Diego García www.europapress.es 22/12/2009

Metrópolis de gran tradición y glorioso pasado, Atenas guarda en su seno la fisonomía y la historia de varias ciudades fundidas en una sola: la antigua, la bizantina, la neoclásica y la moderna. Quintaesencia del espíritu olímpico y primer germen de la democracia, esta ciudad griega sirvió de cuna a la civilización occidental, convirtiéndose en uno de los más bellos enlaces entre Oriente y Occidente.

Poseedora de una rica historia, Atenas se desarrolló como ciudad a finales del siglo VIII y a lo largo del VII AC. Los años dorados de Pericles durante el siglo V conducirían a Atenas a su época de mayor esplendor y plenitud, hasta que los atenienses fueron derrotados por los espartanos en la Guerra del Peloponeso. Hacia el siglo II AC, estas tierras fueron ocupadas por las legiones romanas, que no hicieron sino engrandecer la riqueza histórica, cultural y monumental de Atenas.

A partir del siglo IV DC, Atenas hará suya la esencia del Imperio Bizantino. Tras la caída de Constantinopla, son muchos los reinos que se disputan este ducado convertido en inmenso museo a ojos del visitante, hasta que los turcos incorporan la ciudad a sus dominios; convertida la Acrópolis en templo musulmán y el Erecteión en harén, el paso de los siglos llevará al práctico despoblamiento de Atenas, que apenas alcanzaba el reconocimiento de ciudad, y que veía cómo su preciado legado de siglos amenazaba ruina.

Con el tiempo, Atenas fue elevada a la categoría de capital, procediéndose a la construcción de nuevos edificios al estilo neoclásico y a la restauración de los monumentos de la Acrópolis, uno de los más espectaculares vestigios de las civilizaciones clásicas.

En las colinas de Atenas
Esta ciudad mítica, tejida con piedras y dioses y mezcla de historia y leyenda, es uno de los centros arqueológicos más importantes del mundo; acariciada por el clima del Mediterráneo, de veranos calurosos y secos, se encuentra situada en la región de Ática.

Pese a que Atenas es una ciudad de grandes dimensiones, bulliciosa, cosmopolita y con cierto caos urbanístico, el visitante debe iniciar su visita en la Acrópolis, y después pasear por el triángulo que forman la Plaza Omonia, la Plaza Síntagma y el Barrio de Plaka, a los pies de la Acrópolis.

Este es sin duda el lugar más representativo de la ciudad; con huellas de haber sido habitada desde el período Neolítico, la colina de la Acrópolis estaba en el período Micénico fortificada con murallas ciclópeas para la protección de los gobernantes. A principios del período histórico se transformó en un lugar de culto religioso, y a mediados del siglo V AC se convirtió en el pedestal de las creaciones artísticas sin igual del período clásico.

Visible desde cualquier punto de la ciudad, la Acrópolis fue erigida en honor de la diosa Atenea por su protección ante Poseidón y es sin duda el símbolo de la grandeza ateniense. Una amplia escalinata sirve de acceso al recinto, desembocando en el Propileos, trabajo de Mnesicles, y puerta de entrada a la Acrópolis.

Ya en el interior, conservado pese al paso de los siglos y la profunda contaminación que atenaza a Atenas, se encuentra el Partenón, modelo de perfección para templos posteriores. Este espléndido templo dórico períptero, obra maestra de Ictinos y Fidias, fue consagrado a Atenea, la diosa de la ciudad.

En un paseo por la Acrópolis, el visitante puede contemplar también el pequeño templo jónico de Atenea Nike, situado al sur del Propileo y atribuido a Calícrates.

A la izquierda del Partenón se encuentra el Erecteion, obra de Mnesicles, que estuvo sostenido en su día por seis bellas Cariátides, que hoy se pueden ver en el Museo de la Acrópolis.

