Manuel J. Albert | Córdoba www.elpais.com 10/04/2011

La villa romana de Fuente Álamo se construyó sobre un balneario anterior.

Donde hoy hay un extenso olivar a unos tres kilómetros al noreste de Puente Genil (Córdoba) se esconde uno de los yacimientos arqueológicos más fascinantes de la provincia. Se trata de Fuente Álamo, un complejo residencial del siglo III en el que se ha hallado una espectacular colección de mosaicos. Pero el yacimiento deparaba nuevas sorpresas. «Siempre hemos creído que los restos de Fuente Álamo pertenecían a una villa romana, pero las distintas campañas de trabajo nos han desvelado que, bajo la villa, se había levantado antes un importante balneario, con piscinas y diversas salas relacionadas», explica Manuel Delgado, arqueólogo responsable del yacimiento. El Ayuntamiento inauguró hace unas semanas el centro de recepción de visitantes de Fuente Álamo y se ultima el recorrido que podrán seguir quienes se acerquen.

Lo primero que llama la atención al asomarse al yacimiento es el magnífico estado de conservación de los mosaicos, reclamo fundamental de la visita. «Constituyen ejemplos únicos en todo el Imperio Romano. No hay nada igual en toda Europa», resalta el arqueólogo Delgado. Los mosaicos se encuentran en lo que fue la zona noble de la villa. Entre estas creaciones destacan el mosaico del Triunfo de Baco o de las Tres Gracias. «Se trata de una expresión de poder, es decir, un reflejo de la posición social y de la fortuna económica del cliente, el dueño de la casa. El mosaico era un objeto de lujo y, como tal, constituía un signo de riqueza. Era un elemento imprescindible para demostrar poder económico y autoridad», aclara el arqueólogo.

Otro de los tesoros de la villa es la presencia de la única aula tetraconque -con cuatro ábsides- que se conoce en lo que era la antigua provincia romana de la Bética. La sala, en forma de cruz, está pavimentada con un mosaico con el río -y también dios- Nilo como protagonista. Lo más característico es que a su alrededor, y a modo de viñetas, aparece una familia de pigmeos y unas grullas a las que pretenden dar caza. Un pasaje, señalan los expertos, que está cargado de humor e incluso erotismo. Cada uno de los personajes lleva unos escritos aparejados, por lo que la escena asemeja a un tebeo de la antigüedad. «Este mosaico ha sido muy valorado por la investigación científica», apunta Manuel Delgado. Junto a la sala tetraconque se sitúan las termas, de las que se conserva el hypocaustum (sala con calefacción) en relativo buen estado.

Durante las recientes excavaciones se ha descubierto que se construyó sobre lo que fue un balneario público que permaneció en uso entre los años 50 y 150 después de Cristo. «Han aparecido un conjunto de grandes estanques, algunos de planta curva, que utilizaban las aguas del arroyo cercano que, probablemente, eran consideradas salutíferas por los romanos», señala Delgado. La presencia de mosaicos, pinturas y restos escultóricos hacen creer a los investigadores que aquellos baños suponían un complejo excepcional por su ubicación en un ambiente rural, probablemente vinculado a su situación estratégica en una encrucijada de caminos en un momento en que Puente Genil, que es una ciudad de repoblación medieval, todavía no existía. «Pero nos encontramos a mitad de camino entre dos importantes ciudades de época romana, Ostipo, la actual Estepa, que está a 16 kilómetros y es visible desde aquí. E Ipagro, que hoy es Aguilar de la Frontera y que está a solo 15 kilómetros», recuerda el arqueólogo.

Cuando el balneario dejó de usarse, el lugar se abandonó durante un siglo aproximadamente. Y en el año 250, comenzó a edificarse la villa romana sobre los restos mismos del balneario, aprovechando algunos de sus materiales y cimentando la estructura sobre el edificio anterior. Con la caída del imperio, la villa siguió siendo ocupada por trabajadores del campo tras el abandono de la villa por sus moradores legítimos. En el siglo X la villa es expoliada de todos sus elementos constructivos y decorativos de lujo por los nuevos habitantes: los musulmanes. Los investigadores confían en que una vez concluyan los trabajos, Fuente Álamo ayudará a conocer mucho mejor cómo eran y cómo funcionaban este tipo de asentamientos en la península Ibérica.