Tomás Val www.nortecastilla.es 28/11/2005

El finalista del Nadal en el 2003 retoma la historia de Odiseo y de Penélope : «Cristo me aburre, pero los héroes griegos son formidables».

Tomás Val www.nortecastilla.es 28/11/2005

El finalista del Nadal en el 2003 retoma la historia de Odiseo y de Penélope : «Cristo me aburre, pero los héroes griegos son formidables».

Casi ninguno de los héroes de la guerra de Troya. tuvo suerte. Ni los de un bando ni los de otro. Pero ¿qué sucedió después? ¿Cómo continuó la historia del héroe más grande de todos los tiempos? David Torres (Madrid 1966), con ‘El mar en ruinas’, retoma la historia de Odiseo y de Penélope y logra que su destino se prolongue más allá de la imaginación homérica. Quien en el año 2003 quedara finalista del premio Nadal con ‘El gran silencio’ -es también guionista de ‘Al filo de lo imposible de TVE’-, cierra así una novela que comenzó hace veinte años, casi tanto tiempo como el que Odiseo estuvo fuera de Ítaca.

-Aseguran que, en Literatura, lo que no es tradición, es plagio. Con esta novela no hay peligro de que le acusen de plagio. ¿Cómo se le ocurrió retomar figuras tan míticas de la Literatura y novelar sobre ellas?
-No soy el primero ni seré el último. Pero la historia de Odiseo no está cerrada; quiero decir que es un héroe que acaba con un final feliz y eso es tan extraño a la narrativa griega, homérica, que siempre me llamó la atención.

-¿No le gustan los finales felices?
-No es que no me gusten, pero creo que en Odiseo había una discordia con todo su pasado. Y, por otra parte, es el héroe más complejo porque es el último de toda la tradición homérica. Los primeros tenían una estatura tremenda: Perseo, Alceo, Electrión Luego llegan los de la guerra de Troya, que son más humanos y Odiseo es el más humano de todos, a veces hasta la abyección. Esta obra se me ocurrió hace muchos años, con poco más de veinte años; si la empezase ahora, seguro que no me atrevería.

-¿Escribía así a los veinte años?
-Esta novela representa el fin de una etapa, lo que podríamos llamar etapa heroica, la obsesión por los héroes, y también el fin de una manera de escribir. Lo que más me costaba era retomar el tono -que es lo mejor de la novela- entre humorístico y épico.

-Ante los ojos de las mujeres no hay héroes. Penélope no tiene una buena opinión de ellos.
-Yo me pregunto qué haría cualquier héroe de estos si tuviera que parir. Y si lo piensas bien, lo que tiene Penélope es sentido común. Es curioso en la tragedia griega que los héroes tienen momentos ridículos o de cobardía. Es algo que en una tradición judeocristiana hemos perdido. Me gusta Henry James, pero sus personajes no comen, no trabajan. Sin embargo, los griegos se enfurecen, comen, se cabrean.

-Es curioso que tantos siglos después, en ‘El mar en ruinas’, Ulíses no consiga escapar de su destino. Ni un novelista actual puede deshacer ese nudo que ataron unos dioses ya fallecidos.
-Ese es el juego de la novela, juego en el que está inmersa toda la literatura occidental: el destino pesa sobre todos, ni siquiera los dioses pueden hacer algo por cambiarlo. La única que intenta hacerlo, y en cierta medida lo consigue, es Penélope en el tramo final de la novela.

-David Torres es un buen lector de Borges y el argentino se interesó siempre por Homero. ¿Cree que compartiría su visión?
-La visión de Borges estuvo muy contaminada por el cristianismo y la mía es mucho más nietzscheana.

-Eso tampoco le gustaría.
-Probablemente. Y hay que tener en cuenta que ni siquiera eran griegos. Después de leer tres o cuatro veces ‘La Ilíada’, me quedé asombrado al enterarme de que Homero, o el personaje que llamamos Homero.

-… los muchos hombres que llamamos Homero, por seguir con Borges.
– lo cuenta cinco siglos después de la toma de Troya. Ya hay una distancia tremenda y son hombres que apenas podemos imaginarnos. Por eso me pareció interesante darles ese toque de salvajismo, de alegría en la guerra. Creo que a Borges le hubiese gustado. El vikingo borgiano tiene mucho que ver con un guerrero como podía ser Aquiles o Ayax.

Trozos de memoria

-El lector de ‘La mar en ruinas’ también busca a Homero como personaje. Hay una reunión de bardos, pero él no aparece.
-Sí. La idea que tenía, y que apunto al final, es que Homero es el propio Odiseo. Es Odiseo el que monta la Odisea, el que junta la memoria fragmentaria sin saber que canta su propia historia.

-Quienes tampoco están en su novela son otros grandes protagonistas: los dioses.
-Era una opción complicada. Nada que no creyera podía creerlo el lector y no podía creerme a esos dioses en mi novela.

-Y en Homero, ¿se los cree?
-Sí, ahí sí. Esa ingenuidad tremenda es lo más difícil, la hemos perdido completamente. Yo saco a Atenea en un sueño y eso me permite jugar con la posible irrealidad de los dioses.

-¿Es Ulíses el personaje más sugerente de todos los tiempos?
-Es el más abierto a todo.

-Ulíses y Cristo, diría Borges.
-Cristo me aburre mucho. En cambio, todos los héroes griegos me parecen formidables. Héctor es algo grandioso.

-Pero a todos los olvidamos excepto a Ulíses: el viaje como metáfora de la vida y la literatura, el retorno
-Porque es el más poroso. A Héctor es muy difícil ponerle un lado malo. Incluso se dice que es un añadido de un poeta posterior, pues es muy diferente. Y Aquiles es formidable. Lo más atractivo de Odiseo es su doblez, es astuto, es artero, es malo, es imprevisible, embustero.

-Es casi un héroe de la novela moderna, el primer antihéroe.
-Y además es seductor, se liga a las mujeres más hermosas.

-Heredó la labia de su abuelo ladrón, Autólico.
-Es un truhán y eso le hace muy cercano. Y la que me fascina es Penélope. Esquiva durante veinte años a los pretendientes. Tuvo que ser muy inteligente, mucho.