Museo de la Acrópolis
Además de contemplar los fastuosos edificios encaramados en esta colina, se puede hacer una visita al pequeño pero interesante Museo de la Acrópolis. Emplazado en el ángulo sureste del recinto, contiene las obras maestras de la civilización griega antigua, dedicadas al más importante de los santuarios atenienses, el ‘temenos’ de Atenea Partenos.

Las piezas arqueológicas están presentadas en orden cronológico, desde el período arcaico, pasando por el clásico hasta el helenístico y el romano. De entre las obras de arte que se exhiben en las distintas salas destacan: frontones y metopas del Partenón, el friso del Partenón y del Erecteion, estatuillas de arcilla y jarrones del santuario de las Ninfas, ofrendas del período arcaico y las Cariátides, que son estatuas de mujeres jóvenes vestidas con túnicas que servían de sustento al porche sur del templo Erecteion.

También interesa visitar el Areópago (la Colina de Ares), en una pequeña colina al noroeste de la Acrópolis que servía como lugar de reunión al aire libre del cuerpo judicial y legislativo más alto; desde esa tribuna predicó San Pablo el Evangelio a los atenienses.

El Ágora griego y el Foro romano
En esta zona se puede visitar también el Ágora antigua, que era el centro comercial, cívico y religioso de la vida ateniense, rodeado por los edificios característicos. Entre ellos estaba el Pórtico de Attalos, erigido por Attalos II, rey de Pérgamo. En la actualidad, ha sido restaurado y convertido en museo, que recoge interesantes hallazgos procedentes de las excavaciones en el Ágora. De esta zona, pocos elementos están bien conservados, ya que fueron destruidos por los persas; no obstante, el templo de Hefesto o Teseión, que corona el montículo de Agoreos Kolonós, está considerado como el templo dórico en mejor estado de conservación.

Si se tiene tiempo, merece la pena visitar el monumento de Filopapo, que fue construido para homenajear a Gaius Julius Antiochus Philopappus, un benefactor de Atenas; está situado sobre una colina frente a la Acrópolis, desde donde se contempla una vista magnífica de todo el Ática. Un poco más alejado se encuentra otro recinto arqueológico, el Keramikós, antiguo cementerio de la ciudad de Atenas, así como el Templo de Zeus Olympico, el mayor de los templos de Grecia de orden corintio.

Además de vestigios griegos, la civilización romana dejó una fuerte impronta en las inmediaciones de Atenas; de hecho, el Foro romano es otro de los lugares de especial interés para los turistas. Al igual que su correspondiente griego, era el principal lugar de reunión en la ciudad y en él tenían lugar todo tipo de intercambios.

Construido por Julio César, se ha conservado mucho mejor que el Ágora griego, y en él destacan diversos edificios: el Arco de Adriano, que marcaba los límites entre la ciudad antigua de Teseo y la ciudad nueva construida por Adriano; el reloj de Andrónico Cirrestes, que no es sino una torre de mármol octogonal situada cerca de la puerta occidental del Mercado Romano. Sus lados están adornados con relieves representando a los Vientos; de ahí que se conozca como Torre de los Vientos; en el Foro romano se encuentra también el Teatro de Dióniso, del siglo IV antes de Cristo; se sitúa en la ladera más al sur de la Acrópolis, y formaba parte del santuario de Dióniso Elefterefs. Se comunica con el Odeón de Herodes Ático, del siglo II después de Cristo, por medio del pórtico de Eumenes. Parcialmente restaurado, el Odeón, que debió ser un edificio monumental, alberga cada verano el festival de Atenas. Otros lugares de interés son la Biblioteca de Adriano, del siglo II después de Cristo, construida por Adriano y de la que se conservan restos de su planta y alguna de las columnas de entrada.

En definitiva, un paseo entre excavaciones arqueológicas, edificios monumentales y antiguos templos clásicos nos puede dar una pista de la grandeza, el esplendor y el poder que alcanzó Atenas en épocas pasadas, convirtiéndose en faro indiscutible de la cultura, la historia y las artes.

