Madrid www.guiarte.com abril de 2008

Hasta el 28 de septiembre, en el Antiguo Matadero de Madrid, la muestra Tesoros Sumergidos de Egipto recuerda las maravillas de la civilización del país del Nilo, a través de los hallazgos de yacimientos sumergidos.

La civilización egipcia está directamente emparentada con los aspectos míticos de la historia; tiene capacidad de seducción. Si a ese encanto añadimos el de la búsqueda, la aventura y hasta los dramas de guerras y catástrofes naturales habremos obtenido un producto atractivo. Como la exposición Tesoros Sumergidos de Egipto.

La orilla del Mediterráneo frente a la desembocadura del Nilo siempre tuvo una notable actividad económica, bélica y cultural. Por eso ese ámbito –en torno a la antigua ciudad de Alejandría- es un territorio propicio para los hallazgos arqueológicos. Los que se presentan en la muestras son especialmente sorprendentes.

Unas 500 piezas encontradas en yacimientos arqueológicos submarinos, desde 1996, por Franck Goddio en la bahía de Abukir y en el puerto de Alejandría se presentan a los visitantes. Entre ellas está la estatua más alta conocida hasta ahora de Hapi, dios de la crecida del Nilo, símbolo de fertilidad y abundancia. Con unos 2000 años de antigüedad, rivaliza con las colosales esculturas de granito rosa de un rey y una reina, con más de cinco metros de altura, cada una.

Entre los testimonios de la riqueza de esta civilización también están una cabeza del dios Serapis, con reminiscencias de Zeus y de Osiris; estatuas de Osiris, joyería y monedas de oro; cerámica, en parte intacta; una esfinge con los rasgos de Nectanebo; y – hasta ahora única en su género- un naos con un calendario inscrito.

Decenas de miles de horas de exploración y buceo fueron necesarias para descubrir los antiguos yacimientos sumergidos de Alejandría, Heraclion y Canopo, perdidos bajo el mar como consecuencia de los desastres naturales.

“Fuimos explorando electrónicamente tanto en el yacimiento del Portus Magnus, en Alejandría, como en la bahía de Abukir” explica Franck Goddio, fundador y presidente del Institut Européen d’Archéologie Sous-Marine (IEASM).

Usando sofisticada tecnología geofísica, que incluye un magnetómetro nuclear de resonancia magnética diseñado por la Commissariat à l’Énergie Atomique (CEA), el equipo de Franck Goddio ha logrado restaurar “una realidad topográfica e incluso física” para estas legendarias ciudades, hasta ahora sumergidas.

Ahora sabemos que el antiguo puerto de Alejandría ocupaba unas 600 hectáreas; que la ciudad de Heraclion, descubierta a 7 kilómetros de la actual costa, tenía más de un kilómetro cuadrado de área; y que la parte Este sumergida de Canopo ocupaba 25 hectáreas.

Otro misterio ha sido también resuelto: Heraclion (en griego) y Tonis (en egipcio) fueron, de hecho, la misma y única ciudad. Esto ha sido revelado por las inscripciones jeroglíficas de una estela de granito negro, hallada intacta en el yacimiento de Heraclion.

“El área del puerto de Alejandría muestra la inteligencia, la destreza en ingeniería y el sentido artístico de la gente de la época,” añade el arqueólogo submarino Goddio.

Rememorando 1500 años de la historia del antiguo Egipto, desde el 700 a.C. hasta el 800 d.C., la exposición abarca los periodos de las últimas dinastías faraónicas, de las Épocas Ptolemaica, Romana, Bizantina e inicios de la Islámica.

Los restos descubiertos por un equipo de casi 50 personas entre arqueólogos, expertos, ingenieros electrónicos y buzos, fueron restaurados y conservados en Alejandría, antes de ser transportados por mar y aire a Europa. Cuando regresen a su tierra natal, Franck Goddio confía “en que se puedan agrupar en un único lugar, y ser exhibidos al público egipcio”.

Una costa cambiante
La configuración del delta del Nilo, en la desembocadura del sagrado río de Egipto, ha cambiado a lo largo de los siglos. La costa este del Mediterráneo se fue hundiendo despacio pero inexorablemente. La inmersión de los lugares arqueológicos fue debida a una combinación de fenómenos naturales:
. El lento hundimiento de esa parte este del Mediterráneo.
. Una elevación del nivel del mar desde tiempos antiguos.
. Derrumbes y deslizamientos de tierra por actividad sísmica.
. Fenómenos locales: licuefacción de depósitos locales de arcilla, especialmente en los lugares donde habían sido construidos monumentos pesados.

El desencadenante de ello fue el exceso de peso, debido a una inundación devastadora del Nilo o a un maremoto. La combinación de estos factores produjo una caída del nivel del terreno de unos 8 metros, respecto al de tiempos anteriores.

La moderna Alejandría aún permanece en el lugar de la ciudad fundada por Alejandro Magno, pero no la ocupa por completo: el antiguo puerto, entre otros sectores, ha quedado sumergido. Además, la ciudad de Heraclion y la parte este de la ciudad de Canopo están ahora sumergidas en la bahía de Abukir.

