Mariano García | Zaragoza www.heraldodesoria.es 24/04/2011
El museo provincial lo ubica en esa zona, pero Zaragoza Urbana niega que al cimentar el edificio aparecieran restos tan antiguos.
Los habitantes de Caesaraugusta asistieron a espectáculos de gladiadores, y lo hicieron en un anfiteatro. Ante la falta de evidencias arqueológicas, los especialistas no se habían atrevido a situar ese edificio en el plano. Pero desde hace tiempo puede verse en el Museo de Zaragoza, sin que se revele la fuente, un dibujo que lo sitúa entre las actuales calles de capitán Portolés, Marceliano Isábal, Bilbao, Albareda y avenida de César Augusto. Podría decirse, a la luz del dibujo, que el centro geométrico del anfiteatro coincidiría con el actual hotel Palafox. Pero ocuparía un espacio mucho más amplio.
El tema, de importancia histórica, se ha mantenido en sordina porque quien elaboró el plano y lo envió al museo quiere mantener el anonimato: lo que el dibujo refleja son los restos que presuntamente aparecieron en la última intervención urbanística en la zona y, si fueron destruidos, han pasado ya casi cuarenta años.
¿Quién envió el documento? Desde el Museo de Zaragoza se guarda silencio, se insiste en que la información es confidencial, pero facilitan el plano que acompaña estas líneas, en el que se ve con precisión el supuesto trazado del edificio.
«Lo explicaremos todo -ha asegurado a HERALDO el director del centro, Miguel Beltrán- en un artículo que se publicará en la próxima edición del Boletín del Museo de Zaragoza». El artículo lo firmará junto a Juan Paz, pero no saldrá de imprenta hasta después del verano. Aunque el hermetismo en torno al asunto es total, desde el museo se le otorga credibilidad: hace unos días, Miguel Beltrán presentaba el plano en un contexto académico, en Testimonia Urbis, un seminario de la UNED en Tudela.
En Zaragoza Urbana, el grupo empresarial en el que se integra el hotel Palafox, conocen ya desde hace tiempo el plano que se expone no solo en el Museo de Zaragoza, que depende del Gobierno de Aragón, sino también en el del Foro, de titularidad municipal.
«Es una teoría de algunos arqueólogos, pero de momento no parece sustentarse en datos contrastados -afirmaron fuentes de la entidad-. Cuando el museo dio a conocer ese plano pedimos información a los arquitectos que construyeron el hotel y se recabaron informes técnicos. Y comprobamos que lo que se encontró en su día fueron restos de un cuartel moderno, del convento del Carmen y de un aljibe árabe. Pero nada importante».
«De restos romanos, nada»
La zona en la que los especialistas del museo sitúan el anfiteatro empezó a remodelarse a finales de los 60 (el proyecto para construir allí viviendas, oficinas, hotel y cines recibió el visado del Colegio de Arquitectos el 27 de diciembre de 1969), aunque se fue trabajando en distintas fases. Y el hotel, obra de los arquitectos José de Yarza García y José de Yarza Nordmark, no abrió sus puertas hasta 1982.
«De restos romanos, nada en absoluto. Esa es una fantasía que se lleva jugando en Zaragoza desde hace años -afirma José de Yarza Nordmark-. Aparecieron restos del cuartel y algunos, de escasa entidad, del convento anterior a él. Pero nada más».
La mayoría de los especialistas consultados por HERALDO no han querido comentar este asunto, a la espera del citado artículo científico. Para Guillermo Fatás, «se echaba en falta el anfiteatro romano. En una ciudad del tamaño de la Zaragoza romana, con veteranos de tres legiones que se quedaron a vivir, es lógico que lo hubiera. Y seguramente grande».
El edificio tuvo que ser construido en el siglo I de nuestra era. Según el plano del Museo de Zaragoza, tenía unos 100 metros de diámetro mayor, lo que no es mucho si se compara con los de Roma (187), Itálica (174), Córdoba (178) o Mérida (126).
Según Manuel Martín-Bueno, Zaragoza no solo tuvo un anfiteatro, también dispuso de circo. «Eran equipamientos que distinguían a las ciudades del resto de los poblamientos. Pero se utilizaban menos de lo que se cree».
El asunto ha vuelto a poner de actualidad un rumor que circuló cuando se empezó a trabajar en el Fleta, cercano a la zona. Pero el arqueólogo que dirigió la excavación desmiente por enésima vez que aparecieran restos romanos. «Encontramos la cimentación de una posible torre musulmana, pero nada más -subraya Francisco Javier Gutiérrez-. Ningún resto romano».