Londres | EFE 25/09/2006
Un arqueólogo británico dice haber descubierto bajo el monasterio de San Teodosio, próximo a Belén, uno de los más grandes tesoros bíblicos, que fue robado por los romanos y que se pensaba que estaba en el Vaticano, informa hoy «The Times».
Londres | EFE 25/09/2006
Un arqueólogo británico dice haber descubierto bajo el monasterio de San Teodosio, próximo a Belén, uno de los más grandes tesoros bíblicos, que fue robado por los romanos y que se pensaba que estaba en el Vaticano, informa hoy «The Times».
El tesoro consistía en una serie de objetos sagrados como una tabla de la Divina Presencia, ricamente adornada, unos candelabros de oro y unas trompetas de plata que podrían haber anunciado la llegada del Mesías, y que en su día fueron robados en un saqueo del antiguo Templo de Jerusalén en el año 70 después de Cristo.
Tras más de diez años de investigación, el arqueólogo Sean Kingsley ha sido el primero en reconstruir dos mil años después la ruta que hizo, según él, el botín robado. El experto señala que las riquezas pasaron por Roma, Cartago, Constantinopla y Argelia, antes de ser enterradas bajo el monasterio de San Teodosio, a doce kilómetros al este de Belén (Cisjordania).
El recorrido comenzó cuando el emperador romano Tito Flavio Vespasiano ordenó la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70 d. C, después de una rebelión judía. Los romanos saquearon el templo y se llevaron el tesoro a Roma para mostrarlo al público en el Templo de la Paz del Foro, donde estuvo hasta el siglo V d.C.
Más tarde, los vándalos se lo llevarían en barco a Cartago, el actual Túnez, en el año 455. En el año 533, el general bizantino Belisario se apoderó del tesoro que viajaba en un barco que había salido del puerto argelino de Hippo Regius, y lo llevó a Constantinopla, la capital del imperio. En el siglo VII, los persas saquearon Jerusalén, mataron a miles de cristianos y se llevaron al patriarca Zacarías a Persia. Según el arqueólogo Kingsley, el sucesor de Zacarías, Modesto, llevó el tesoro al actual escondite en el siglo 614 después de Cristo. Para Kingsley «algo es seguro. El tesoro no está en la ciudad del Vaticano, como he logrado demostrar por vez primera».