Verónica Viñas / León www.diariodeleon.es 03/12/2005
El Ayuntamiento quiere rentabilizar el pasado romano de la ciudad a través de una ruta que muestre los principales restos arqueológicos encontrados en los últimos años: la muralla, las termas, los Principia y el anfiteatro.
Cayo Licinio Maximo apartó un segundo las manos del torno y miró a dos legionarios que pasaban en ese momento frente a su taller. Tenía el patio lleno de caccabi (ollas), mortaria (cuencos poco profundos), varias docenas de catillus y patinas (platos), opercula (tapaderas), amphorae (jarras) y calices (copas) secando al sol y aún le aguardaba una larga jornada por delante. Cayo Licinio Maximo se distrajo por el olor de un pullum particum (guiso de pollo) que alguien cocinaba a esa temprana hora. Al alfarero no le faltaban encargos; todo lo contrario. Desde que había llegado de Itálica a la guarnición de Legio recibía continuos pedidos para abastecer a la tropa. Corrían rumores de que la Legio VI Victrix podía dejar en cualquier momento Hispania. Pero Cayo Licinio Maximo tiene otras preocupaciones y si el mandato de Nerón tenía ya los días contados, no era de su incumbencia.
Tampoco le importa demasiado que sus sigilatas decoradas, que le compran algunos notables afincados en villas situadas a pocas millas del campamento, no sean tan finas como las que ha visto hacer a otros colegas en Roma. Le gustaría tener un horno de mayor tamaño para aumentar la producción. Claro que sus competidores, L. M. Gem y otro oscuro artesano -del que piensa que debe tener un nombre horrible porque firma sus vajillas con una caliga (marca de una sandalia)- no son más diestros que él; incluso, ni siquiera dominan las técnicas de cocción, a juzgar por los deficientes acabados de sus cacharros. Cayo Licinio Maximo no puede siquiera sospechar que sus cerámicas sobrevivirán dos mil años.
En el 2003, en un Instituto de Enseñanza Media (Juan del Enzina) los arqueólogos encontrarán miles de pedazos de sus piezas; y, es más, a poca distancia (en la calle Abadía), los expertos desenterrarán la sigilata ( cerámica romana decorada a molde) más antigua de España, también obra suya. Cayo Licinio Maximo no verá la llegada de la Legio VII Gemina. Corre el año 74. Las tropas, integradas mayoritariamente por hispanos, tienen como misión principal vigilar el transporte de oro desde Asturica Augusta (Astorga) a Roma. La población civil asentada en la cannaba (fuera del recinto militar) ha crecido considerablemente. La ciudad puede rondar los 10.000 habitantes, entre militares y civiles. Comerciantes, mesoneros y prostitutas viven al amparo de un acantonamiento que ocupa veinte hectáreas, un perímetro delimitado por sucesivas fortificaciones; la última, un perfecto rectángulo de 570 metros de largo por 350 de ancho. A diario llegan gentes de otras partes de Hispania e incluso del Imperio. Pero habrán de pasar más de doscientos años hasta que Septimo Severo permita a los legionarios en activo casarse legalmente y residir en el entorno del campamento militar.
2000 años después
León quiere recuperar su glorioso pasado romano, hecho de gestas y de nombres sencillos como el de Cayo Licinio Maximo, aprovechando los importantes descubrimientos arqueológicos de los últimos años.
Jesús María Cantalapiedra, concejal de Patrimonio, prepara una ruta por los principales vestigios romanos. El objetivo es rentabilizar turísticamente el valioso legado de las legiones a las que la ciudad debe su existencia. El itinerario está claro: la muralla, los restos de las termas y de la Puerta Principalis Sinistra (Puerta Obispo), que se conservan en la cripta de la Catedral -nunca abierta al público-, el anfiteatro -conservado en una cripta de Cascalerías y en un solar de la misma calle donde actualmente se consolidan los muros de este «coliseo»-, las conducciones de agua (el aljibe ubicado en el aparcamiento de San Pedro), y los restos de la Legio VI (con la reconstrucción a tamaño real de un barracón en el yacimiento de Santa Marina donde se localizaron restos de cuatro contubernia).
Pero antes de poner en marcha la ruta el Ayuntamiento tendrá que hacer múltiples gestiones e inversiones. Por lo pronto, mantiene un litigio con los propietarios del solar de la calle San Pelayo donde aparecieron los restos del cuartel general de la Legio VII y, probablemente, de la VI. Los restos de los Principia se encuentran en unos terrenos con alto valor urbanístico, en los que se proyecta la construcción de un edificio de viviendas. Tras la penosa intervención de la Comisión Territorial de Patrimonio, que consideró de poco valor estos restos, las voces de los expertos y de la ciudadanía exigieron su conservación. Los leoneses se echaron a la calle para evitar su demolición en agosto. Ahora es la Junta la que puede solventar el conflicto declarando estos restos BIC y garantizando así su preservación.
