A.F.L. www.elperiodicoextremadura.com 05/09/2010
Varios proyectos tratan de reimpulsar el Parque Natural, entre ellos la creación de un nuevo punto de atención de visitantes y la recuperación de parte de la calzada romana de la vía de la Plata y un puente romano sobre el Aljucén.
Hace dos siglos, los romanos pusieron las primeras piedras de lo que hoy es uno de los hechos diferenciales de Cornalvo: una compleja y peculiar infraestructura hidráulica que abastecía de agua a la populosa ciudad romana de Emérita Augusta (Mérida). Hoy, las administraciones públicas recuperan parte de aquellos sillares, de puentes y de la calzada de la Vía de la Plata, con el objetivo de dar un nuevo impulso a un paraje que integra a partes iguales patrimonio cultural y natural.
Cornalvo es, junto a el del Tajo Internacional, uno de los dos Parques Naturales con los que cuenta la región. Ocupa una superficie de 11.600 hectáreas entre los términos de Mérida, Mirandilla, San Pedro de Mérida, Guareña y Aljucén. Precisamente en esta última localidad es donde se están poniendo en marcha las iniciativas más potentes para dinamizar el entorno. Concretamente se trata de un nuevo punto de información de acceso al parque, ya que el municipio constituye la principal puerta de entrada al parque gracias a su proximidad a la A-66 y a la ruta de peregrinación de la Vía de la Plata hacia Santiago de Compostela. Lo cierto es que Cornalvo ya cuenta con un centro de visitantes y, a la vez, centro de interpretación, en Trujillanos; pero con esta nueva infraestructura las administraciones confían en mejorar los servicios que se ofrecen al turista que quiere recorrer el parque. Con ese objetivo y para hacerlo además más atractivo, se está reconstruyendo parte de la calzada romana y también se está desenterrando el antiguo puente que los romanos construyeron sobre el cauce del río Aljucén.
Por tanto, dos siglos después, Cornalvo vuelve a romanizarse. Aunque lo cierto es que nunca se ha desligado de esa herencia cultural. De hecho, es uno de sus signos identitarios. Porque el paraje se configuró en torno a la construcción del embalse que debía abastecer a Emérita Augusta, levantado en el nacimiento del arroyo Albarregas y creó una represa de agua en forma de cuerno que dio origen al nombre –Cornalvo deriva de las palabras latinas cornus (cuerno) y album (por las blancas aguas)–.
El embalse está considerado la presa romana más antigua aún en funcionamiento –abastece a los municipios de Trujillanos, San Pedro, Mirandilla, Ajucén y El Carrascalejo–. Y además cuenta con un diseño de ingeniería único, porque al estar construido sobre el nacimiento del arroyo apenas recibía aportaciones de agua; por ello los romanos creyeron necesario hacer otro embalse más al norte, comunicando ambos mediante un canal que permite tener lleno Cornalvo y evita el arrastre de limos y arena. Además, sus aliviaderos no están en la zona del muro de contención, sino en la cola, al estar ésta unos metros por debajo del punto más alto de la presa. Todo esto, junto a su gran estado de conservación, contribuyó a que la infraestructura hidráulica fuese declarada Monumento Nacional en 1912 y Patrimonio de la Humanidad en 1993 –como parte del conjunto arquitectónico de Mérida–.
Su patrimonio natural
Cornalvo es además uno de los espacios naturales más importantes de Extremadura. Fue declarado Parque Natural en 1993, pero por un fallo burocrático dejó de serlo en el 2003 por sentencia judicial y recuperó este estatus en el 2004. Además, está reconocido con dos de las máximas figuras de protección ambiental de la Unión Europea: las de Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) y Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA). Así, en sus cielos se puede divisar la cigüeña negra, que aunque no anida dentro del parque, sí lo utiliza para alimentarse y es uno de sus símbolos –en ella está inspirada la mascota, Pico Rojo, una cigüeña rapera–. También destacan otras aves como el buitre negro, el alimoche, el elanio azul o el águila imperial ibérica.
En cuanto a la vegetación, el paraje en sí mismo es peculiar, porque que está enmarcado dentro del terreno agrario de las Vegas del Guadiana. «Estas 11.000 hectáreas de matorral y monte mediterráneo son un reducto en una tierra que fue totalmente trasformada para su aprovechamiento agrícola. ¿El motivo? Seguramente se han conservado sus dehesas porque es una superficie granítica difícil de aprovechar», explica Atanasio Fernández, director del parque, que no quiere olvidarse de otro símbolo: la serapia perezchiscanoi, una orquídea que prácticamente solo se puede encontrar en Extremadura.
Pese a que el 99% del terreno está concentrado en manos privadas –en apenas medio centenar de propietarios particulares–, en estos momentos Cornalvo cuenta con cinco rutas de senderismo, cuya señalizanción está siendo renovada, y hay un proyecto para poner en marcha otras dos. Una de las más atractivas es la que conduce al conocido como Berrocal del Rugidero, una gran formación de roca granítica erosionada por el arroyo del Muelas. El agua no solo ha originado oquedades y cuevas en la piedra, sino que en su curso por estas cavidades produce un ruido que resuena dando la sensación de que las rocas rugen.
El año pasado 20.500 personas pasaron por este Parque Natural, según un estudio de Eroski. Esto supone un descenso de casi 2.000 visitantes respecto al 2008, una circunstancia que no preocupa a Atanasio Fernández: «Todo depende de cómo midas. Si solo cuentas los que pasan por los centros de interpretación e información, dejas sin contabilizar los que visitan el parque sin utilizar estas instalaciones, que son muchos. Nuestras cifras oficiales son 36.820 visitantes en el 2009 y un descenso de más-menos 2.000 no es preocupante».
Lo que sí es cierto, eso lo reconoce la dirección, es que una de las asignaturas pendientes sigue siendo la dotación de alojamiento de cierta calidad. «Poco a poco van saliendo algunas cosas de carácter rural y ese debe ser nuestro gran reto de futuro, pero ¡es que tenemos Mérida a solo 15 kilómetros!», recuerda, casi compungido, Atanasio Fernánez.