México | EFE 18/11/2009

El esplendor de la ciudad romana de Pompeya renace desde hoy en México con una exposición de arte centrada en el boato con que se vivía en una urbe a la que ni los dioses salvaron de quedar sepultada por la lava del Vesubio en el siglo I. Las obras provienen de los museos arqueológicos de Nápoles y de Campi Flegrei, así como de las excavaciones de Pompeya y Oplontis.

Aquella tragedia, ocurrida en el año 79 de nuestra era, acabó con la vida alegre del destino predilecto de los emperadores y patricios romanos, que la abandonaron, pero preservó un arte rico que se podrá apreciar hasta febrero en el Museo de Antropología de Ciudad de México.

Tras recalar en Washington y Los Ángeles la exposición «Pompeya y una villa romana. Arte y cultura alrededor de la bahía de Nápoles», será inaugurada hoy y permanecerá abierta hasta el 14 de febrero de 2010.

El centenar de piezas de la integran incluye esculturas, frescos, orfebrería en oro y bronce, y piezas ornamentales de las que se colocaban en las lujosas villas.

Las obras provienen de los museos arqueológicos de Nápoles y de Campi Flegrei, así como de las excavaciones de Pompeya y Oplontis, y llegan a México como parte del programa de intercambio entre este país e Italia tras ceder el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) al último la exposición «Teotihuacán».

El montaje permite al público recrear cómo se vivía en el interior de las villas de reposo de Pompeya y Herculano, ubicadas en la hermosa bahía de Nápoles. Muchas de esculturas están dedicadas a dioses como Apolo, Diana, Afrodita y Dionisio, venerados por los romanos, que los tomaron de la mitología griega.

En el trasfondo de la muestra está el modo de vida de los patricios romanos de Pompeya, una ciudad que pasó a ser leyenda con la erupción del volcán, cuando murieron 2.000 de sus 20.000 pobladores.

En un recorrido por el museo, Patricia Real, responsable de exposiciones del INAH, explicó a la prensa que el legado de aquella tragedia fue que, entre las cenizas, «quedó como congelada en el tiempo la forma de vida de la gente en Pompeya».

Las excavaciones en la zona comenzarían a fines del siglo XVIII y sería en el XIX cuando generaran interés mundial por los estilos y los diseños artísticos que atesoraba la ciudad sepultada.

Ubicada en la región de Campania, Pompeya y Herculano concentraron las villas de reposo de los poderosos de la República de Roma, casas que fueron decoradas «con gran lujo», recuerda Real.

Para el arqueólogo Gerardo Taber, otro de los responsables de la exposición, lo llamativo del esplendor pompeyano fue que «permitió una eclosión de estilos artísticos, un desarrollo sin igual de todo el Imperio Romano», al abrigo de una ciudad por la que pasaron emperadores como Augusto, Tiberio, Calígula o Nerón.

El auge de Pompeya coincidió además con el tránsito de República a Imperio de Roma, que tenía el control de todos los países del Mediterráneo.
El espacio del «Mare nostrum», «más que una frontera, fue un lugar para acercar las diferentes culturas», recuerda Taber, quien destacó el carácter «aglutinante» de su arte, resultado de un mosaico de culturas como la egipcia, la siria o la griega.

«Al final, los romanos tienen el mérito de ser los que conjugan todas estas tradiciones artísticas y las integran en un gran imperio» y, a la vez, en «un nuevo estilo que es el que va a dar origen a la cultura occidental, de la que somos parte», agregó el especialista.

Taber espera que la exhibición sea «una gran oportunidad» para que el público mexicano haga «un redescubrimiento (…) de la propia cultura», ya que buena parte de las esculturas que se pueden ver en avenidas o plazas de las ciudades mexicanas, que se remontan al período Neoclásico, entroncan en realidad con los gustos del arte de Grecia y Roma.