Conexión de Grecia y Egipto
Grecia y Egipto estuvieron en contacto a través de esta zona estratégica: la desembocadura de la orilla izquierda del Nilo fue la puerta a Egipto para los barcos del mundo griego.

Los griegos habían estado comerciando con Europa desde el siglo VIII a. C. y habían sido establecidas comunidades griegas en Naucratis y en Heraclion-Tonis, en la rama oeste del Nilo. Estas ciudades no sólo fueron centros comerciales, sino también lugares de reunión para intercambios culturales entre las dos civilizaciones.

La fundación de Alejandría por Alejandro Magno, en el 331 a. C., fue el desencadenante real para la expansión de Grecia en el Delta. Este periodo ha sido llamado de distintas formas, Egipto Helenístico, Egipto Ptolemaico y Egipto Lágida: coincide con la Dinastía Lágida, fundada por el capitán macedonio Ptolomeo, hijo de Lagos, quien fue hecho gobernador después de la muerte de Alejandro Magno y se convirtió en rey de Egipto bajo el nombre de Ptolomeo I Sóter.

Caracterizada por una mezcla cultural, la Dinastía Ptolemaica duró hasta el 30 a. C. y la conquista de Egipto por el emperador romano Octavio; la victoria fue el resultado de las alianzas hechas por Cleopatra, primero con Julio César, luego con Marco Antonio, con vistas a salvar un reino desgarrado por disputas dinásticas y amenazado por el conflicto civil de Roma.

La Época Romana estuvo marcada por la ocupación militar y la colonización, una situación muy diferente de la de intercambio y fertilización cruzada que había caracterizado a la Época Helenística.

Alejandría, con su propio espíritu característico, mantuvo un grado de independencia, pero el resto de Egipto fue completamente dominado y explotado por Roma. En el siglo II d. C. el emperador Adriano y los Antoninos hicieron un esfuerzo para revivir la herencia ptolemaica, pero el posterior emperador Caracalla tiranizó a los alejandrinos por negarse a tomar en serio sus pretensiones.

La llegada de Diocleciano en 284 d. C. marcó el advenimiento de la Época Bizantina. La unión administrativa se rompió por la fundación simultánea de provincias y de diócesis cristianas.

Cuando llegaron los conquistadores árabes, en el siglo VII, fueron acogidos como libertadores. Fue en ese momento –en la segunda mitad del siglo VII- cuando una mezcla de fenómenos naturales produjo que los lugares arqueológicos en cuestión se sumergieran.

Tesoros Sumergidos
Durante siglos estos lugares eternos han reposado en el fondo del océano a orillas de Alejandría y en la bahía de Abukir. Los tesoros sumergidos permanecieron en el fondo del mar, cubiertos por sedimentos llevados por el Nilo y protegidos por los revestimientos que éstos formaron sobre ellos. En 1992 el Institut Européen d´Archéologie Sous-Marine (IEASM) comenzó a realizar excavaciones submarinas bajo la supervisión de Franck Goddio, conjuntamente con el Consejo Superior de Antigüedades de Egipto.

Los hallazgos fueron increíblemente prolíficos y de un valor superior a lo imaginable. Las cerca de quinientas piezas que componen la exposición Tesoros Sumergidos de Egipto son sólo una mínima parte del total, pero aún así, se revelan aquí quince siglos de historia, que nos invitan a un viaje asombroso y nos sumergen en una parte del antiguo Egipto que estuvo en contacto con el mundo mediterráneo de los griegos, romanos y bizantinos, antes de la conquista árabe final.

Estatuas de dioses y esfinges a imagen de reyes y reinas, estelas, objetos litúrgicos y de ofrendas, cerámicas, joyería y monedas, artículos de la vida diaria, adornos de guerreros… una deslumbrante colección de tesoros salvados del mar que nos devuelven las vidas, la cultura y las creencias de la gente que los realizó.

Estos descubrimientos también rehacen la increíble aventura de los arqueólogos submarinos que los localizaron con una mezcla de método, disciplina y pasión personal. La exposición presenta estos notables objetos –testimonios de una historia cuidadosamente reconstruida y situada- con toda la majestuosidad que se les debe; pero también está imbuída de toda la emoción de la exploración y de la investigación que la hicieron posible.

Esta extraordinaria colección, nunca vista anteriormente, es ahora propiedad del Estado egipcio. Un acuerdo firmado por las autoridades de Egipto y el IEASM ha permitido que, durante un periodo de dos años, estas piezas puedan mostrarse en exposiciones; primero en Berlín y Bonn, durante algunos meses en París, en la nave del Grand Palais y ahora en Madrid, en el Antiguo Matadero de Legazpi.

MÁS INFORMACIÓN SOBRE LA EXPOSICIÓN Y COMPRA DE ENTRADAS:
TF.: +34 902 400 222

www.tesoros-sumergidos-egipto.es

Tesoros Sumergidos de Egipto
Antiguo Matadero de Legazpi
Del 16 de abril al 28 de septiembre de 2008