Atenas moderna: cosmopolita y bulliciosa
En cuanto a la Atenas moderna, el caos circulatorio y la contaminación se han convertido en dos de sus principales problemas; considerada como la ciudad europea con mayor nivel de contaminación, este hecho ha llegado a poner en peligro algunas de las piezas que se exhiben en los museos, así como el estado de conservación de los soberbios templos que atesora en sus colinas.

El centro neurálgico de Atenas es sin duda la Plaza de Síntagma, rodeada de coquetos cafés que suelen estar llenos de atenienses y extranjeros. En esta plaza, dos soldados o ‘Tsolias’, vestidos con trajes típicos griegos y zuecos de madera velan la Tumba del Soldado Desconocido; la ceremonia de relevo de la guardia suele ser un momento esperado por todos los turistas y, aunque se puede contemplar todos los días cada dos horas, es el cambio del domingo a las 12:00 horas el que congrega a más público, ya que se convierte en una ceremonia pintoresca (ataviados con los trajes de gala, realizan el cambio con el acompañamiento de la banda de música).

Al fondo, dominando este sencillo espectáculo, se encuentra el Parlamento griego, un edificio neoclásico que fue anteriormente utilizado como palacio residencial del primer rey de Grecia. Junto a él se localiza el Jardín Nacional, un parque de grandes dimensiones, conocido como Zapion, y convertido en auténtico pulmón de la ciudad ateniense.

Barrios de Plaka y Monastiraki
Situados en la falda de la Acrópolis, se encuentran dos de los barrios más típicos y animados de Grecia: el barrio de Plaka y Monastiraki.

El barrio de Plaka es el más antiguo y pintoresco de la ciudad; las callejuelas estrechas y retorcidas están flanqueadas por pequeñas viviendas y elegantes mansiones. En un recorrido por su trazado, el visitante puede encontrar bares y locales nocturnos, así como tiendas que ofrecen artesanía popular. Se trata de un lugar idóneo para pasear y conocer las tabernas típicas, algunas con espectáculo, y degustar una buena cena con vino griego, con el Partenón iluminado como telón de fondo. El yogur griego, la moussaka, la ensalada horiatiki y el pulpo son algunos de los platos tradicionales, además del pescado, que se pueden degustar.

El barrio de Monastiraki se trata en realidad de una ampliación de Plaka; conocido por su ajetreado Rastro, es la parte de la ciudad con mayor número de anticuarios y de tiendas de souvenirs de Atenas.

También puede resultar agradable dar un paseo por la céntrica calle Panepistimíu; en el extremo superior de la vía podemos encontrar el edificio conocido como Ilíu Mélazron, antigua casa del célebre arqueólogo Heinrich Schliemann. Se trata sin duda de uno de los más bellos edificios de Atenas. En la misma calle se pueden contemplar los edificios neoclásicos de la Academia, la Universidad y la Biblioteca Nacional.

Existen en la ciudad multitud de museos, como el del Ágora, el Museo Bizantino, con una importante colección de iconos, y el Museo Arqueológico Nacional. Éste último está emplazado en un espléndido edificio neoclásico y posee importantes restos arqueológicos procedentes de toda Grecia: las colecciones de Kores, la Máscara dorada de Agamenón, los frescos de Santorini y las estatuas de bronce clásicas forman parte de la colección.

Otra de las opciones que tiene el visitante es acercarse hasta la Colina de Licabetos, cubierta por bosques de pinos y coronada por la pintoresca capilla blanca de San Jorge. Desde este punto, que se puede alcanzar a pie o en funicular, se consigue una hermosa panorámica de toda la ciudad.

También es interesante visitar el estadio Panathinaikos, donde tuvieron lugar los primeros Juegos Olímpicos de la Era Moderna; de hecho, una placa recuerda a la entrada del estadio todos los Juegos que se han celebrado hasta el momento.