Rosario Fontova | Barcelona www.elperiodico.com 08/03/2006
Una muestra organizada por el Museo Británico incluye piezas inéditas de Irán.
Una sucesión de magníficos tesoros de oro y de esculturas procedentes del palacio de Ciro el Grande en Persépolis demuestra en CaixaForum la potencia de la dinastía aqueménida que aniquiló Alejandro Magno en el 330 antes de Cristo. El imperio olvidado reúne 500 objetos en una exposición, que se abre hoy al público, organizada por el Museo Británico de Londres en colaboración con las autoridades de Irán. El mundo de la antigua Persia, sofisticado y elegante, chocó con la virtuosa virilidad de los griegos, cuyas crónicas ridiculizaron a los persas como afeminados, débiles y borrachos.
La exposición presenta maravillosas piezas que salen por primera vez de Teherán, como una placa fundacional de plata escrita en tres lenguas; una principesca cabeza de lapislázuli y un ritón, o copa de oro en forma de cuerno. John Curtis, jefe del departamento de arqueología de Oriente Medio del Museo Británico, dijo que los persas "fueron el puente entre civilizaciones antiguas pero a causa de los historiadores griegos su cultura no se entendió y no se apreció en Occidente". La exposición, añadió, "presenta los objetos para que hablen por sí mismos".
12 REYES
Y lo que cuentan los objetos al espectador es que quienes los crearon merecen tener más consideración que una nota breve a pie de página en los libros de historia. El Imperio persa aqueménida se prolongó entre los años 550 y 330 a.de C. en una dinastía que dio 12 reyes –entre ellos cuatro Artajerjes, tres Daríos y dos Ciros– y que en sus momentos de máximo esplendor ocupó siete millones de kilómetros cuadrados, desde Pakistán por el este, Egipto al oeste, el mar de Aral al norte y el océano Índico al Sur.
Nigel Tallis, del Británico, atribuyó la riqueza del arte persa, de gran naturalismo, a que sus monarcas supieron atraer a artesanos de tierras lejanas y a la buena administración de su imperio. Mohammad-Reza Kargar, director del Museo Nacional de Irán, que conserva más de 300.000 objetos, destacó la presencia de una losa de piedra fundacional con un texto de Jerjes: "Tiene para nosotros una gran importancia simbólica. Dice que somos un conjunto de pueblos que forman un imperio con hombres y mujeres libres", señaló el iraní respecto a la antigua cultura persa, que se caracterizó por la tolerancia religiosa.
Los objetos expuestos decoraron palacios inmensos de Persépolis, Pasargada, Susa y Babilonia. Columnas de magníficas salas hipóstilas; placas de oro que decoraban puertas de ocho metros; moldes de frisos completos donde se observa la vestimenta de persas (con túnicas) y medas (con bombachos) y bajorrelieves realizados con ladrillos vidriados y coloreados, permiten imaginar su arquitectura majestuosa.
Una de las piezas más singulares es el cilindro con inscripciones de Ciro, hallado en la excavación de Babilonia en 1879. Escrito en lengua babilónica, comienza con la frase "Yo, Ciro, rey del mundo" y permite a los judíos regresar a su país. Por eso se lo considera la primera declaración de los derechos humanos.
Un apartado se dedica a la joyería, con bellísimas piezas de oro, esmalte y ágatas. También se presenta una tumba de bronce en forma de bañera, hallada en 1901 en Susa, con la réplica de un esqueleto ataviado con collares de cuentas.