Berlín | EFE 08/03/2009
Un equipo de arqueólogos alemanes ha descubierto al norte de Jordania un acueducto romano subterráneo de 106 kilómetros de largo, considerado el mayor de la antigüedad y que supone una increíble obra de ingeniería para la época, al ser tallado en la roca a lo largo de 120 años.
El acueducto tiene un recorrido total de 170 kilómetros, 64 de ellos en superficie, y une las antiguas ciudades de Dille, hoy en Siria, y Gadara, al norte de Jordania y cerca de la frontera con Israel, revela el semanario «Der Spiegel» en su próxima edición.
La colosal obra de hidroingeniería ha sido hallada por el profesor de Hidromecánica de la Universidad de Darmstadt, Matthias Döring, que ha logrado con su equipo de estudiantes reconstruir el recorrido del acueducto.
Este es calificado por los habitantes de la zona como «Qanat Firaun», el canal de los faraones, aunque se construcción se inició en el año 90 de nuestra era cuando en Roma reinaba el emperador Domiciano y el Imperio se encontraba en pleno esplendor.
Döring calcula que los obreros de la antigüedad, probablemente legionarios, picaron mas de 600.000 toneladas de roca, la cuarta parte del volumen de la pirámide de Keops para hacer el acueducto subterráneo, más de cinco veces mas largo que el que tenía hasta ahora el récord, el de Boloña, con 19 kilómetros.
El acueducto permitía llevar agua a las diez localidades que formaban la «Decópolis» y que tenía como capital a Gadara, una ciudad en la que habitaban entonces 50.000 personas y donde, según los evangelios, Jesucristo espantó a los demonios y los echó a una piara de cerdos.
Según la reconstrucción de Döring, las obras se iniciaron en Dille, donde se desvió un río para alimentar un acueducto construido con el llamado cemento romano hasta la localidad de Adraa y de allí hasta rebasar la actual frontera jordana, para poco después introducirse en la montaña.
Es en ese momento cuando la obra adquiere dimensiones increíbles, ya que no existía el compás para orientarse y un recorrido de mas de 100 kilómetros bajo tierra para realizar un túnel con una media de 2,5 metros de altura y 1,5 metros de anchura a un ritmo de 10 centímetros de excavación diaria era una misión imposible.
«Todo parece indicar que los ingenieros romanos marcaron primero en la superficie el recorrido del túnel y luego cavaron cada 20 a 200 metros bocas de acceso al mismo desde la superficie», explica el experto alemán, quien comenta que de esa manera se garantizaba su ventilación y se podía atacar la roca desde muchos puntos a la vez.
Mas de 300 túneles de acceso al acueducto subterráneo ha descubierto hasta ahora el equipo de Döring, aunque la mayoría de ellos fueron tapiados en la antigüedad para evitar accidentes y muchos otros se llenaron de tierra y escombros con el paso del tiempo y por el desuso.
«En los primeros 60 kilómetros, el túnel muestra una inclinación de 30 centímetros por kilómetro. Un valor fantásticamente bajo», señala el arqueólogo alemán, quien no acaba de explicarse la gran precisión de la obra.
Cuando fue terminado, por el acueducto fluían entre 300 y 700 litros de agua por segundo, señala Döring, quien destaca que la monumental obra entró en desuso cuando se secó la fuente que la alimentaba.