Más problemas
Pero hay más problemas. En 1997 durante las obras de peatonalización del entorno de la Catedral aparecieron restos de las termas romanas y de la Puerta Principalis Sinistra. Conservados en una cripta, nunca ha podido abrirse al público porque el Ayuntamiento y el constructor no llegaron a un acuerdo económico.
El pasado lunes el alcalde de León, Mario Amilivia, mantenía una reunión con la consejera de Cultura, Silvia Clemente, para abordar las posibilidades de la ruta romana, que algunos aspiran a que pueda ser declarada Patrimonio de la Humanidad, dada la singularidad de muchos restos arqueológicos. El alcalde regresaba a León con la promesa de que la Junta financiará un Plan Director para este itinerario romano. El convenio, con los términos exactos de la colaboración entre ambas instituciones, se firmará en enero. En este plan entraría la puesta en valor de Santa Marina, donde se conserva el germen de la ciudad de León -los vestigios del campamento de la Legio VI Victrix-, así como la reconstrucción de uno de los barracones. La Junta aportará también 180.000 euros para la rehabilitación del antiguo consistorio de San Marcelo, donde el Ayuntamiento prevé inaugurar en breve el Museo de la Ciudad, que albergará fotos, vídeos, maquetas y piezas originales encontradas en distintas excavaciones del casco antiguo y que permitirá al visitante hacer un viaje en el tiempo y remontarse a la época de Cayo Licinio Maximo.
Los secretos del subsuelo
Pese a que desde 1993, año en que se aprobó el Plan Especial del Casco Antiguo, han sido más de 200 las excavaciones que se han llevado a cabo en el corazón de la ciudad, el subsuelo de León oculta aún muchos enigmas. El arqueólogo municipal, Victorino García Marcos, calcula que apenas se ha descubierto una cuarta parte de la ciudad romana.
Edificaciones tan singulares como el Praetorium, es decir, la residencia del gobernador, así como los domicilios de los tribunos -magistrados que tenían atribuciones militares, políticas y económicas-, continúan bajo tierra. Según estimaciones de García Marcos, el Praetorium estaría situado entre lo que hoy es la calle Serranos y Santa Marina, en la parte posterior de los Principia. También los edificios singulares de la cannaba siguen sin salir a la luz, a excepción del antiteatro. Es posible que en esta zona extramuros, donde habitaba la población civil, hubiera un foro, templos, termas, posadas, talleres, establecimientos artesanales, las casas de los ciudadanos más nobles y algún edificio público civil. Pero, de momento, ni rastro de ellos. La construcción del párking de Santo Domingo en la década de los setenta arrasó buena parte de la cannaba. Un gigantesco «zarpazo» en el corazón de la ciudad romana, que demolió cualquier posible vestigio de aquella época. Desde hace más de una década la asociación Promonumenta, que puntualmente celebra cada 10 de junio el natalicio de las águilas (fecha de fundación de la Legio VII), vela por la protección del patrimonio de la ciudad. Fue Promonumenta quien abanderó la protesta contra la demolición de los Principia. Treinta años atrás no había asociaciones que reivindicaran el Patrimonio. Por ello, el párking de Santo Domingo se construyó sin las preceptivas excavaciones que se exigen desde 1993 a todos aquellos edificios de nueva construcción que estén dentro del perímetro protegido por el Plan Especial.
La mayoría de los restos romanos aparecidos en León no son, a priori, espectaculares desde el punto de vista de la monumentalidad. Apenas trozos de muros y de cimientos a los que hay que echarles mucha imaginación para darse una idea de lo que eran. Sin embargo, son restos, en muchos casos, únicos. El anfiteatro, por ejemplo, constituye un caso insólito. Sólo hay constancia de otros cinco de las mismas características en todo el territorio imperial. Este anfiteatro tiene la peculiaridad de ser de carácter militar y es hermano de otros descubiertos en Austria e Inglaterra. También los Principia son singulares. Son el centro neurálgico del campamento o, mejor dicho, de los dos campamentos, ya que todo hace suponer que se trata de restos tanto del cuartel general de la Legio VI como de la VII Gemina.
No hay apenas restos de Principia en otras partes del mundo. También la muralla es especial. Es la única que se levantó con levas llegadas de Oriente. Los arqueólogos lo han podido constatar al encontrar partes de escudos que sólo han aparecido en aquella parte del mundo.