897 el geógrafo Francisco Coello había mencionado la existencia de unas ruinas romanas, con teselas, en la pedanía de Noheda, pero hubo que esperar casi un siglo a que un campesino que araba en El Pedregal lo corroborara al tropezar con más piedras de las que cabía esperar en aquel terreno. Y más coloridas. No eran unas piedras romanas cualesquiera, sino las de una lujosa villa del siglo IV. Solo el salón (triclinium) medía 291 metros cuadrados y estaba decorado con mosaicos dignos del palacio de un emperador. Además de esto, en la villa de Noheda se descubrió el mayor conjunto escultórico en mármol de la España romana, con más de medio millar de grandes fragmentos. Se descubrió y se descubre, porque los arqueólogos aún siguen trabajando y desvelando más secretos de este increíble lugar.

CÓMO SE VISITA LA VILLA ROMANA

Abierta al público en el verano de 2019, la villa –que se visita con guía y reserva previa en cultura.castillalamancha.es (gratuita hasta el 31 de mayo– está protegida por una moderna cubierta y dispone de rampas elevadas que nos permiten caminar por encima y alrededor de las estancias, contemplando los sucesivos mosaicos como quien hojea un libro. Un libro descomunal. El mosaico del triclinium consta de seis paneles con escenas mitológicas y alegóricas: el mito de Enómao, Pélope e Hipodamia, dos pantomimas, el juicio de Paris y el rapto de Helena, el cortejo dionisiaco y Thiasos marino. Pero más que el asunto, llama la atención el tamaño de las figuras, como la de Atenea, que mide 2,18 metros. Aunque nada tan llamativo como el número de teselas. En cada cuadrado de 25 por 25 centímetros se usaron de media 1243 de estas piezas, algunas de milímetros para conseguir un mayor realismo, dando movimiento y sombras a las figuras.

DE VILLAR DE DOMINGO GARCÍA A VALERIA

Noheda es una pedanía de Villar de Domingo García, al que hay que acercarse para visitar el Centro de Interpretación de la Villa Romana. Instalado en el antiguo silo de la localidad, alberga paneles informativos, reproducciones de piezas halladas en la villa romana y buenas fotografías de los mosaicos, que sobre el terreno no siempre se aprecian con tanta calidad y colorido.

En 20 minutos llegaremos a Cuenca para admirar sus casas colgadas y sus rascacielos medievales haciendo equilibrios al filo de las hoces del Huécar y del Júcar. Pero también la catedral de Santa María y San Julián, del siglo XII y estilo gótico-normando; el Museo de Arte Abstracto Español (march.es/arte/cuenca/), instalado en las Casas Colgadas; y si se viaja con niños, el Museo de las Ciencias (museocienciasclm.es), con docenas de atracciones interactivas.

Si queremos seguir descubriendo restos romanos, a 33 kilómetros está el yacimiento de Valeria. Aquí, 1500 años antes que en la propia ciudad, se construyeron casas colgadas sobre la hoz del río Gritos.

PARA DESCANSAR

En Chillarón está Midama (hotelmidama.com), la mejor opción para alojarse cerca de la villa romana. Y en Jábaga, El Pinar (hotelboutiquepinar.es), es un hotel boutique de lujo en plena naturaleza, a 7 kilómetros de Cuenca. Ya en la ciudad, dos buenos alojamientos son el Parador (parador.es), que ocupa un antiguo monasterio que domina la hoz del Huécar, y la Posada de San José (posadasanjose.com), en una casa colgada del siglo XVII con unas vistas espectaculares y un buen restaurante.

PARA DISFRUTAR A LA MESA

Para una agradable comida en Cuenca, Romera Bristrot (tel. 626 08 78 32), un coqueto local a orillas del Húecar de cocina de temporada y kilómetro cero. Buen restaurante es Olea Comedor (tel. 628 85 97 42), cuya carta se basa en los productos de proximidad. Mientras que Raff San Pedro (restaurantetrivio.com), ha sido distinguido con una estrella Michelin.

FUENTE: www.hola.com